Capítulo 2

20.4K 1K 267
                                    

Revelaciones agridulces.

–Te ayudo a recoger, de todos modos ya estoy hecha pérdida. – digo volviendo a retomar lo que estaba haciendo. 

– Vaya espectáculo les ofrecimos. – dice entre carcajadas. – presiento que contigo esto será muucho más divertido.

– ¿Acaso no tienes otros compañeros tan "alegres" como tú? – pregunto con una sonrisa boba en mi rostro. 

– Timberlake es un aguafiestas de los grandes y la chica que trabajaba aquí se limitaba a seguir sus órdenes. Tener a alguien como tú es una ráfaga de aire fresco. – comenta poniendo la máquina del demonio en una caja. 

– ¿Cómo sabes que no seré como ellos?...O peor. Ni siquiera me conoces lo suficiente. – le argumento arrugado la frente.

Creo que después de todo lo que he pasado, odio que hagan prejuicios acerca de mí. En el pasado ya me han tratado de analfabeta e interesada por haber sido una sirvienta. Y está más que demostrado que no soy así. 

– Intuición femenina. – bromea abanicando esas hermosas pestañas que tiene. 

– Eres gay... ¿o algo así? 

– Querida, puedo darte mil y una razones de porque no lo soy. – se lleva a la boca un poco de crema y relame sus labios. 

¿Soy yo o lo vi a cámara lenta? ¿Será posible trabajar con este tipo de tentaciones?

– Secretaria, maid. Tienes una lista bastante curiosa. ¿No tendrás uno de esos trajecitos tan sensuales? 

– Los tengo, pero desde luego serías el último en verlos. – le aviso mirándole fijamente a los ojos con seriedad. 

Que tenga muy claro que por muy bueno que esté no puede propasarse conmigo. Y mucho menos darse aires de un obrero cincuentón que acosa a las mujeres. Por muy bonito envoltorio que tenga una conducta machista, sigue siendo una ofensa a mi espacio personal. Es algo que aprendí de Joseph. Al menos ese sinvergüenza  me aportó  algo. Y es saber respetarme. 

– Okey, veo por dónde vas. Me gustan las mujeres difíciles.  

Pongo los ojos en blanco y seguimos limpiando, lo dejamos todo impecable. Las chicas no se van hasta que Bryce les pide abandonar el local, pues debe hacer inventario o no sé qué más. Ellas acceden, contentas por irse de allí con su número. Se planta enfrente de mí y le entrego el delantal, el cual me ayudó a salvar una parte de mi ropa.

– ¿Cuándo empiezo? 

– Este lunes. Trae ropa cómoda. Lo demás te lo explicaremos luego, junto con los detalles de tu salario y las horas que trabajes.

– Gracias y antes de que me eches, debo dejarte. Tengo una cita importante. – le comento mientras me entrega mi carpeta y mis otras pertenencias.

– No creo que te eche por las buenas de aquí. 

Me lanza una mirada pícara y no puedo evitar reír, por solo una razón. Su actitud, en cierta manera, me recuerda a Adley.

No sé nada de él desde que me marché. Supongo que tampoco tendrá necesidad de verme ahora que no soy nada ni para su amigo ni para su empresa. Una lástima todo el drama que ocurrió entre nosotros y sus malas decisiones, hubiéramos sido buenos amigos. Y si no fuera por su poca valentía, quizá algo más. 

Me despido una vez más y salgo de ahí con una sonrisa en mis labios. Fué todo un éxito. Y lo mejor de todo es que es el trabajo de mis sueños. Estar enterrada entre libros y bueno... rodeada de dos hombres tan sensuales. Estoy segura de que en más de una ocasión me pondré nerviosa por su presencia, pero las buenas vistas que me ofrecen merecerán la pena.

Dulce y posesivo © (+18)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora