Entre tentación y impulsos.
Perspectiva de Bryce:
La familia. Una palabra que no me gusta usar equivocadamente. Por ello, cuando escucho a Juan pronunciarla contengo la respiración:
— Bryce, ¿no crees que es hora de hacer las paces? Somos familia después de todo. No puedes darle la espalda a tu padre.
— ¡Cállate viejo de mierda! — suelto sin ningún filtro.
— Uy, alguien se ha despertado del pie izquierdo. — contesta con una vez exageradamente calmada y con esa mirada que odio tanto, como si fuese el rey del puto mundo.
— No pienso ir a tus putas galas de pacotilla. No voy a fingir que todo está bien, de que eres un padre ejemplar y mi madrastra, la mujer de nuestros ojos. Porque es puro teatro barato.
— Mmm, me temo que no hay de otra. No puedes escaquearte esta vez. La gala de los Mildret es fundamental para el negocio.
— Pues vayan ustedes, creo que somos todos adultos ocupados y la prensa entenderá mi ausencia. Invéntate cualquier cosa, se te da tan bien engañar a los demás. — rechisto y la última frase deja segundas connotaciones.
— No, no lo entiendes. Te lo diré de otra forma. — habla soltando el humo y apagando su cigarrillo antes de rodear la mesa y posicionarse delante de mí. — No es ninguna petición, es una orden. Y como no quisiste asumirlo por las buenas, no queda de otra.
Con este sujeto no hay algo por las buenas. Siempre es por las malas. Con la diferencia de que a veces lo esconde y otras ni se molesta en ocultar.
— A Keane no le vendría bien tu resistencia, sabes lo duro que ha trabajado en ese negocio y bueno, en la Universidad. Como sabes, esa librería, en la que tú también has metido tus narices, está a mi nombre. Y ya ni hablar de los contactos que tengo para anularle el título universitario, sabes, así, como si nunca hubiese existido. Puff. — hace un gesto de explosión con sus manos.
— Eres una maldita escoria, desearía borrar tu apellido.
— Te quedas con las ganas.
— ¿Crees que su madre permitiría que destroces los logros de su único y verdadero heredero?
— Ya lo he hablado una y otra vez con ella, con decirle que es para su bien, le basta. Y más teniendo en cuenta que es lo que siempre ha querido. Que su hijo deje ese negocio mediocre y se dedique a lo que verdaderamente le corresponde, ser el gerente de la empresa familiar.
— ¿Y a ti eso no te molesta? Porque bien que te has adueñando de ese título, animal.
Pone una mano sobre mi hombro y me sonríe, con una falsedad que asquea. — Por desgracia, no soy eterno, pero no te preocupes, que mientras siga respirando, aunque Margaret crea que su hijo tiene el control, siempre estaré moviendo los hilos tras su espalda. — admite directamente y me doy cuenta de lo cínico que fue siempre.
— Como digas, voy a arrebatarte la librería y seremos libres de vosotros dos, no sois más que unos buitres que acechan el dinero, tanto tú como ella.
— Estaré encantado de ver eso, un espectáculo digno de ver, eso como fracasas. — se aleja de mí y mira por el inmenso ventanal de su empresa, dándome la espalda, lo que agradezco, odio ver su cara, porque me surgen ganas de pateársela.
— El viernes a las nueve, no lo olvides.
Doy un portazo escuchando su risa al alejarme.
(...)
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Dulce y posesivo © (+18)
Teen FictionDos hermanastros, secretos, el retorno de su primer amor y alguien que quiere destruirla. La vida de Senata vuelve a alterarse una vez más. Las cosas se ponen difíciles y los fantasmas del pasado permanecen allí por mucho que quiera empezar de 0. ¿S...