El rector parece algo decepcionado y molesto. Estaba en una junta antes de que llegásemos, y al parecer las cosas no le salieron como el quería que lo hicieran. Simplemente hizo un gesto con la mano de despedida y tomó su teléfono en cuanto nos pusimos de pie.
—Parece un hombre ocupado —, dijo Kise en cuanto cerramos la puerta de la oficina.
Caminamos bromeando sobre cómo el rector ocupa su tiempo en cosas que no parecen importarle. Su traje parece caro, así como cada artilugio que adornaba su oficina. Al parecer, para Kise y para mí, el rector está más preocupado de llenar sus bolsillos que de lo que sucede con los alumnos de la universidad.
Al llegar a la residencia, Kise sostiene mi mano y me lleva a mi habitación. Al entrar, el desorden no ha cambiado. A pesar de todo lo que ha pasado, las cosas aquí no han cambiado y nuevamente se forma un nudo en mi garganta. Kise me lleva a la cama, y se sienta junto a mí.
Él no dice nada, pero siento su apoyo en todo momento, y cuando siento que me resigno a mi nueva realidad, Kise se pone de pie y comienza a ordenar mis cosas, metiéndolas en una caja o la ropa dentro de la maleta que estaba bajo mi cama.
—Sabes, senpai —, dice sin dejar de guardar cosas y rebuscar mientras mis ojos siguen cada uno de sus movimientos. Su cuerpo no deja de moverse de un lado a otro, atrayendo mi mirada incesantemente —, no tienes que dejarlo para siempre. Podrás volver a estudiar.
—Pero ya no será lo mismo —, le digo y las comisuras de mis labios se estiran para adoptar una sonrisa triste —. Ya no seré tan joven nunca más, y no podré volver a experimentar las cosas de la misma manera.
Kise se congela, con una camisa colgando de sus manos, y habla con una voz baja y evitando mi mirada.
—¿Te arrepientes?
Lo miro, pero él no vuelve a moverse, ni vuelve a hablar. Los segundos pasan y solo puedo escuchar mi corazón latiendo en mi pecho.
—No —, le digo. Y siento al fin la verdad brotando de mis labios, y un peso levantándose de mis hombros —. Yo quería esto, solo que no en este momento. Supongo, que es cuestión de tiempo hacerme a la idea.
Kise asiente, y vuelve a rebuscar. Yo me uno a él luego de un par de minutos más, al fin en paz con mi decisión.
Terminamos luego de un par de horas. No puedo creer que todos mis objetos quepan solo en una caja y una maleta, pero Kise sonríe.
—Solo lo esencial —, dice cuando saca un balón de detrás de la cortina.
Me río con él, y lo empujo con mi hombro cuando paso a su lado, barriendo los últimos restos de mi presencia en la habitación. Kise lleva mi maleta y yo la caja. Pasamos por la habitación del encargado y le entregamos la llave de la habitación, me despido de él y me encamino con Kise hacia mi antigua vida. Mi nueva vida.
Al llegar a casa, Kise me ayuda a dejar mis cosas. El sol ya se está despidiendo por el día de hoy, y golpeo la parte de atrás de la cabeza de Kise cuando recuerdo que aún tengo que ir a casa de su padre, para hacerle saber de nuestra nueva situación.
—Podemos ir otro día —, dice, dejando en claro que lo que menos le apetece hacer es presentarme —. A él no le importará.
Hago una mueca, pero viendo como la tarde se vuelve noche, no me quedan más opciones.
Al acostarnos, Kise se envuelve a mi alrededor. Sus brazos se aprietan, manteniéndome firmemente en su contra. Al estar cómodo, suspira y rápidamente se deja ir en un sueño profundo. Pero a mi me cuesta llegar a dormirme. Muchas cosas sucedieron hoy. Pasos importantes en mi vida. Y mi padre ni siquiera pudo estar aquí.
Aún no puedo creer que me casé antes de cumplir los veinte años, lo que significa que todavía soy menor de edad. En el mundo en el que vivimos, no es algo fuera de lo común. Mientras más jóvenes somos, es mejor y más fácil, pero sigue siendo extraño haberlo hecho sin ella aquí.
Suspiro e intento acomodarme. Kise se remueve un poco en su sueño, pero me sujeta con fuerza. Muevo mi mano a mi bajo vientre pensando. Si estoy embarazado, cosa que aún creo imposible, tengo que comenzar a ir a revisiones regulares. Y pronto Kise volverá al instituto. No sé cómo tomaremos el distanciarnos durante el día. Kise se ve perdido sin mi, y siento el tirón en mi ombligo cada vez que me alejo de él.
Al final, agotado y con la cabeza llena de pensamientos, el calor de Kise por fin me hace sentirme cálido. Me acurruco, apoyando mi cabeza en su hombro y me duermo profundamente, en un sueño sin sueños.
Un movimiento repentino en la cama me hace abrir los ojos, en lo que parecen solo unos minutos después, pero el brillo del sol, oculto tras las cortinas me hace darme cuenta que en realidad tuve una completa noche de sueño.
Kise tiene sus ojos abiertos de par en par, y su mirada está fija en el techo. Respira con dificultad, como si hubiese corrido una maratón.
Estiro mi brazo bajo las colchas, colocándolo sobre su abdomen. Con mi mano me aferro a su cintura. Kise da un salto con mi toque, pero al verme se tranquiliza. Y sonríe.
Por algún motivo, su sonrisa me irrita, y aprieto con mis dedos su carne. Kise cierra los ojos y da un salto, intentando alejarse de mi. Lo suelto, pero una carcajada se escapa de entre mis labios. Me revuelco en la cama por la risa cuando veo a Kise caer por el lado de la misma.
Luego de unos minutos, logro controlarme. Kise se pone de pie y me mira con sus manos en sus caderas. Sus ojos medio cerrados, intentando parecer molesto, pero no puede ocultar su sonrisa por mucho tiempo. Es evidente.
—¿Qué? —, le pregunto, sin poder dejar de sonreír.
—¿No te disculparás?
—No es como que te haya herido de verdad. Solo estaba jugando —. Poso mi mano sobre mi abdomen, acariciándome para calmar el dolor que me dejaron esas buenas carcajadas.
Kise mira a mi vientre con la mirada perdida, casi como si esperase ver un bulto bajo mi camiseta. Y yo hago rodar mis ojos.
» Aún no lo sé.
Sus ojos se posan en lis míos una vez más, y algo parece apagarse en su mirada antes de sacudir la cabeza.
—Mañana es la vuelta a clases, senpai —. Dice, suspirando.
Yo ladeo mi cabeza, y lo miro fijamente, pensando si en verdad está diciendo lo que creo que dijo.
—¿Y? —Pregunto, alargando el sonido hasta hacerlo sonar como una frase completa.
Él suspira, se ríe, una risa completamente falsa sin siquiera una pizca de diversión, si es que puedo decirlo, y se pone completamente serio.
—Debo ir a casa a por ropa. Solo iré y volveré en un par de horas.
—Voy contigo —, le digo de inmediato, poniéndome de pie rápidamente, y casi cayendo por un ligero mareo.
Kise me sostiene por el codo, con sus reflejos superdotados. Yo retiro mi brazo de su agarre al segundo. Sus ojos brillando con emoción una vez más. Con esperanza.
» No —. Le digo, y su rostro se deshace en decepción.
Kise hace una mueca con sus labios, pero me volteo y camino al baño rápido, para que no pueda detenerme. Pero aún puedo oírlo.
—No quiero que vengas, senpai —, dice Kise. Su voz es dura, como si de verdad quisiera decirlo. Como si lo sintiera en lo más profundo de su ser.
—Iré contigo.
—Es peligroso, senpai. Más aún ahora —. Su mirada vuelve a bajar a mi abdomen, pero niego con la cabeza, y él levanta la mirada a mi movimiento.
—Dije quevoy —. Kise solo suspira moviendo la cabeza.
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Kisematsu - Omae Wo Nokosanai (Kiseki no Sedai: Daini no Sedai #2)
FanfictionKasamatsu se aventura a tener una primera salida con Kise cuando le pide una "cita", sin estar realmente seguro de que sea una decisión sabia. Sin embargo, no espera que Kise esté realmente hablando en serio sobre ello. Las cosas podrían ponerse pel...