Capítulo 1

28.3K 1.2K 564
                                    

Libertad, oh dulce libertad.

Tuve miedo, por supuesto que lo tuve. Dejar todo atrás, esas cadenas que con tanta fuerza me apretaban, no fue fácil.

Pero, una vez agarré esas dos maletas, no me lo pensé dos veces. Joseph Bridget podía irse a la mierda si pensaba que toleraría que su ex y él me humillaran como les venga en gana.

Le había dado demasiadas oportunidades a mi primer amor. Si eso podía llamarse. Porque cuando me compró, supe que el juego no sería limpio. Y mis sentidos no me fallaron.

Tonta de mí, al no haber escuchado todas las alertas que tanto me señalaba mi subconciente.

Por suerte tenía a Dylan y me abrió las puertas a su casa, hasta que encontrase un sitio donde vivir.

Hernán me dejó en el apartamento de Dylan y el último favor que me hizo fue guardar el secreto. Aunque fuera algo estúpido, pues atar cabos y saber mi paradero no sería nada para él. Solo un chasquido de dedos.

Temía y estaba alerta a cada sonido, pensando que me encontraría y me obligaría a irme con él de nuevo, pero no fue así. Pasaron días y no aparecía. Me permití respirar.

(...)

Despierto y noto el peso del brazo de Dylan sobre mí. Sonrió ante la imagen de él durmiendo plácidamente. Realmente siento que se preocupa por mí, que me quiere.

Los dos lo hablamos desde el primer día que pise su casa. No estoy lista para empezar una segunda relación, me da miedo volver a estar atada. No le pusimos nombre, quedamos en que haremos lo que querramos sin compromiso.

Fue muy dulce de su parte acceder a algo así. Puesto que soy plenamente consiente de que él busca algo serio. Y tal vez, solo tal vez algún día pueda dárselo.

Me levanto con cuidado de no despertarlo y me dirijo al baño. Algunos no pueden empezar el día sin un café, yo no puedo hacerlo sin mi ducha mañanera.

Después de secarme el pelo con mi toalla roja, echo mi melena para atrás, dejando caer mis mechones todavía húmedos sobre mi espalda.

Me pongo un traje formal. Hoy es el día de buscar trabajo. Ya es vergonzoso para mí pedirle a Dylan que me acoja bajo su techo y no podría seguir así por mucho más tiempo. Necesito conseguir un piso y ser independiente.

Y para ello, debo ganar dinero, porque por desgracia no crece de los árboles. Me noto algo desanimada. No es el primer día que reparto mis currículums por ahí. En todos los sitios a los que he ido, me dicen que no soy apta, que tengo mala reputación o que me llamaran más tarde. Pero nunca lo hacen.

Era obvio que tener un ex multimillonario no me facilitaría las cosas. Continuamente escucho que susurran a mis espaldas. Y a decir verdad tengo ganas de callarles la boca con unas pinzas.

Ellos no saben nada de mi vida y aún así se atreven a juzgarme, a criticar mis desiciones, mi vestimenta y todo lo que se les pase por la cabeza.

Decidí ignorarlo, el tiempo que mi paciencia me lo permita.

Agarro un bol y le echo de mis cereales favoritos, con un poco de leche. Miro las noticias del día de ayer y después de acabar lo limpio todo.

Escucho movimientos en la casa, Dylan se ha despertado. Me sonrojo. Anoche nos hemos besado y todavía no soy capaz de mirarle a los ojos. Me pongo nerviosa solo de pensar en que decir o hacer.

No me da mucho tiempo a replantearmelo, porque cuando levanto la cabeza en dirección al pasillo, lo veo delante de mí.

– Buenos días preciosa. ¿Pudiste descansar esta noche? – me pregunta abriendo la nevera.

Dulce y posesivo © (+18)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora