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Al escuchar esas palabras, me congelo en el lugar. Es como si me hubiese caído un balde de agua fría sobre la cabeza, y todo el calor que sentía hace un momento, se hubiese vuelto hielo en mi piel.

—Espera —, le digo, pero mi voz no sale con suficiente fuerza.

—No puedo, senpai —, dice y escucho un poco de angustia en su voz, pero sigue moviéndose desesperadamente, casi arrancando la ropa de mi cuerpo.

—Kise —, mi voz sigue sin ser lo suficientemente alta y no me siento seguro de poder hacer que se detenga —, eso no es bueno...

Un gemido sale de mi cuando sus manos entran en mi pantalón, bajo la ropa interior y sus dedos alcanzan mi agujero, rodeando suavemente el músculo, que no opone resistencia a su intrusión. Lo deseo, casi tanto como él. Pero es una mala idea.

—Senpai —, gime, y escucho como su ropa golpea el suelo.

—Espera —, le digo, pero no dejo de mover mis caderas, apurando a sus dedos a entrar más profundo en mi interior. Sus dedos entran y salen, una y otra vez, excitándome.

En mi mente todo se vuelve un revoltijo. Había una razón por la que esto era malo, pero no puedo recordar cuál era ese motivo.

De repente, sus brazos dejan de sostenerme, y caigo sobre mis pies por un momento, antes de que sus manos me volteen, y mi pantalón golpea mis rodillas.

Kise empuja la parte superior de mi espalda, haciendo que me doble por la cintura, y siento la punta de su pene presionando mi agujero. Me empujo hacia atrás. Kise no lo piensa y me penetra rápidamente.

Todo se queda quieto por un segundo, el mundo no gira, y me siento en paz con el mundo mientras lo siento en mi interior, llenándome.

Sus manos se afianzan en mis caderas y empieza a mecerse, de atrás adelante, una y otra vez, y yo me aferro con las manos a la pared, aceptando cada uno de sus empujes, disfrutando de su pene en mi ano, entrando y saliendo, una y otra vez.

El olor picante y caliente de Kise me envuelve, y me siento seguro y protegido en sus brazos, con su cuerpo contra el mío, con su pene en mi interior.

Hay un punto en mi mente que me hace creer que es un error, pero lo ignoro, porque no hay razón para que algo que se siente tan bien sea un error. Definitivamente todo está bien.

Y mezo mis caderas contra las suyas, haciendo que su penetración sea más rápida y más profunda. Kise gruñe en mi oído, y siento sus labios sobre mi cuello, lo que vuelve a provocarme estremecimientos, y casi espero que me muerda. Lo deseo. Pero él solamente pasa su lengua por la base de mi cuello y sigue martilleando en mi contra, con más fuerza y a más velocidad.

Me dejo llevar por la pasión que él siente, cada uno de sus embistes hace que los dedos de mis pies se curven. Su pene golpea justo el punto exacto en cada movimiento, y me siento llegar al borde cada vez, pero por algún motivo no puedo hacerlo.

La desesperación me hace estremecer, y siento tanto placer como dolor al estar en el borde y no poder caer del otro lado. Kise parece que se toma su tiempo, y si no fuese porque cada aliento que toma es un gruñido de placer en mi oreja, me creería incapaz de llevarlo al orgasmo.

Kise toma mis caderas y me voltea, soportando mi peso en sus piernas una vez más, y el eco de mi sorpresa golpeando en las paredes del gimnasio, me avergüenza más que lo que hemos hecho hasta ahora.

Sus caderas vuelven a retomar un ritmo frenético, y mis nalgas golpean sus muslos cada vez que me levanta y me deja caer sobre su regazo, mientras su pene sigue penetrándome.

Me recorre un estremecimiento de placer, y en un frenético intento de llegar al orgasmo, muerdo su hombro. Kise deja salir un gruñido, y junto con una profunda penetración, eyacula en mi interior. Puedo sentir el nudo formándose, anclándonos juntos y las descargas de su semen en mi interior, me hacen llegar por fin al orgasmo. El placer me nubla la mente, y mi pene hace erupción sobre su abdomen.

Nuestras respiraciones aceleradas se entremezclan, y suelto mis dientes de su agarre, dando un largo gemido de placer. Apoyo todo mi cuerpo sobre él, y Kise agarra firmemente mi cuerpo, aún empujándome contra la pared, sujetando mi peso contra ella.

Siento sus piernas temblar, pero me siento seguro en sus brazos, sabiendo que no me dejará caer. Mis labios besan su cuello y su barbilla, buscando sus labios, y él, al notarlo, baja sus labios a los míos y me besa ferozmente por varios minutos. Sus sobre los míos, su lengua en el interior de mi boca. Los sonidos de succión no se detienen, ni siquiera cuando el nudo se retrae, y su pene sale de mi interior, tan duro y firme como al comienzo.

—Senpai —, gime en mi oreja, y una vez más, sus manos agarran firme mis caderas, y me voltea otra vez, con el culo en alto, y su pene vuelve a entrar en mi interior.

—Ahh —, gimo, por placer y dolor. Siento mi interior resentido, pero no puedo resistirme al placer que llega con cada penetración.

—Senpai —, gruñe otra vez, y esta vez siento sus dientes raspar por la base de mi cuello.

Sin pensarlo, dejo mi cuello expuesto para él, y con un gemido lastimero, muerde mi carne, dejando una marca profunda. Sus dientes sacan sangre de mí y lo escucho beber por un momento, antes de lamer la herida hasta casi cerrarla.

Sus caderas una vez más se mueven a gran velocidad, entrando y saliendo de mi interior. Gimo de placer, y exploto en solo unos momentos, pero Kise se toma su dulce tiempo, acariciando con su pene mi interior. El semen gotea en el suelo del gimnasio, saliendo de mi pene y de mi agujero, que parece estar lleno de él.

De un momento a otro, Kise baja el ritmo y sus manos comienzan a acariciar mi cuerpo tiernamente. Sus labios besan mi cabello, mi cuello, mis hombros. Su pene sigue entrando y saliendo, y una vez más me siento en el punto exacto entre el placer y el dolor, queriendo llegar al orgasmo una vez más, peor sin querer que se detenga del todo.

—Por favor —, gimo, echando la cabeza hacia atrás. Me avergüenzo de mi propia voz resonando, cada uno de los gemidos que salen de mi boca, y de la de Kise. De cada respiración y suspiro de placer que no puedo evitar.

El calor me envuelve, y con su mano girando mi rostro hacia él para poder besarme, llego una vez más al orgasmo. Mi mente se pone en blanco por el placer, y Kise gime una vez dentro de mi boca, antes de eyacular otra vez en mi interior.

El nudo se expande otra vez, llenándome, anudándonos juntos, y sin permitirnos movernos. Mis piernas ya no me sostienen y mis rodillas se doblan. Pero las manos de Kise son rápidas, y me sostiene para no caer de frente. Sin embargo, se desliza al suelo, con su trasero golpeando suavemente el piso del gimnasio y me atrae sobre él, sentándome en su regazo.

Sus jadeos y los míos se entrelazan, y su boca una vez más alcanza la mía, devastándome con un beso, suave a diferencia de los anteriores. Sus labios posándose con cariño sobre los míos, acariciando en lugar de devorando.

Un suspiro sale de mis labios y me siento en paz con el mundo. Por un momento.

Luego, algo que había encerrado en lo profundo de mi mente, comienza una vez más a salir a la superficie, pero Kise continúa acariciando con sus manos mi cuerpo, y eso que significaba tanto, una vez más vuelve a hundirse.

Pero cuando su pene por fin sale flácido de mi interior, eso que tanto me aterraba vuelve a la parte frontal de mi mente. Me congelo en el lugar, y las manos de Kise ya no me hacen sentir calor.

El celo. Kise está en celo. Y los Alfas no detienen su celo por veinticuatro horas. A menos que el Omega se embarace. Y Kise, se desinfló. Su celo pasó. Y solo han pasado un par de horas.

¿Qué haréahora?

Kisematsu - Omae Wo Nokosanai (Kiseki no Sedai: Daini no Sedai #2)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora