CAP. 12 "Incondicional"

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Está dormido plácidamente cuando algo interrumpe su descanso. Una leve presión primero en uno de sus ojos cerrados, luego en el otro. Según va despertando es más consciente de todo. El calor del cuerpo del aprendiz rodeando el suyo y la suavidad de sus labios recorriendo su rostro con besos delicados y dulces. Se hace el dormido unos segundos más queriendo disfrutar de esa sensación tan nueva de dejarse cuidar y mimar por alguien.
Los dedos traviesos del pequeño juegan por su torso a la vez que su boca desciende de la mandíbula hasta su oído.

- Si seguís fingiendo estar dormido tendré que seguir besandoos.- le oye susurrar contra su oreja haciéndole sonreir como un idiota.

Cerró los brazos en torno a su cintura y se apretó contra él. El menor se acomodó mejor enredando sus piernas y siguió con su tarea.

- Si sigues besándome entonces no pienso moverme.- rozó su nariz con la mejilla rosada.

Raoul sonrió sintiendo el pecho alborotado y las ganas desbordar su boca. Llevó los labios al cuello tostado y dejó un beso casto primero, después abrió un poco los labios y succionó despacio, jugando con la punta de la lengua. Después de varios días había descubierto que cuando hacía eso el mayor giraba la cabeza para darle mejor acceso y su respiración se agitaba. Le gustaba provocar algo en el otro solo con su roce, le hacía sentirse más seguro de si mismo.

Con lentitud fue saboreando la piel tostada hasta morder el lóbulo de su oreja. Lo atrapó entre los dientes y presionó lo justo hasta que lo vio erizarse.

- Bésame.- suplicó el mayor excitado.

- Ya lo hago.- contestó con ganas de jugar un poco con él.

- Me vas a volver loco, ¿lo sabes?.- dijo mordiendo el cuello blanco y llevando las manos hasta su baja espalda.

Raoul sonrió y salió de su escondite para mirar a los ojos oscuros que en ese instante lo devoraban con una intensidad que casi le oprimía el pecho.
Desde que se besaran por primera vez la distancia entre ellos había desaparecido para dar paso a una mayor confianza y a una necesidad de estar piel contra piel a todas horas. Llevaban días jugando a provocarse mutuamente pero ninguno se había atrevido a dar un paso más. El marqués por respeto y él por miedo, pero le encantaba como se sentía cuando su boca humedecía su piel o como le arañaba con los dientes cuando le podían las ganas. Adoraba ver como temblaba cuando sus dedos se atrevían a acariciar las zonas más sensibles de su pecho. Jamás pensó poder sentirse tan poderoso en esa situación.
Esa mañana se había sorprendido a si mismo desesperado por ir más allá, y ahora que lo tenía frente a él con aquel fuego en los ojos sentía que se quemaba. Por eso se lanzó a sus labios con pasión.

El moreno lo recibió extrañado por la intensidad pero no tardó en corresponderle con la misma necesidad.

Besar a Raoul era como un amanecer, primero tenue y delicado, brillante e intenso después.
Podía ver en el menor como había ganado seguridad y soltura con los días y por eso cada vez le costaba más mantener la cordura y no dejarse ir como un animal desesperado por tenerle al completo como le gustaría. Pero quería hacerlo bien, el aprendiz era totalmente distinto a todos los hombres con los que había estado, con la mayoría no se había preocupado mucho en sus formas, solo tomaba lo que quería y no volvía a verlos. Pero ahora se sentía diferente y, aunque en el fondo le aterraba lo que estaba llegando a sentir, todo quedaba en segundo plano cuando el otro se entregaba de aquella forma, mordiendole la boca y tirando de sus rizos con fuerza. Apretó los dedos en su espalda pequeña y los arrastró hasta el borde de sus calzas. Raoul se contoneó como respuesta y lo miró a los ojos para asegurarse de que estaba pidiéndole un poco más. El ámbar había sido consumido por el negro y lo besó de nuevo con ganas, asintiendo con la cabeza, siendo consciente de las dudas del mayor.

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