Profecia y busqueda

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Percy despertó al oír el sonido de alguien tocando la puerta, fue a ver y se encontró a Quiron en su forma equina, esperando afuera.

-Quiron, ¿qué haces aquí?- preguntó lo más cortes posible.

-Hoy Sebastian recibirá una profecía para recuperar el Rayo Maestro de Zeus, y siento que eres necesario- dijo mientras lo jalaba.

Ya habiendo llegado a la Casa Grande, Percy notó que Sebastian ya estaba ahí, con su siempre presente sonrisa arrogante.

-Ya era hora de que llegaras- dijo dirigiéndose a Percy.

-Yo nadamas vine porque Quiron me quería aquí. Si quieres me voy- dijo pasándole de largo.

Sebastian iba a decir algo, pero Quiron le recordó que tenía que ir a ver al oráculo. Y así lo hizo.

Ya habiendo pasado 20 minutos, Percy se preguntaba si a Sebastian no se le había freído el cerebro, pero finalmente bajo, pálido y sudoroso, pero bajo.

-¿Y pues?- quiso indagar Quiron.- ¿Qué dice la profecía?

El invocador de plagas guíara el camino.
La sabiduría y tu le siguen sin ver.
Irás al oeste, donde te enfrentarás al dios que se ha revelado. Encontrarás lo robado y lo devolverás.
Serás traicionado por quien se dice ser tu amigo.

-¿Eso es todo?- trato de indagar Quiron.

Sebastian solo asintió, todavía estaba demasiado pálido y asustado como para responder.

-Tu y Percy vallan a empacar sus cosas, por suerte su tercer miembro ya se presentó voluntaria.-

Y así como termino Quiron, justo a su lado se materializó Annabeth, con su gorra en manos.

Percy nadamas fue por su mochila encantada, y a despedirse de sus amigos.

Quiron y Luke los estaban esperando en la colina para despedirse.

Esta vez, Luke le dio los zapatos encantados a Sebastian y Percy esperaba que los zapatos se lo llevaran al Tártaro.

Argos los llevo a los 3 a la ciudad, Percy sacó un teléfono anti-monstruos de su mochila y se puso a escuchar música todo el trayecto.

Todo poso normal hasta la hora en la que las furias abordaron el autobús. Sebastian se puso la gorra de Annabeth y las furias lo pasaron de largo.

Ya cuando llegaron con Annabeth y Percy, Alecto le guiñó un ojo a este muy disimuladamente.

-!!¿Dónde está?!!- gritaron las 3 ancianas a la vez.

-No está aquí- fue todo lo pudo responder Annabeth antes de abalanzarse sobre una.

Las otras 2 tomaron su verdadera forma y se fueron contra Percy. Este como no podía tele-transportarlas al inframundo, tuvo de matarlas para que fueran con Hades para informar su progreso.

El autobús se detuvo cerca Jersey y todos los pasajeros bajaron en estampida, liderados por el conductor.

Justo cuando Percy y Annabeth bajaron, Sebastian se materializó justo al lado de ellos. En cuanto Annabeth lo vio, le soltó una cachetada.

-¿Por qué me golpeas?- le preguntó este medio enojado.

-¿Cómo te atreves a abandonarnos como si nada?- contraatacó ella.

-Lo siento, pero soy más importante, no puedo morir aquí.-

-¿Podrían los 2 dejar de coquetear? Le podrían dar migraña hasta a un sátiro- interrumpio Percy antes de que siguieran.

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