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Llegaron a la torre. Natasha ya había llamado a la gente de S.H.I.E.L.D. para que custodiaran el cetro mientras generaban el arresto y terminaban de asegurar la zona. Thor y Malenalie informaron que el teseracto se iba con los asgardianos. Tony y Steve recibirían a la gente. Clint y Erick serían atendidos por los servicios médicos, ya que ambos fueron controlados mentalmente por el dios del engaño. Para sorpresa de todos, Hulk subió hasta el último piso sin causar tanto caos. Ahí estaban los siete parados frente al dios. Por fin había despertado, pasó una rápida mirada por el equipo, se concentró en ambas mujeres, la pelirroja traía el cetro y la pelinegra lo miraba con decepción.
​—Oye, si no te molesta, ahora sí quiero ese trago— dijo Loki. Ya estaba rendido, no quedaba nada por qué pelear viendo a las tropas derrotadas y el cetro en custodia del equipo. Clint no disparó, no fue necesario.
​—Ven acá— espetó Malenalie al levantarlo y llevarlo a una zona aislada. El equipo comenzó a maniobrar junto con los de la organización de inteligencia. La pelinegra fue la encargada de custodiarlo, pues se trataba de la única poseedora de poderes en el equipo.
​—¿Vienes a darme un último sermón?
​—Eres un idiota en potencia.
​—Lo dice la que se puso a hablar con el genocida sin protección alguna.
​—Chocas con mis poderes, con los campos de fuerza, ¿ya olvidaste New México?
​—¿Cómo olvidarlo?
​—Entiendo por qué haces esto.
​—Ya te dije que...
​—La razón por la que lo haces...
​—¡Es mentira!
​—¿Te está molestando, cariño? Porque puedo traer la armadura y...
​—No, déjalo, cree que aún tiene oportunidad.
​—Tú dime y lo hacemos cenizas.
​—¿Ustedes están juntos?— inquirió Loki al ver el ritmo de la discusión de los mejores amigos.
​—¿Qué? No, es absurdo. ¿Cómo crees? Para nada— balbuceaban ambos.
​—Bien, ya que estás muy acomedido. Te toca— dijo Malenalie a dejar ambos hombres atrás—. Thor.
​—¿Sí?
​—¿Qué pasará con él?
​—Será enjuiciado por el padre de todo...
​—Quiero estar ahí— lo interrumpió.
​—Eso será en Asgard.
​—Quiero ir y hablar en su favor.
​—¿Te das cuenta de lo que acaba de pasar?
​—Baja la voz. Por eso quiero ir.
​—¿Le dirás a alguien?
​—No, no tienen por qué enterarse. Custodiaremos su partida, vuelve por mí.
​—Veré qué puedo hacer.

***

Los noticieros hablaban sobre la invasión alienígena. Algunos hablaban sobre los súper héroes en New York, por ejemplo el anciano que jugaba ajedrez en el parque cuando lo entrevistaron. Algunos los consideraban monstruos. Gente se hacía tatuajes del equipo, hablaban de la devastación, de que era su lucha y solo provocaron una inmensa destrucción, los alababan, algunos estaban más seguros que otros. Los culpaban de lo malo en lugar de ver lo bueno. Tan pronto como dejaron de estar en peligro, dejaron de importarles que los hubieran salvado. No se podía tener contento a todos. Llegó el día fijado, todos se trasladaron hacia allá. Malenalie le puso un bozal a Loki, para que no conjurara ningún hechizo, en cuanto llegaron los de Inteligencia. Banner colocó el teseracto en la cápsula que llevó Selvig, todos miraban atentamente para que no se cometieran errores.
Lo entregaron a Thor, este tendió a su hermano para que se sujetara y pudieran transportarse a su hogar. El dios del engaño vio una última vez a la pelinegra antes de ser absorbido. Steve se despidió de Tony, quien le informó a Malenalie sobre la estadía de Banner, esta abrazó a cada uno antes de que Natasha entregara el equipaje al doctor y se marcharan juntos. Clint y Natasha se fueron en otro coche. La pelinegra vio cómo todos se retiraban. El capitón se detuvo antes de subir a su motocicleta, al ver que la mujer no se iba, tenían asuntos pendientes y no parecía con intención de moverse.
​—¿Nos vamos juntos?
​—Me quiero quedar.
​—¿Está todo bien?
​—Por supuesto, solo quiero pensar.
​—Malenalie, tengo algo muy importante que decirte.
​—Caminaré un poco, necesito despejarme luego de todo esto. Procuro hacerlo para meditar sobre mis poderes. ¿Te parece si lo hablamos en casa?
​—Te puedo esperar.
​—No hará falta, ¿traes llaves, no?
​—Sí.
​—Excelente, nos vemos más tarde.
​Steve, un tanto desconfiado, subió a su moto y marchó de ahí. La pelinegra vagó por el parque alrededor de media hora. Esperó hasta que el dios del trueno apareció delante de ella. No dijo nada, solo la atrajo hacia sí y ambos vieron desaparecer lo verde a su alrededor para ser reemplazado por un dorado brillante. Los ojos de la recién llegada casi saltan de sus cuencas al contemplar tal maravilla. Por poco y no cree que por fin pudo arribar al lugar.
​—¿Ese es el arco iris?
​—Ya casi terminan con la reparación del Bifrost.
​—Me encantaría verlo cuando eso ocurre.
​—Espérame aquí— dijo Thor nada más soltarla en medio del pasillo.
​—Claro— dijo con temeridad.
​La pelinegra vio todo a su alrededor. No había mucho qué apreciar. El pasillo estaba desierto, incluso los guardias fueron removidos de su sitio. Conforme avanzaba el tiempo, comenzó a aburrirse, pues no le dieron agua, vino o lo que sea que ofrecieran a las visitas. Caminó por el perímetro, casi en forma de círculo para pasar el rato, contó sus pasos. Se dejó caer de espaldas y con su propia telequinesis se levantó, a pesar del aburrimiento, pensó en ello como un pequeño entrenamiento. Yacía muy cansada, quería dormir, pero se aferraba a permanecer alerta por si la llamaban.
​—Malenalie.
​—¿Sí?
​—Esto es absurdo.
​—No lo creo.
​—Debería devolverte.
​—Ya estoy aquí, esperaré audiencia el tiempo necesario.
​—¿Y qué te hace pensar que no te pasaré a algún salón?
​—Porque no me has sacado del pasillo.
​—Tienes razón— dijo por lo bajo.
​—Thor, está bien si el padre de todo no me recibe hoy, espero. Solo me gustaría beber un poco, tengo la garganta seca.
​—Por aquí, por favor— escuchó una dulce voz. Cuando ambos se giraron a ver, se aproximaba una hermosa mujer rubia, por instinto, la pelinegra se inclinó sobre una rodilla para reverenciar.
​—Reina...
​—No, arriba, no tienes por qué hacer eso— dijo ella al tomarla de las manos con delicadeza.
​—Venía a...
​—Lo sé, ven por aquí. Hijo, puedes retirarte.
​—Nos veremos— dijo Thor al besar el dorso de su mano y marchar de ahí.
​—Claro— le sonrió.
​—Me ha dicho que tienes mucho interés en defender a Loki, mi hijo, a pesar de lo que acaba de pasar— dijo Frigga cuando se encontraron solas.
​—Así es, Señora.
​—Invadió Midgard...
​—Cometió un error.
​—Yo lo sé, ¿por qué lo defiendes?
​—Espera la aprobación...
​—Pero siempre ha tenido mi aprobación, es mi hijo.
​—Pero no busca la suya. Loki desea que su padre lo tome en cuenta, que no lo relegue en cuanto deber y aventuras. Se siente una nada a lado de su hermano.
​—¿Cómo sabes eso?— parecía sorprendida.
​—Antes de cometer toda esa destrucción, fue a buscarme en espera de que me uniera a él.
​—¿Por qué?
​—Mis poderes, al igual que él, yo tengo poderes. En una visita que hizo a la Tierra, ambos chocaron y lo pude ver. Ambos queremos respuestas, él por qué chocaron, yo por qué no conozco a nadie más con poderes.
​—Yo podría ayudar. Puedo informarme sobre los poderes de Midgard.
​—En verdad lo agradecería. Por ahora quiero comunicarle a Odín lo que he hablado con usted.
​—No podrá recibirte, por eso he venido yo. Para que tu viaje no sea en vano.
​—Gracias.
​—Pediré a Sif que te acompañe.
​—¿Puedo ver a Loki, por favor?
​—Necesito que te pongas de rodillas un momento.
​—Claro— no dudó por qué si se contradecía con lo dicho al inicio, incluso agachó la mirada.
​—Ahora eres Lady Malie, en agradecimiento a lo que haces por mi hijo— dijo Frigga con la espada que apareció para tocar ambos hombros. La pelinegra levantó la mirada cristalina y sonrió a la reina. Para ponerse de pie, la diosa le tendió la mano y esta la aceptó, una vez de pie, vio que depositó un dije negro con verde, al verlo mejor, encajaba perfecto con el relicario en su cuello, se sorprendió ante las acciones de la reina.
​—Malenalie— se sorprendió Loki de verla ahí. El dios ya no llevaba su bozal, pero sí mantenía las cadenas en muñecas y tobillos. La reina les dio privacidad, solo los custodiaba un guardia.
​—Lady Malie— le dedicó una sonrisa burlona.
​—Tanto que me costó aprenderme tu nombre.
​—Sí, cómo no.
​—Por supuesto.
​—Hasta crees.
​—¿Qué haces aquí?
​—Quise hablar con Odín, pero me negó audiencia.
​—¿Qué puedes esperar de él?
​—Es tu padre.
​—¡No!
​—Baja la voz o me sacarán de aquí. Ya sé que eres adoptado...
​—Soy un gigante de hielo, el príncipe de Jotunheim.
​—¿Por qué no me lo dijiste?
​—¿Qué interesa? ¿Acaso cambia algo?
​—Para nada. Yo vendría de igual forma para tratar de abogar por ti, trataría de evitar esta injusticia. De hecho fue la reina quien me dio el título de Lady.
​—¿En verdad?
​—Por supuesto— Loki se aproximó a ella para intentar abrazarla, pero las cadenas le lastimaban el cuello, la pelinegra logró alejarlo un poco y el dios se asustó al ver la pequeña marca en el cuello.
​—Perdón.
​—No hay cuidado.
​—Gracias— dijo al abrazarla de tal forma que ahora no la lastimaba. Esa palabra tomó por sorpresa a Madinaveitia, sin embargo, correspondió gustosa, sintió un inmenso calor recorrer su ser.

***

—Humanos, no son los miserables cobardes que se nos prometió. Son fuertes, son indomables y, por tanto, no pueden ser dominados. Desafiarlo, significa cortejar a la muerte.

***

—Malenalie, ¿está todo bien?
​—Por supuesto, ¿por qué no habría de estarlo?
​—Hace dos días que dijiste que irías a caminar y hoy vuelves con una herida en el cuello.
​—Tenía algo importante que hacer.
​—Pudiste decirme, podrías no haber salido herida.
​—Acabamos de vivir una invasión, sería poco probable salir ilesa. Dijiste que debías decirme algo importante.
​—He conseguido un departamento en DC.
​—Me alegro mucho, yo compro los muebles.
​—No, no podría.
​—Vamos, un regalo de despedida y obvio te acompaño a instalarte.
​—Te devuelvo las llaves.
​—No, quédatelas, por si necesito un repuesto. O igual, por si deseas venir para alejarte del bullicio de la capital.
​—Gracias.
​—Ahora descansa, mañana nos iremos de compras.
​—Descansa— dijo Steve al abrazarla, besar su frente e irse a su alcoba. La pelinegra suspiró de cansancio. Fue a la nevera para sacar un poco de jugo de naranja cuando su móvil sonó.
​—Hasta que apareces.
​—Hola a ti también.
​—No estoy jugando.
​—Tranquila que solo nos llevamos un año.
​—Vi las noticias.
​—¿Y de qué lado estás: los que nos apoyan o los que nos temen?
​—Seguro no con Vanity Fair.
​—¿Qué hizo Cristine ahora?
​—Estás en portada, pero no te favorece en nada el artículo. Aprovechó que eres el doble de famosa gracias a lo ocurrido.
​—Como si eso fuera posible.
​—La hiciste enojar, esta vez enserio.
​—Con lo que me importa, pero te la puedo autografiar.
​—Peggy está preocupada, no has ido a visitarla.
​—Mañana debo ir de compras, pero pasado iré a tu casa.
​—Estoy de misión, así que te daré mi nueva dirección.
​—¿Y tienes permitido invitar gente?
​—Eres tú, estaré a salvo.
​—Vale, querida, descansa, espero tu mensaje.

Hero's Sacrifice #PGP2022Donde viven las historias. Descúbrelo ahora