Maratón 2/4
CAPÍTULO SESENTA Y UNO
Demian
Termino la llamada con Lianna, siendo eso lo primero de mi día y me dispongo a vestirme, conseguir algunos abrigos para la nieve y encontrarme con Viktor y mi padre para poder firmar los papeles que nos dejan hacernos cargo de él.
Mi padre está... bueno, simplemente está. Ni bien, ni mal. Parece un zombi, simplemente existiendo sin un jodido propósito de vida y eso me cabrea un poco. Ver el abandono en el que se ha sumido y la depresión que lo domina me dan ganas de golpearlo y obligarlo a reaccionar.
Salgo de mi habitación, paso el pasillo donde hay otra habitación de invitados, ambas alejadas de la habitación de Viktor y mi padre y suspiro, mientras camino a la cocina. Estar en Rusia se siente extraño, especialmente porque no se siente como en casa. Aquí no tengo ni a Andrei, Nikolai, Gemma o mi club y es bastante solitario.
Sin embargo, los recuerdos de mi infancia y mi madre calientan un poco el frío invierno ruso al que llegué hace unos días.
—Buenos días, hermanito— Viktor me da su usual asentimiento de cabeza matutino y lo escucho bostezar mientras preparo una taza de café—. Nastia puede ocuparse de eso—me dice.
Nastia es una de las tres personas que trabajan en la casa. Lo hace desde hace algunos años, tiene mi edad y su madre, Sveta, también lleva años aquí. Mi padre amasó su fortuna con las construcciones y, en parte por eso, mi hermano se convirtió en arquitecto y siguió su ejemplo. Aunque Vik es mucho menos estricto con sus cosas, también forjó su fortuna. No son datos que saque a relucir muy seguido, puesto que odio rodearme de gente que se interesa en el dinero de mi familia.
Dejé que eso me pasara una vez con Verónica, no pasará de nuevo. De todos modos, sé que las personas con las que me rodeo ahora no tienen nada de parecido con ella, pero de todos modos, no me gusta mostrarlo.
—Nastia está durmiendo, hermano, son las cinco de la mañana— le señalo.
Cambiar del español al ruso no fue tan difícil como esperaba y el único momento en el que vuelvo al español es cuando hablo con Lianna o con Paulette, por algunas cosas del club. Andrei y yo hablamos algunas veces, porque también está preocupado por la salud de mi padre, pero lo hemos hecho en ruso. Él y Nik tuvieron una historia parecida a la mía; familia mixta, criados en dos países y con una mezcla cultural bastante interesante. Su padre— mi tío, hermano de mi padre— y su madre— hermana de mi madre— comenzaron a salir algunos años antes de que él naciera. De hecho, en su boda fue que mis padres, Sergey e Ivana se conocieron. Mamá solía decir que lo que tuvo con mi padre fue amor a primera vista, que se enamoraron perdidamente y que hubieron algunos acontecimientos que los llevaron a quedar juntos, incluso antes de quererse.
Papá diría que mamá fue una molestia, pero vería el brillo de amor en sus ojos. Por eso es que está así, porque no supera la muerte del amor de su vida. Ni siquiera puedo ponerme en su lugar, a pesar de que lo intento. Mi madre fue demasiado especial, única y un alma tan pura, que incluso me veo a mí mismo repitiendo los comportamientos nostálgicos de mi padre cada vez que pienso en ella.
Sin embargo, veo sus ojos verdes en Viktor, su carácter jocoso y su humor divertido. Tengo cosas de ella, que viven en mi hermano, en mis primos y en mí, así que creo que puedo sobrellevarlo. Adabel, hermana de Andrei, es una imagen idéntica a mamá. Cabello oscuro y ojos verdes, una genética que los cuatro heredamos de nuestros padres, pero en ella, siendo la única mujer, me recuerdan demasiado a mamá. Sin embargo, para mi padre, somos un recuerdo constante de lo que perdió. Por eso ni siquiera ve a mis primos, a pesar de que Andrei ha querido verlo varias veces. Ada es otra historia, pero de todos modos...
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Sinestesia | SEKS #1
RomanceSERIE SEKS, LIBRO #1 Lianna está a punto de terminar su carrera en psicología, pero su tesis es rechazada. En su intento por buscar información para abordar algún tema controversial, llega a Seks, un club sexual cuyo dueño parece dispuesto a darle u...