十一

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Los dedos de Kise acarician la marca que ha dejado en la base de mi cuello, y sus labios acarician mi cabello. Siento la sonrisa en sus labios, pero no puedo dejar de pensar en ello.

Su celo.

—¿Qué pasa? —Pregunta. Su voz suena preocupada, pero no soy capaz de darme la vuelta y mirar a sus ojos.

Un nudo se forma en mi garganta, y las palabras simplemente no salen. Pero las lágrimas se acumulan en mis ojos. Cierro los ojos con fuerza, negándome a dejarlas salir. Y tragándome un sollozo.

—Nada —, mi voz suena ahogada, y él me voltea hacia su cuerpo. Mis piernas se abren para él, y me abraza a su cuerpo.

Cierro mis brazos y piernas a su alrededor, esperando quedarnos así para siempre. Y que lo que creo que puede pasar, sea solo cosa de mi desinformación.

—Senpai —, dice con un ronroneo en su voz, y no puedo resistirme. El lazo ha comenzado a formarse, y no puedo molestarme con él. Después de todo, yo también lo deseaba.

—Deberíamos limpiar —, digo, pero no hago el más mínimo movimiento. Me siento seguro y protegido, como no pensé que me sentiría.

Los labios de Kise no dejan de posarse sobre mi cabeza, y mis brazos no sueltan su agarre. No quiero volver a la realidad, pero el semen saliendo de mi agujero comienza a darme comezón y me remuevo sobre su regazo.

Kise se ríe y con un último beso sobre mi cabeza, me deja en libertad y lo suelto a regañadientes.

—Ve a darte una ducha, senpai. Yo limpiaré el desorden mientras —. La sonrisa en su rostro es tan grande, que no me atrevo a decirle mis preocupaciones. Después de todo, él sigue siendo solo un niño. Y con un suspiro, asiento con la cabeza, tomo mi ropa y me dirijo a los camerinos. Siento la mirada de Kise clavada en mi espalda hasta que me adentro por completo y la puerta se cierra a mi espalda.

Abro el agua y mientras cae sobre mi cabeza, las lágrimas fluyen al fin. Pero sofoco los sollozos lo más que puedo. Mis manos acarician todos los lugares, a medida que limpio lo mejor y más profundo que puedo mi cuerpo. Aún siento las caricias de Kise sobre mi piel, y mi sangre bombea en mis oídos.

Tal vez no era el celo. El olor de seguro que fue muy intenso, pero pueden solo haber sido las feromonas. Seguro que no puede ser su celo tan inestable.

Cierro el agua y tomo una toalla del casillero de Kise. Me seco rápido y me pongo mi ropa. Al menos, está limpia.

Ya vestido y con mis emociones en más calma, camino al gimnasio. Kise está pasando el trapeador y me apoyo en la puerta a admirarlo. Luego de pasar el trapeador una y otra vez por todo el gimnasio, pasa el secador, y lo vuelve a pasar antes de estar satisfecho. Al terminar, lleva las manos a sus caderas y mira alrededor. Una sonrisa aparece en su cara al verme, y no duda un segundo en correr hacia mi.

—Me esperaste —, dice y me abraza. Mis brazos lo rodean una vez más, y no puedo negar que el lazo se ha formado. Ahora, no estoy seguro de qué hacer. No podemos estar alejados, y él no puede venir a la universidad conmigo.

Apoyo mi rostro en su pecho y tomo una respiración profunda. Giro mi rostro, y con mi oreja sobre su corazón, dejo salir un suspiro.

—Deberías ir a ducharte también —, digo, pero no lo suelto.

—Lo haré cuando llegue a casa —, dice, besando mi frente.

Su mano toma la mía, y vamos en busca de su bolso, antes de salir del gimnasio, cerrar con llave y entregar las llaves en la sala de maestros.

El maestro nos mira reprobatoriamente, pero sonríe para mí cuando Kise se da la media vuelta. Yo me encojo de hombros hacia él, y luego salgo con Kise del instituto.

Al llegar a la parada de buses, Kise toma mi mano con más fuerza entre las suyas, y me mira a los ojos.

» Ahora no podré alejarme de ti —, su voz suena alegre, pero puedo escuchar una nota de tristeza.

—Tendré que dejar la universidad —, le digo. Sus ojos se abren cómicamente grandes, y parece que va a replicar, así que levanto mi mano y golpeo la parte de atrás de su cabeza —. Tienes que terminar el instituto, y yo puedo retomar las clases más adelante.

Una parte de mi corazón se quiebra al pensar en todo lo que tuve que estudiar para poder entrar a la universidad que quería, pero ahora tendré que dejarla, y tal vez ya no pueda volver. Si mi información es correcta, al menos por unos cuantos años.

Suspiro al pensar en ello, pero sacudo la cabeza cuando Kise me pregunta por ello. No es algo de lo que preocuparse hasta estar completamente seguro.

Aprieto la mano de Kise con la mía, y tomamos el bus en dirección a mi casa. Al sentarnos, su brazo se estira sobre mis hombros y me acaricia el rostro.

La felicidad está plasmada en cada uno de sus movimientos, y yo dejo que una auténtica sonrisa aparezca en mis labios. Después de todo, yo quería esto, solo que esperaba tener más tiempo para prepararme. De golpe, elimino esos pensamientos. Nada es seguro, excepto que el lazo entre nosotros está hecho.

Al llegar a mi casa, Kise no suelta mi mano, se encamina directamente a mi habitación, como si hubiese estado en mi casa antes. Al mirarlo, él simplemente me sonríe. Se sienta en mi cama y deja libre mi mano, pero con sus brazos en mi cintura, me atrae hacia él, apoyando su oreja en mi bajo vientre.

—¿Sabías que el celo de un Alfa se detiene de improviso solo cuando el omega se embaraza? —Esas palabras son un golpe en el rostro. Y cuando intento alejarme de él, sus hombros se estremecen y un sollozo lleno de dolor sale de sus labios —. Lo siento tanto, senpai. Simplemente no pude detenerme.

Kise llora desgarradamente, y yo dejo que las lágrimas caigan una vez más por mis mejillas. Él lo sabía, pero aún así no pudo detenerse. Los instintos no son algo de lo que simplemente puedas huir. Es difícil de controlar, y me imagino que para un Alfa dominante son incluso peor.

—Aún así, deberías haberte preparado —. Le digo, con la voz rota. El olor de sus feromonas también me nubló la mente, y aunque no quiera creerlo, hasta que sepamos la verdad, intentaré ser positivo.

—Nada se ha confirmado —, le digo, pero él sacude la cabeza y pongo mi mano sobre su cabello, apretando las hebras entre mis dedos.

—Pude sentirlo —, me dice, y se aleja ligeramente para mirarme a los ojos —, en un momento, pude sentir el cambio en ti. En tu interior.

Mis manos van directamente a mi bajo vientre, pero me niego rotundamente a creer en ello.

—Lo confirmaré en unos días.

Kise asiente con la cabeza, y al fin me deja en libertad luego de besar mi abdomen.

Él se pone de pie, y creo que va a irse, pero solo toma su ropa de su bolso y se mete en el baño a darse una ducha.

Al oír el agua, me siento en la cama y tomo mi celular. Por primera vez en mucho tiempo, necesito orientación real, y solo hay alguien en quién puedo confiar en que no me juzgará. Y sin importar que solo hayan pasado unas horas desde que hablamos, llamo a mi padre.

Kisematsu - Omae Wo Nokosanai (Kiseki no Sedai: Daini no Sedai #2)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora