Capítulo 9

15.4K 943 493
                                    

Hard baby, go hard.

No puedo más, apreciar a Dylan saliendo del agua con esa camisa pegada a sus abdominales y destilando agua, me ha dejado más tonta de lo que estaba.

Bailamos y nuestras miradas son fuego. Estamos comunicandonos sin palabras, son nuestros cuerpos los que toman la iniciativa. Mi poca cordura me ayuda a no perder el control cuando rozo mi trasero contra su entrepierna en uno de esos movimientos rítmicos.

Ni siquiera noto la presencia de la muchedumbre que disfruta la fiesta al igual que nosotros. Simplemente me da igual todo, pasado, futuro. El presente es lo único que está en mi cabeza. Y este me dice. Follalo. Follalo.

No soy una puta insensible que usaría a Dylan solo para fines sexuales. Pero sé que él y yo, los dos, queremos esto. Y lo demás vendrá cuando tenga que venir.

– Me tienes loco. – dice y salto besándole la boca. Adentro mi lengua y me corresponde.

Entre besos, nos vamos poco a poco alejando de la fogata, del ruido, de nuestros amigos. Su espalda choca contra una palmera. Y nos separamos unos centímetros para permitirnos reír en voz baja. Me mira y relame sus carnosos labios.

– ¿Y ahora qué? – pregunto deshaciendo el moño que sujetaba mi largo cabello.

– Podemos volver ahí para otra ronda de shots o podemos continuar lo que hemos empezado.

– Veo más acorde hacer lo segundo. Sería un poco extraño si te presentas allí con esto así. – digo señalando la tremenda carpa que se montado bajo sus bermudas.

Y vaya, Bettany tenía razón. La Dylanconda no es ningún mito.

– Siempre puedo volver al agua y calmarme un poco. – responde con una sonrisa ladeada que expresa diversión.

Creo que el alcohol a influido  muy positivamente en su conducta. Jamás lo había visto ser tan atrevido.

– Para qué quieres eso si puedo aliviarlo por mi misma.

Acaricia mi mejilla y con el pulgar roza mis labios entreabiertos. Me permito succionar su dedo mirándole fijamente, sin vacilar.

– Pues si así piensas hacerlo, puedes empezar ya, princesa. – su voz de vuelve más ronca.

Agarra la goma de pelo que dejé a modo de pulsera alrededor de mi muñeca y me hace una coleta alta. Solo de pensar en la intención escondida bajo ese gesto, mi coño empieza a palpitar.

– ¿Aquí? ¿Y si nos ven? – musito algo alarmada pero a la vez excitada por lo que pueda pasar.

– Aquí. Si quieres ir al hotel para que te haga correr como nunca, primero debes cumplir con lo prometido.

Estamos a solo unos metros de los demás. Pone una de sus grandes manos sobre mi cabeza y me da un gentil empujón hacia abajo. Obedezco sin rechistar más y con su permiso le bajo la ropa.

JODER. SANTA MÓNICA.

Un falo de 22 cm se alza ante mis ojos. Los había visto grandes en el porno, pero sin duda en persona impresiona más.

Dulce y posesivo © (+18)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora