XVI

2.2K 346 166
                                    

Me traicionaste, y sé que
nunca te arrepentirás de
haberme lastimado.

—Olivia Rodrigo ; Traitor

Cerré la puerta de la habitación en cuanto la crucé, dejando a la chica que venía detrás de mí afuera

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

Cerré la puerta de la habitación en cuanto la crucé, dejando a la chica que venía detrás de mí afuera. No quiero lidiar con esto ahora. No puedo hacerlo, tengo muchas cosas en mente. Creí que habría entendido el mensaje, pero dos golpes suaves en la puerta me dejaron claro que no.

Me recosté sobre la cama, con el rostro hundido contra la almohada dispuesta a cerrar mis ojos y rogar por no volver a despertar nunca más.

—Dai... ¿Podemos hablar? Tamaki nos dijo lo que pasó, pero... yo quiero oírlo de ti.

Sentí como mis ojos se cristalizaban. Me estaba pidiendo mi versión.

—¿Por qué te importa? — alcé la voz para que pudiera escucharme.

Hubo silencio durante unos segundos, creí que se había ido.

—Porque eres mi amiga... — respondió suave, pero perceptible — y quiero saber cómo fue para ti.

Solté un suspiro pesado, levantándome y arrastrando los pies, siendo sumamente consciente que, al igual que de todas mis decisiones, me terminaría arrepintiendo. Dudé un poco antes de abrir la puerta finalmente. Sus ojos brillantes me miraron y yo me hice a un lado para dejarla entrar. Miró a su alrededor como si fuera una clase de museo de alta alcurnia, no me explicaba el porqué se veía tan fascinada.

Le indiqué con la cabeza que se sentara en la cama, pero ella se recostó a los pies con una sonrisa. Chasqueé la lengua cuando quise reír ante su confianza. Me dirigí a mi lugar, sentándome y poniendo una almohada frente a mi estómago como acostumbraba. No me dijo nada, no me insistió ni presionó.

Me tomé unos segundos antes de comenzar a contarle.       

Los jóvenes Dai y Amajiki estaban uno al lado del otro igual que siempre. Esta vez, la maestra de artes había decido que su clase debía ser al aire libre, por lo que con una sonrisa veía a sus pequeños estudiantes repartidos en el pasto mientras realizaban la tarea. Sus ojos se posaron unos segundos en ese dúo inseparable, en cómo cruzaban un par de palabras y luego intercambiaban los cuadernos, pintando el dibujo del otro. A la clase no le quedaban más de diez minutos, por lo que estuvo por pedirle a sus estudiantes que se apresuraran para entregarles sus trabajos cuando recordó la noticia importante que tenía que darles.

—¡Casi lo olvido! — se regañó mentalmente, para luego aplaudir un par de veces y así llamar la atención de sus alumnos — Escúchenme niños, en una semana es el día del padre, y la escuela nos ha autorizado a hacer una pequeña obra.

Rápidamente las voces de emoción de los niños no tardaron en aparecer.

—: Sh, sh, esperen. Ya tengo todo planeado, así que cuando terminen y me entreguen su trabajo, les diré que papel tendrán, ¿sí?

¹𝐎𝐏𝐄𝐍𝐈𝐍𝐆 𝐒𝐄𝐐𝐔𝐄𝐍𝐂𝐄Donde viven las historias. Descúbrelo ahora