El gran mago

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Acabo de regresar a la casa, necesitaba unas medicinas que guarde un una de las islas flotantes.

Las heridas que John tenía no eran del todo graves, menciono sentir como una especie de cosquilleo recorría su cuerpo, pero con un té hecho con algunas hierbas que crecen en Moregard, mi aprendiz recupero la calma, Eliz lo miraba atenta a cualquier reacción negativa que pudiera  causar el té medicinal, quizás el color y hedor del té le daba desconfianza.

Después de desinfectar mis heridas, envolví mi brazo con unos vendajes, tome un poco del té que preparó Lily además de unas pastillas que había traído para digerir las hierbas medicinales de Moregard.

Pensaba una y otra vez cómo podría vencer al dragón que el caballero negro mantenían bajo su control, los drakes y wyverns al ser de una categoría draconida menor, podían ser derrotados con cierta facilidad pero un dragón colosal no podría ser vencido ni juntando todas mis habilidades o toda la magia que tuviera a mí disposición.

Las leyendas dicen que son inmunes a la magia, incluso los dragones pueden utilizar hechizos a su favor en un combate, posiblemente quitarle el control del caballero negro haga que se aleje o se vuelva en contra de quien lo retiene.

Platique de ello con mis acompañantes, esperaba que John y Eliz regresarán a la tierra y que alguno de ellos ayudará a que Lily pudiera adaptarse y vivir en otro mundo, mientras se mantenían fuera del alcance del caballero negro.

Había veces en las que pensaba que no era buena idea traer adolescentes a pelear a mi lado, pero al verlos superarse y adquirir habilidades mayores me hacían pensar que posiblemente correrían menos peligro, de todas maneras lea daba toda clase de lecciones para tratar contra los monstruos que aparecieran en Moregard.

Los tres se negaron a irse para no volver, pero por la cara que puso John no lo sentí muy convencido de querer quedarse a pelear, aún así decía lo primero que se le viniera a la mente para seguir peleando.

El libro tenía muchas notas de un cazador de dragones, según otras  anotaciones del libro de los cazadores, estás eran mínimamente efectivas pues utilizaban la magia y conocimientos sobre dragones menores como base, aún así al parecer mis aprendices tenían muchas ideas para derrotar a un dragón.

Algunas de las ideas más convincentes fueron la de amplificar el canto de las sirenas, electrocutar al dragón usando en su contra las monedas y joyas atoradas en sus escamas o crear miles de granadas pegajosas y retenerlo mientras buscábamos como liberarlo del control mental.

Para ser sincero aquellas ideas aunque tontas para algunos, después de meditarlas me inspiraban confianza, Lily menciono que los dragones son susceptibles a la música, le recorde que según las leyendas eso solo ocurrió cuando se probó en dragones bebé, además solo había una persona que había logrado dicha hazaña, seguramente este hechicero ya habría muerto hace más de quinientos años.

Aquel gran mago desapareció en las montañas, se encerró en una torre y está no se abría a cualquiera, quien lograba entrar decía que solo escuchaban la voz del mago, jamás lo habían visto, supuestamente el mago seguía  luchando contra su más grande enemigo dentro de la torre.

Le di una poción a Lily para que recuperara su poder mágico, esperando que no le causará un malestar, algunas veces las pociones son muy fuertes para los mágicos y no mágicos, nadie sabe cómo afecta a cada persona, vomitarlas parece ser  efectivo para que dejen de tener efectos secundarios.

Mientras use mi relog para abrir un portal a la montaña de las leyendas, dicha montaña era diferente a las montañas ventosas, más diferente a la que tiene un barco estrellado, está montaña tiene una pequeña torre, pareciera que arrancaron la punta de la montaña o que a partir de ese punto esculpieron con piedra la torre.

El Cazador SolitarioDonde viven las historias. Descúbrelo ahora