Athael

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No se lo podía creer, estaba en una nube. Un bebe suyo. Una persona de la que ocuparse, de la que atender, satisfacer y proteger. No podía parar de observarle. Ahí dormidito y acurrucado en los brazos de su padre. Era tan pequeño, tan inocente. Tampoco podía parar de pensar en cómo sería de mayor.

De repente, Athael levantó un poco los párpados mirando fijamente a su padre. Pero pronto se durmió y Legolas no pudo evitar darle un beso en los mofletes.

-Felicidades. Me alegro de que todo haya salido bien-Interrumpió el anciano tomando del hombro al príncipe.

-Todo esto ha sido gracias a ti. No sé cómo puedo agradecértelo….

-No lo hagas. Me basta con saber que he hecho mi trabajo. ¿Y como se va a llamar?

-Athael.

-Bonito nombre. Digno del gran legado de Oropher.

-Dime. ¿Cómo aprendiste a hacer eso?

-He visto pasar muchas generaciones de hombres a lo largo de mi longeva vida.

-Si eres tan mayor…. ¿Conociste a mi abuelo?

-Oh, por supuesto que sí. Luché junto a él en la Guerra de la Última Alianza.

-¿Cómo era?

-Permíteme decirte que era parecido a tu padre pero más tozudo y más orgulloso que él. Bueno, ahora debo irme.

-Espera. ¿Qué hago ahora? Quiero decir, ¿Cómo la ayudo?-Preguntó Legolas levantándose de la silla y dejando al bebé tumbado a un lado de la cama.

-Sí, es verdad. Se me olvidaba. Ahora tiene que reposar mucho y no someterse a esfuerzos. Que se hidrate bien de agua natural. Durante los días posteriores al parto, las mujeres, tanto elfas como humanas, suelen padecer cansancio, tristeza, amargura o simplemente nerviosismo. Eso ya depende de cada una. Lo seguro es que su cuerpo no va a volver a ser el mismo después de esto.

-¿Cómo la ayudo?

-Apóyela. Ahora usted tendrá que tener paciencia tanto con ella como con Athael. El parto es el momento más duro para las madres y seguro que se mostrará insegura ante esta nueva etapa de su vida. Pero lo dicho, con su apoyo y cariño lo superará.

-Muchas gracias por todo de verdad.

El anciano no dijo nada más. Abandonó la casa tan rápido que ni tan siquiera Legolas le dio tiempo a preguntar su nombre. Era un elfo extraño pero a la vez bondadoso y sabio.

El príncipe acostó a Athael en una cuna que había al lado de su cama. La misma cuna en la que Legolas era arropado por Thranduil y su madre. También se ocupó de colocar todas las cosas después del alboroto que se había formado allí.

Pasada una hora, Tauriel se despertó. Todavía cansada.

-Legolas…. ¿Dónde estás?

-Aquí contigo mi vida-Respondió el elfo levantándose de su silla y dándola un beso corto en los labios.

-¿Dónde está?

Legolas se dio la vuelta y despertó a Athael. Le cogió en brazos y se lo acercó a Tauriel, tumbándolo en la cama con ella.

Tauriel le arropó con sus brazos dándole besitos cortos a la vez que sonreía. Al igual que Legolas, la elfa no pudo evitar desprender un montón de lágrimas al verle.

-Hola…..-Añadió Tauriel acariciando a Athael mientras Legolas los miraba con atención.

-Se llama Athael.

-Athael….mi cosita, mi luz, mi vida-Tauriel se incorporó apoyando su espalda en el respaldo de la cama. Levantó a Athael haciendo juntar su nariz con la suya propia acariciándole dulcemente mientras este movía la boca haciendo gemidos leves.

-Athael Hojaverde. Ya somos una familia. No me lo puedo creer…

Aunque Legolas la hablaba en ese momento, la elfa pelirroja sólo tenía ojos para él. A veces llorando, a veces sonriendo, a veces besándole, pero siempre con él.

-Legolas…es maravilloso.

Al instante, Athael empezó a moverse e incomodarse un poco mientras abría y cerraba la boca.

-¿Qué le pasa?-Preguntó Legolas.

-Creo que tiene hambre. Toma-Tras decir esto, el elfo cogió a Athael de nuevo. Tauriel se quitó el camisón quedando sólo en ropa interior.

-¿Qué haces?

-Que cosas tienes-Respondió Tauriel mientras reía a carcajadas.

Al instante, Tauriel cogió otra vez a Athael y le incorporó tumbado y con el rostro en dirección a los pechos de la elfa. Ella se sacó una teta acercándosela a la boca de Athael y este empezó a chupar y morder.

-Es increíble….-Añadió Legolas.

-¿El qué?

-La vida en general.

-Sí, lo es….Jo, como chupa el glotón-Dijo Tauriel otra vez volviendo a relucir una de las mágicas sonrisas que tanto amaba el príncipe.

Legolas seguía admirando y observando cómo su amor le daba el pecho a su hijo. Esa escena fue tan bella y tan gratificante que no pudo evitar llorar otra vez. Fue una de las noches que más lágrimas desprendió desde hacía mucho tiempo.

Cuando Athael terminó, o eso parecía, Legolas añadió:

-Vas a ser una madre perfecta.

-Y tu también. Todavía estoy un poco nerviosa y asustada.

-No pasa nada. Ya sabes que yo estoy aquí y que os protegeré. A los dos.

-Que suerte tengo de tenerte a mi lado, mi amor.

-Bueno, ¿me lo llevo? Querrás descansar…

-Parece que tiene sueño. Déjamelo aquí. Que duerma conmigo. No te importa, ¿verdad?

-No hombre, que me va a importar. Eres su madre y mi esposa. Me voy al salón a descansar un poco que estoy agotado yo también. Para lo que necesites, llámame. Te quiero mi estrella-Finalizó Legolas besando a Tauriel en los labios.

-Te quiero Legolas.

El elfo apagó la luz y les cerró la puerta. Se tumbó en el sofá del salón mientras pensaba un montón de cosas sobre Athael. También se preguntó que estaría haciendo su padre, allí en Valinor…..A lo mejor sería la hora de irse allí….Pero no tenía tiempo para pensar en eso. Sólo tenía dos personas en su corazón, y eran Tauriel y Athael.

Legolas y Tauriel. Donde viven las historias. Descúbrelo ahora