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La mañana es deslumbrante. Mis ojos no pueden soportar el brillo del sol, al haber pasado la noche en vela debatiendo sobre el mismo tema una y otra vez. El nombre de Kise sigue indicado entre mis contactos, pero no logro armarme de valor para hacer la llamada. Las palabras que sean dichas podrían cambiar el rumbo completo de mi vida.

Estiro mis brazos sobre mi cabeza, con el celular firmemente agarrado en la mano, y hago crujir mis articulaciones. El haber estado tanto tiempo en la misma posición, me ha dejado completamente rígido.

Negando con la cabeza, dejo mi teléfono sobre el escritorio y me pongo de pie. Lo mejor sería hablarlo con él, cara a cara, y dejar en claro sus sentimientos. Y los míos.

Me dirijo al baño y bostezo. Me desnudo rápidamente y me meto a la ducha. Lavo mi cabello y mi cuerpo rápidamente. Al salir voy a la cocina y preparo mi desayuno. A pesar de haberse ido por la semana completa, mi padre dejó abastecida la despensa y el refrigerador. Al parecer, tenía la esperanza de que volviera a casa de todas maneras.

Enciendo la televisión, pero no la observo. Simplemente necesito el sonido de fondo. No acostumbro quedarme mucho tiempo en casa cuando podría salir a jugar un partido o ir a la práctica, y aunque tengo que estudiar, la verdad es que no me apetece demasiado ahora.

Mis ojos vagan a la televisión y veo los colores moverse de un lado a otro, pero no presto mayor interés a la programación. Termino mi desayuno y llevo los platos sucios al lavabo. Apago la televisión, y subo a mi habitación una vez más.

Dejó de hacer el tonto y abro los libros. Necesito despejar mi mente y los estudios podrían ayudarme a hacerlo. Pero al cabo de una hora, me doy por vencido. La información solamente se va de mi mente tan pronto como intento retenerla, y vuelvo una y otra vez a repetir en mi mente la conversación que tuve con mi padre.

Ella espera que tenga hijos pronto, que me establezca con un Alfa confiable y que sea feliz. Sé que mi padre se arrepiente de no haber mordido a mi madre durante el poco tiempo que estuvieron juntos. Mi madre quedó embarazado de mí luego de un par de encuentros, y mi padre no lo mordió porque sus padres esperaban que ella encontrara un omega de alto estatus, pero eso no pasó. Y cuando él murió, ella estaba demasiado ocupada criándome como para buscarse un nuevo omega.

Ella quiere para mí todo lo que ella no tuvo. Y si en realidad hubiese hecho un lazo con mi madre, ella habría muerto con él.

Suspiro y dejo caer mi cabeza sobre el libro. Mis ojos van una vez más a mi teléfono y acerco mi mano para tomarlo justo cuando empieza a sonar.

—¿Hola? —Me aclaro la garganta una vez y escucho el sonido de las tenis al rechinar de fondo. ¿Por qué siempre me llaman desde el gimnasio?

—Kaamasu-sepai, ¿puees venir ala prática hoy? Kise ijo que estaas de vueta por la ona —. El barboteo de palabras de Hayakawa me molesta y como siempre, nunca puedo entender qué es lo que dice.

—Kise habla demasiado —, murmuro, pero luego respondo con voz más clara —. No puedo hoy, Hayakawa, tengo mucho que estudiar ahora. Pero podría pasarme por ahí mañana.

—Ah, etiedo —. Se aclara la garganta y escucho su voz gritando al otro lado de la línea —Kaamasu-sepai die que no puee hoy, peo que mañaa sí, así que cabia la caa Kise, y enta ala prática —. Lo escucho murmurar para sí un segundo y luego dice: —Etoces, sepai, no veos mañaa.

Y corta la llamada sin siquiera escuchar lo que yo tenía que decir, dejándome con la boca abierta y las palabras en la punta de la lengua. Ni siquiera estoy seguro de poder ir mañana, me siento lo suficientemente avergonzado y confundido como para siquiera dejar de pensar en lo que pasó ayer, y no estoy seguro de que las cosas para mañana vayan a mejorar.

Suspiro y voy en busca de un balón que dejé aquí cuando me fui a la universidad. Lo tomo y me voy a la cama. Apoyo mi espalda contra la pared y hago girar el balón en mi dedo, pensando.

En realidad, no es un mal trato para mí el aceptar la propuesta de Kise. Seguro que será exitoso en lo que sea que se proponga y con una buena guía, puede que sea aún mejor.

Muerdo mis labios y detengo el balón. Miro la hora en mi celular y me sobresalto al notar que solo son las diez de la mañana. La práctica es hasta las seis de la tarde aproximadamente. Podría alcanzar a llegar y pasar algo de tiempo con mis kohai, pero desecho la idea al segundo de haberla tenido. Dije que no iría hoy, así que no lo haré. Iré a las seis y hablaré con Kise cuando la práctica termine.

Con la decisión tomada, siento que mi cuerpo se relaja y mi mente se tranquiliza. Al fin siento que puedo concentrarme en algo más que en la conversación con Kise y luego con mi padre. Mi estómago ruge y miro al reloj una vez más. Desayuné hace varias horas ya, pero pareciera que solo han pasado unos pocos minutos. Con la mente en otro lado, siento que no noto el paso del tiempo.

Voy a la cocina y preparo un almuerzo ligero, después de todo, planeo pasar la mayor parte de mi día avanzando en mis estudios, y llevar una vida principalmente sedentaria, le ha estado pasando la factura a mi zona media.

Luego de comer, lavo los trastos y limpio la cocina, resignándome a pasarme las siguientes horas estudiando de verdad, ya que no hay más motivos ni distracciones para seguir aplazando lo que debería estar haciendo si no quiero retrasarme en los estudios.

Al llegar a mi habitación, abro el primer libro y me concentro con todas mis fuerzas en las palabras. Avanzo lentamente por cada frase, y subrayo cada cosa que parece importante o que creo podría salir en los exámenes más adelante.

Tango que estudiar un poco de números también y abro mi cuaderno para repasar lo que hicimos hasta la semana anterior. Lo mejor, es que creo recordar cómo resolver los problemas que me parecían imposible hasta solo unas horas atrás. Y al terminar, siento que el trabajo que tengo que entregar al regresar a las clases, no se me hará tan complicado.

El sonido de mi teléfono me desconcentra por un momento, pero al ver en la pantalla que es mi padre, no puedo simplemente ignorar la llamada.

—Papá —, digo, y dejo el lápiz sobre el libro. Me llevo una mano a la cabeza y la dejo correr por mi cabello mientras me recargo en el respaldo de la silla.

—Yukio, ¿ya pensaste sobre lo que te hablé ayer? —Su voz suena un poco ansiosa, pero intentando disimular lo que de verdad siente al respecto.

—Sí, papá —, se me escapa un suspiro —, la verdad es que, ya conozco a alguien. Y estamos, algo así como saliendo.

—¿Cómo "algo así"? ¿son novios? ¿es mayor o menor? ¿es un chico o una chica? ¿es Alfa? ¿se están protegiendo?

—Ay, papá, no quiero hablar de esto contigo —, le digo, y siento el calor correr a mi rostro —. No tienes que preocuparte por esas cosas. Ya soy lo bastante mayor para ser responsable. Y sí, es un chico y es Alfa.

—Eso está muy bien, Yukio. Pero no me pidas que no me preocupe. Aún eres un estudiante, y los accidentes ocurren —, dice, pero puedo oír la sonrisa en su voz.

—Lo sé —, digo y siento el calor bajar de a poco por mi rostro —. Estoy bien. Estamos bien.

—Entiendo, bueno, hazme saber cualquier cosa, ¿sí? Te quiero —. Sonrío y le hago saber que la quiero también antes de colgar.

Miro por la ventana y el cielo ya se ve anaranjado, así que me abrigo y salgo de casa hacia el instituto.

Alllegar, ya no queda nadie en el gimnasio. Pero Kise practica solo, lanzando unay otra vez los balones a la canasta, y por su expresión parece molesto. Meaclaro la garganta y él se voltea en mi dirección. Su sonrisa crece hasta serdeslumbrante y me aturde por un momento, pero vengo aquí resuelto, y con midecisión clara en mente.

Kisematsu - Omae Wo Nokosanai (Kiseki no Sedai: Daini no Sedai #2)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora