Happy Birthday to me

78 15 9
                                    

Me encontraba en una gran disyuntiva: por una parte era mejor no contestar y así todo era más sencillo, por otra podía empeorar las cosas evadir la responsabilidad, así que me decanté por responder aunque eso supusiera tener que mentirle a Ignazio...

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

Me encontraba en una gran disyuntiva: por una parte era mejor no contestar y así todo era más sencillo, por otra podía empeorar las cosas evadir la responsabilidad, así que me decanté por responder aunque eso supusiera tener que mentirle a Ignazio después de lo que había hecho por mí esa noche.

¿Ciao?– dije colocándome el móvil en el oído y sosteniéndolo con el hombro para, mientras, tanto, ir desayunando.

–Tic, tac, Malenita– me estremeció la voz ronca tan conocida– Las manecillas del reloj avanzan, el tiempo corre y ya cada vez falta menos para vernos las caras, ¿emocionada?– continuó con cinismo.

–Sí, sí, ya lo sé. Estoy en ello– le brindé una sonrisa a Nacho para dejarlo más tranquilo porque seguía asombrado de que hubiese recibido una llamada con número privado.

–Me disculpo, muy maleducado de mi parte, ¡qué mal! Había olvidado decirte que le dieras mis humildes saludos a tu visita– cuando escuché esa última palabra se me hizo un nudo en la garganta y se me paralizó el cuerpo.

–¿Cómo has sabido eso?– quise saber, y me levanté para echar un vistazo por el balcón de la sala y ver si había rastro de él. Al ver que no, cerré las cortinas para sentirme mejor.

–Sé muchas cosas sobre ti, ¿recuerdas? Ahora, tengo que colgar pero ya hablaremos tú y yo. Te quedan cuatro días. Adiós– cortó la llamada.

Regresé a la mesa y me encontré con la cara  de Ignazio que mostraba una gran confusión ante mi actitud.

–¿Pasa algo? Te pusiste pálida de repente, ¿es producto a la llamada?

–No, no, no. Era mi fontanero, tengo problemas con el... con el lavamanos– mentí, una vez más– La palidez es porque me vino un mareo de la resaca.

–¿Y por qué te llama con un número privado?– preguntó entornando los ojos.

–No, es que no tengo su número registrado y me sale de esa manera cuando me llama algún desconocido– era una excusa torpe pero fue la primera que se me ocurrió– Pero sigamos comiendo que se va a enfriar y todo está muy bueno.

Me miró todavía con un poco de recelo como si le costara creer lo que le había dicho, sin embargo, continuó desayunando y yo hice lo propio, poniendo mucho de mi parte porque entre los ascos del día anterior y la telefonata previa lo que menos me apetecía era probar bocado. Hablamos mucho esa mañana, le agradecí por haberse quedado conmigo a pesar de que seguramente tenía un millón de cosas que hacer, y llegamos hasta a platicar sobre el día que nos conocimos:

–Me pareciste hermosa ese día– confesó de una manera que me hizo reír– A ver, todavía me lo pareces pero ahora de otra forma, no sé explicarme...

–Ya...Pues tú a mí me pareciste un traficante de órganos– confesé yo, sin miramientos. Él estalló en carcajadas y seguidamente me preguntó el porqué– Es que no todo el mundo tiene un súper auto como el que te fue a recoger ese día. Habían dos opciones: creer que eras un traficante-mafioso-delincuente o pensar que eras un famoso y... bueno...ya ves tú, mi instinto no sirve para nada– yo también reí.

¿Y tú quién eres?[COMPLETO✓]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora