XXI

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Incluso aunque nos
tomemos de la mano,
vemos lugares diferentes.

—Stray Kids ; Chill

—Si es la super oferta de Sweet Candy para que me convierta en una rata soplona, paso

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—Si es la super oferta de Sweet Candy para que me convierta en una rata soplona, paso.

—No. Ella quería que fueses un señuelo, pero la he convencido de cambiar de parecer.

Hay dos cosas que me llaman profundamente la atención de su frase. Uno, yo sería el señuelo. De haber dicho que sí, ella planeaba usarme como distracción para un ataque mucho más grande. Dos, ¿él la ha convencido? Creí que solo era un muñeco de trapo, su marioneta a la que le movía los hilos como quería, pero era algo más, lo bastante como para que él tuviese el poder suficiente para hacerla cambiar de opinión.

Era información que debía archivar bien en mi mente.

—: Eres igual que nosotros, Dai — sonaba tan convencido de ello que por un momento lo creí —, si te unes a nuestro equipo, no habrá nadie que pueda detenernos. Nadie volvería a encasillarte.

—¿Nunca? — salió más como un susurro imposible de retener.

—Nunca. Nadie volvería a mirarte con desprecio — insistió — tendrán miedo de ti, y se arrepentirán de haberte lastimado después de todo este tiempo. Te llamaron inestable, te negaron tu derecho a usar tu quirk...

Sí, puede que ya no me llamen monstruo.

Pero, definitivamente yo me consideraría uno.

Y con eso no podría vivir.

—Por un momento me engañaste... — respondí —. Creí en tu papel de patético ebrio atormentado por sus errores.

—Soy un ebrio patético atormentado por sus errores, aunque no sé si tan patético, ni tan atormentado — dijo con ironía, esbozando la sonrisa mezquina que yo había heredado de él —. Solo así me aseguraba de que me dijeras todo lo que debías. Aunque fue más cruel de lo que esperaba.

—¿Esperabas un regalo por el día del padre? — pregunté con ironía. Pronto, las piezas comenzaron a unirse en mi cabeza — Un segundo... eso significa que ella lo sabía. Sweet Candy sabía que estábamos allí.

Él asintió lentamente, mientras yo dejaba escapar un jadeo crédulo. Pude escuchar la maldición de Amajiki del otro lado de la línea, no tuvo ni que escuchar la afirmación de su parte. Siempre fue parte de su plan, ha estado controlándonos como si fuésemos sus juguetes. La muy hija de perra...

Sentí como el calor lentamente fue apoderándose de mi cuerpo. Escondí las manos detrás de mi espalda, y encogí los dedos repetidamente para calmarme. Mi mirada se enfocó en el paisaje, recorrí cada pétalo, cada corteza, pero no había forma de detener esa rabia de haber caído estúpidamente en cada juego.

¹𝐎𝐏𝐄𝐍𝐈𝐍𝐆 𝐒𝐄𝐐𝐔𝐄𝐍𝐂𝐄Donde viven las historias. Descúbrelo ahora