¿Y tú quién eres?[COMPLETO✓]

Vi presento il signor Ignazio

¿No les ha sucedido que un encuentro los perturba tanto que pasan horas y horas pensando en ello? Es como si por alguna razón supieran que no fue solamente un encuentro sino algo más profundo, con un trasfondo y unas consecuencias más amplios. Eso era lo que me sucedía desde que hablé con aquel señor tan guapo frente a ese cuadro.

La galería cerró a las 12:43 sólo por el hecho de ser sábado, todo un detalle de parte de la signora Rossi.

Llegué a casa exhausta después de una jornada como esa, me deshice de los zapatos– no sé por qué, pero es lo primero que hago siempre nada más llegar– y fui hacia la cocina en busca de una botella de vino para degustarla observando la Fontana. Desde que me mudé aquí se ha convertido en uno de mis vicios preferidos, me da paz, y a veces me hace imaginarme las cosas en las que podrían haber estado pensando todos los arquitectos a cargo de semejante pieza.

Luego de ir  a por la copa, reviso en el frigorífico tratando de encontrar la botella del Borgoña que debía quedar y... ahí está. Perfecto. Es la mejor cura después de aguantar a doña Rossi todo el día. Ya con la copa servida paso por la sala, con los pies descalzos acariciando la  alfombra y antes de caminar al balcón me siento en el sofá, frente a una falsa chimenea que el antiguo dueño del apartamento colocó aquí por pura razones estéticas, ya que es ridículo tener una chimenea en un edificio.

Al mirar a mi lado me encuentro la obra de Lorenzo hecha un rollo sobre el sofá y recuerdo que por las prisas no había podido colgarla. Así que, dejando la copa en el suelo, me levanté y busqué en otro rincón de la sala la estructura de madera y con sumo cuidado, desdoblándolo, volví a apuntalarlo, busqué una silla para poder alcanzar la puntilla que hay sobre la chimenea, me subí y coloqué la pintura.

Regresé al sofá y me dediqué a observarla, mientras daba largos sorbos al vinos y recordaba una vez más la conversación con aquel extraño. La verdad no sé por qué es tan recurrente esa idea. Es decir, sí era guapo, y mucho, quizás el hombre más guapo y elegante que había visto de cerca en toda mi vida, pero la charla tampoco fue nada del otro mundo, había sido simplemente una plática entre dos adultos desconocidos. Mentiría si dijese que no me pareció interesante su punto de vista, o la intensidad de sus palabras, como si supiera exactamente qué decir, como si solo existiera ese momento.
"...puede que ese sea su lugar seguro..."

No puedo parar de darle vueltas a este asunto. Necesito centrar mi mente en otra cosa...ya sé: música. Voy directo a la reproductora y pongo play. La primera canción que suena es "Voy a olvidarte", de Reik. Es una de mis canciones favoritas y la primera de la lista de reproducción. Regreso al sofá y me adentro en el cuadro. "Nacimiento", en italiano "Nascita". El tema es claro, colores fundamentales verde y azul: la pradera y el cielo. Está dividido en dos secciones: arriba y abajo. Arriba se ve un árbol perfectamente recto, lleno de nidos de pájaros, hormigas y otras demostraciones de vida; el tronco del árbol está hecho de palabras que desde la distancia no son legibles pero intuyo que han de estar relacionadas con la naturaleza. Abajo, donde deberían estar las raíces, había un recién nacido en posición fetal, con el dedito gordo metido en la boca. Era una imagen tierna, acogedora y sobre todo inspiradora, daba la idea de que todo en el mundo podría tener solución, de que la inocencia era difícil de encontrar pero que no estaba del todo perdida, y también era un reclamo. Un reclamo de lo indefensa que es la naturaleza, y la necesidad de ella para los humanos. Era el tipo de imagen que pide a gritos la atención de todo el que entra a una casa y lo logra.