I

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En el fondo de mi mente,
tú te moriste. Ni siquiera
lloré. Ni una sola lágrima.

D4vd ; Romantic Homicide

« —¿Prometes quererme para siempre? ¿Incluso si me convierto en un pulpo gigante que asusta a los otros niños?

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« —¿Prometes quererme para siempre? ¿Incluso si me convierto en un pulpo gigante que asusta a los otros niños?

—Prometo quererte para siempre, Amajiki-kun, yo jamás te lastimaría. ¿Tú prometes guardar mi secreto sin importar qué?

—Lo prometo. »

Una vez más sacudí la cabeza mientras borraba esas imágenes de mi mente que aparecían cada vez que mamá encontraba una fotografía de cuando era niña y comenzaba a recordar en voz alta. Esta vez, había descubierto toda una caja de recuerdos escondida detrás del estante mientras yo comía felizmente una tostada. Yo realmente intentaba hacer oídos sordos a todas las palabras que salían de su boca, pero mi mente estaba dividida en dos parte. La estúpida, y la racional.

La parte estúpida era una masoquista que quería escuchar con detalle todo lo que mi madre decía con ese irritante tono melancólico, mientras que la racional intentaba enfocarse en las marcas que tenía la miga del pan en mis manos para que fuese incapaz de concentrarme en cualquier otra cosa que no fuese esa.

El apetito se me fue de golpe cuando una foto rectangular se posó frente a los ojos de mamá, y ella no encontró nada mejor que decir:

—Oh, Dai, mira esto — dijo ella con ternura —. ¿No se ven lindos?

Y en cuanto ella giró la fotografía, sentí como todo mi cuerpo se tensaba. Una niña rubia envolvía sus brazos alrededor del cuello del sonrojado muchacho. Ella tenía dos coletas altas despeinadas, le faltaba un diente y su rostro estaba manchado con pintura amarilla. Por otro lado, el niño más bajo que ella tenía el cabello oscuro revuelto con algunos mechones manchados de pintura roja igual que el rostro. Inocentes criaturas que disfrutaban de la amistad más pura.

Es una lástima que eso no durara mucho.

—: Él era un niño tan dulce, si no hubiese sido tan cruel en ese entonces, tal vez-

Ni siquiera sentí el impulso que recorrió todo mi cuerpo cuando me puse de pie y caminé hacia ella. Sin pensarlo demasiado, le arranqué la fotografía como si nada de entre las manos y la convertí en una insignificante bolita de papel bajo mis palmas luego de haberla arrugado. Mamá me miró con los ojos bien abiertos mientras yo tomaba mi mochila que descansaba sobre el sofá.

—No deberías tomarle tanto aprecio a la basura — solté sin mucho ánimo —, solo son un montón de papeles sin importancia.

Una vez más, me miró como si no supiera en qué se había convertido su hija, como si ella no hubiese sido gran responsable de ello.

—No soporto cuando te comportas así, eso definitivamente lo sacaste de tu padre. Como si no fuese suficiente ya con todos los problemas que nos dejó — esto último lo dijo para ella misma, pero ni siquiera se tomó la molestia de bajar el tono para que no la escuchara.

¹𝐎𝐏𝐄𝐍𝐈𝐍𝐆 𝐒𝐄𝐐𝐔𝐄𝐍𝐂𝐄Donde viven las historias. Descúbrelo ahora