Volver después de más de seis años se le hacía cuanto menos extraño. Madrid estaba muy cambiada, parecía más grande y ajena. Las calles estaban abarrotadas de gente que esperaba la llegada de los valientes soldados que habían conseguido doblegar a Breda. Todos querían verlos desfilar sobre sus caballos, vestidos con sus mejores galas, sus cascos y armaduras impolutas, las picas y las banderas al aire, y los rostros cansados, pero felices de volver a casa. Aunque lo que más ansiaba la turba era ver al valeroso general que los había conducido a la victoria.
Erguido sobre su yegua azabache, el sol reflejándose en su coraza veteada, el morrión* coronado de plumas carmesí, gesto impasible y bajo el brazo, un pequeño cofre que no había consentido soltar en todo el viaje. Los niños lo observaban con la boca abierta, las mujeres murmuraban a su paso y los hombres lanzaban vítores. Sin embargo, él no sentía nada. Debería sentirse orgulloso y pleno y aunque en parte, así era, una parte seguía recordando todo lo perdido en aquella campaña y no dejaba de cuestionarse, si de verdad había merecido la pena tanto sacrificio. Veía la algarabía del pueblo, la nobleza reunida a las puertas del palacio, los cánticos y las alabanzas, y se preguntaba dónde estaba todo aquello cuando se morían de hambre y miseria. La corona los había dejado a su suerte, sin fondos ni provisiones, sin ayuda, y ahora todos querían formar parte de su logro. Era tanta la hipocresía, que tuvo que apretar los dientes preso de la impotencia. Volvió la cabeza buscando a los que de verdad habían estado a su lado. Los oficiales de mayor rango y titulo le seguían de cerca. Tras ellos iban Diego e Iñigo, precediendo a la infantería. Frenó su montura y retrocedió hasta llegar a su posición.
- Amo, ¿ocurre algo?
El moreno lo miró seriamente por la forma de referirse a él.
- Disculpadme, señor marqués - rectificó rápidamente.
- ¿Qué sucede capitán? - intervino el vasco.
- No se ha borrado el olor a sangre y pólvora de mis manos aún, y me tratan como a un héroe - dijo en voz baja.
- Lo que sois.
- No soy más importante que todos los que se quedaron en el campo de batalla. Amigos o enemigos. A ellos es a quienes debíamos rendir pleitesía.
- Y lo haremos, señor - habló Diego, poco acostumbrado a esa nueva posición. - Pero el pueblo necesita un aliciente, tener un referente en el que mirarse y soñar con poder salir de la miseria en la que viven. Vos sois esa esperanza am...capitán.
- Así es, vos nos habéis llevado a la victoria, merecéis el reconocimiento. Debéis volver a vuestro lugar - apuntó el moreno al percatarse de que la comitiva había frenado su avance, esperando el regreso del noble.
- La victoria la hemos conseguido juntos, así que juntos debemos llegar a palacio. Quiero que vengáis a mi lado - ordenó seguro.
- Pero señor, nosotros no poseemos título alguno - apuntó el más joven, sabiendo que de nada serviría oponerse, puesto que su amo ya había tomado la decisión.
- Tenéis honor y eso es mucho más valioso que cualquier título. Si a alguien le debemos estar vivos, es a ti Diego. Todos aquí lo saben, así que no aceptaré otra cosa. Cabalgad conmigo, acabemos con esto y volvamos a casa.
Ofreció la mano al menor que no tardó en aceptarla y tras él, al vasco que respondió de igual manera. Con paso elegante, los tres se dirigieron a la cabeza del desfile ante la mirada extrañada de los presentes. Solo algunos de los oficiales los saludaron con cordialidad antes de reanudar la marcha, hombro con hombro, apoyándose en silencio como sabían hacer. Así debía ser.
🎨 🎨 🎨
Las puertas de madera se abrieron frente al grupo de soldados que esperaba nerviosos a ser recibidos por su majestad. Solo una comitiva de unos veinte hombres había podido acceder al interior del nuevo palacio del Buen Retiro*. Los altos cargos militares serían los encargados de representar a toda la comitiva que esperaba fuera, haciendo las delicias del pueblo allí reunido.
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"Lienzos de un Siglo"
FanfictionDurante el siglo de oro español, un humilde pintor sevillano conquistará los corazones de la corte con su talento, llegando a deslumbrar al propio rey. Historia marcada por las luces y las sombras de una época donde las bajas pasiones y los interes...