二十

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Kise llega a casa al atardecer. Estoy recostado en el sofá, he vomitado al menos tres veces desde que intenté probar un bocado a medio día, y me siento con nauseas cada vez que intento ponerme de pie.

—¿Estás bien, senpai? —, dice Kise, acercándose a mi cabeza. Su olor de inmediato hace retroceder las nauseas.

Sus manos acarician mi frente y mi cabello, con los ojos medio cerrados lo veo tomar su bolso y llevarlo al dormitorio antes de volver a la sala de estar. Siento su mirada en mi, pero se aleja en dirección a la cocina. Escucho el agua corriendo, y en unos momentos, está junto a mi, poniendo un paño húmedo en mi frente y el golpeteo de un vaso sobre la mesita de café.

Abro los ojos para verlo con el ceño ligeramente fruncido, mirando mi rostro.

—Tienes un poco de fiebre, senpai —, dice. Parece molesto.

—No es que lo hiciera a propósito —, le digo. Él solo sacude la cabeza.

Sus manos vagan por mi cuerpo, tocando bajo la ropa. Me siento ligeramente excitado cuando sus manos frías enfrían mi cuerpo caliente. Jadeo con su toque. Sus pupilas se dilatan por la excitación cuando mis feromonas comienzan a excitarlo también.

—No lo hagas —, dice. Su mandíbula sobresale un poco, como si estuviera apretando los dientes. Tal vez para evitar excitarse, pero el bulto en su pantalón, hace evidente que no es completamente inmune a mi excitación.

Algo en él parece quebrarse cuando un gemido sale de mis labios. Sus manos son rápidas y metódicas para sacar mi ropa. Su lengua se adentra en mi boca en cuanto la camiseta sale de mi cabeza. Un gemido sale de sus labios.

» Tu boca está tan caliente —, jadea. Sus manos lo desnudan, y mis brazos se envuelven a su alrededor, intentando acercarlo a mi. Pero él se mantiene alejado, terminando de desnudarse.

Su cuerpo se cierne sobre el mío cuando está completamente desnudo. Su piel contra la mía me excita aún más, y empujo mis caderas, buscando... hasta que lo siento, su pene erecto se frota sobre mi vientre.

Una de sus manos sostiene su peso junto a mi cabeza, mientras la otra vaga por mi cuerpo, acariciándome. Su mano sube y baja, y baja, y baja, hasta que se mete entre mis piernas, buscando mi agujero, húmedo por la excitación. Sus dedos entran fácilmente, y giran, haciendo temblar mi mundo cuando toca mi punto dulce, una y otra vez, hacia adelante y atrás. Sus dedos entran y salen, y yo tiemblo desde el interior, todo mi cuerpo se estremece de placer. Al cabo de un instante, sus dedos salen por completo y tomando su erección, presiona la punta en mi agujero, empujando hacia el interior. Su pene entra lentamente.

Estando así, empalado en su pene, me siento al fin completo, y las barreras que tenía levantadas se rompen, y las lágrimas fluyen de mis ojos y por mis mejillas. Kise mira mis lágrimas y se congela.

—Estoy bien —, jadeo —, se siente... muy bien...

Él me mira por un momento, y asiente con la cabeza cuando empieza a salir y luego empieza a empujar en mi interior una vez más, buscando un ritmo. Su pene toca todos mis puntos nerviosos, elevando mi placer cada vez más. Entrando y saliendo, cada vez más rápido, hasta que siento que me rompo. Mi boca se abre en un último gemido y mi pene hace erupción, manchando mi abdomen. Pero él no deja de moverse. Su ritmo flaquea por un momento, pero luego retoma sus movimientos, empujándome más y más cerca del borde una vez más.

Mis dedos se encajan en su espalda, buscando más cercanía, y Kise baja sus labios a mi boca. Jadeamos en la boca del otro, buscando aire, pero nuestros alientos se mezclan mientras nuestros labios se rozan por el movimiento.

El sonido del sofá crujiendo es fuerte en mis oídos, y mis jadeos y gemidos se entremezclan con los suyos. Los gruñidos y el golpe de piel chocando contra piel, además del sonido de succión me dan el último empujón, y una vez más caigo en un precipicio que es cada vez más profundo. Mi orgasmo me sacude hasta los cimientos, y esta vez, Kise pierde por completo el ritmo. Su semen llena mi agujero y se desborda por los bordes, saliendo de mi mientras su pene aún está en mi interior.

Kise se deja caer sobre mí, pero aún sosteniendo su peso sobre sus bazos. El sudor de su cuerpo cae sobre mi. Jadeamos y gemimos cuando su pene sale de mi interior, y lo que quedaba de su semana, sale de mi agujero al mismo tiempo que la punta de su pene termina por salir de mi.

Kise apoya su frente sobre la mía, y luego de unos momentos, besa mis labios y sale de encima de mí. Va al baño, busca una toalla húmeda y me limpia por completo antes de limpiarse a sí mismo.

Al volver del lavadero en esta ocasión, luego de llevar la toalla sucia, me viste, y se pone un pantalón. Sus manos acarician mis hombros y mi cabello. Su mano se posa por más de unos momentos sobre mi rostro, y una vez más su ceño se frunce.

—Creo que tu fiebre está empeorando —, dice.

—Estoy bien —, le digo, pero él no parece del todo convencido. Así que me aclaro la garganta y le cuento sobre mi día.

Su ceño se frunce aún más cuando le cuento sobre mi encuentro con su padre.

—Así que, ¿él solo estaba molesto porque me parezco más a mi madre? —, su pregunta me hace sonreír.

—Creo que es porque él solo la extraña.

Kise se queda por un momento pensando en ello, pero luego sus ojos se iluminan y en su rostro aparece una sonrisa brillante.

—Entonces, ¿sí estás embarazado?

Su alegría es contagiosa, y le sonrío de vuelta mientras asiento con la cabeza.

Él me abraza con fuerza y me mece de un lado al otro, pero tan rápido como lo hizo, me suelta.

» ¿Habrá sido buena idea hacer el amor estando tú embarazado? —, pregunta. Su rostro palidece y su mano baja a mi vientre.

—Estará bien —, le digo, poniendo mi mano sobre la suya.

La alegría vuelve a sus ojos cuando ve que no miento y comienza a hablar de todo lo que le gustaría enseñarle, de cómo se llamará y lo que nos depara el futuro. Kise habla hasta por los codos hasta que podemos ver que el sol comienza a ocultarse detrás de las cortinas.

Prepara un poco de té y calienta la comida que no pude comer en el almuerzo para cenar. Y mientras comemos intento hacerlo entrar en razón sobre su padre, pero él parece más resentido de lo que esperaba.

Incluso luego de saber qué motivó a su padre a actuar como lo hizo, aún se siente un poco traicionado, pero tengo la esperanza de que cambiará de parecer cuando nuestro pequeño nazca.

—Mi padre dijo que volverá dentro de unos días —, le digo mientras lavo los trastes y el limpia el desastre que quedó en la sala de estar.

—Al fin la conoceré —, dice él, arrugando la nariz por el olor.

Yo me río a carcajadas de su rostro, y el sonríe con alegría.

Continúo lavandomientras mi mente vaga a mi nueva realidad. Las cosas se asentarán en unarutina cuando me acostumbre a mi nuevo estilo de vida. Con Ryouta, el pequeñoKise que crece en mi interior, mi padre y el suyo. Espero que también formeparte de nuestra pequeña familia. Después de todo, Ryouta lo entenderá cuandopasen los meses.

Kisematsu - Omae Wo Nokosanai (Kiseki no Sedai: Daini no Sedai #2)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora