VI

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Honestamente, te extraño, pero
ahora te olvidaré porque duele
menos que odiarte.

—BTS ; Spring day

Tenía solo doce años cuando la conocí

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Tenía solo doce años cuando la conocí. Estábamos en el taller de artes plásticas cuando se acercó a mi solitaria mesa. Tenía el cabello rubio despeinado, las manos sucias y los dientes ligeramente chuecos, ya que usaba aparatos de ortodoncia para corregirlo. Aun así, era algo linda. Sobre todo, porque sus ojos me miraron cálidamente mientras arrastraba una silla y se sentaba junto a mí.

—Hey, ¿no tienes compañero? — saludó —. Me llamo Sasaki, pero dime Dai.

—M-Me llamo Tamaki — recuerdo haberme presentado con las mejillas rojas. Estaba tan cerca de mí que su hombro rozaba con el mío y a ella no parecía importarle —. Trabajo mejor solo...

—Pero es en duplas — frunció el ceño desconcertada —. ¿Quieres que seamos juntos? Los demás no me caen bien.

—¿Por qué?

—Hablan de sus quirks como si fuese lo más importante. Compiten por quien es más poderoso y coleccionan fotos de All Might — dijo ella, apoyando su rostro sobre sus manos con pereza —. Son aburridos.

—Y-Yo también lo soy.

Ella se giró, volviendo a sonreírme.

—Sí, pero al menos eres callado.

Rio ligeramente, haciendo enrojecer mis mejillas un poco más. Ella se acercó a mí, poniendo su rostro a la par del mío.

—: Seamos amigos, Tamaki, así ninguno de los dos volverá a estar solo.

Llevé la mano a mi rostro en cuanto su puño impactó contra mi mejilla. Me tomó tan por sorpresa que no pude evitar girar mi rostro para mirarla con los ojos bien abiertos. Su pecho subía y bajaba agitado, mientras su mirada perturbada se escondía tras cerrar los parpados y calmar su agitada respiración. Casi podía ver las ondas de calor que comenzaba a emanar. Una vez más sus emociones hablaban por ella.

—Discúlpate.

No.

No quería hacerlo, porque estuve años intentando pedir perdón y ella jamás me escuchó. Ahora mismo, no quiero que ella se salga con la suya, pero sé que, de no hacerlo, las cosas podrían empeorar. Nunca me había considerado un chico imprudente, mucho menos orgulloso.

Ni hablar de digno.

—Lamento haberte dicho traumada — solté. No había sido un golpe fuerte. Dolía, claro, pero no me había hecho sangrar —. No estuvo bien, lo siento.

Ella asintió, dejando unos segundos de silencio en los que esa onda de calor que parecía emanar se calmaba. Sus ojos se abrieron, justo cuando la pincelada rojiza terminaba de dejar sus pupilas de una vez.

¹𝐎𝐏𝐄𝐍𝐈𝐍𝐆 𝐒𝐄𝐐𝐔𝐄𝐍𝐂𝐄Donde viven las historias. Descúbrelo ahora