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—Thor, necesito...

—Malie, yo...

— ¿Dónde está Loki? ¿Crees que el chasquido se lo haya llevado?...

—Murió defendiéndome— confesó con pesar, aún atónito por lo que acababa de pasar, el viaje a la base fue silencioso por lo mismo. Las lágrimas bajaban por sus mejillas, quemaban la piel de la pelinegra, sus piernas flaquearon al oír la noticia y Thor la sostuvo para que no cayera. La reina sintió el segundo tirón dentro de ella, ver a su niña volverse polvo fue el primero, pero estaba tan concentrada que no lo percibió.

—No, por favor, no es cierto.

—Malie...

—Tenía la esperanza de que lo absolvieras de sus crímenes o que su condena fuera menor por suplantar al padre de todo. Temía que tu hermana lo hiriera en batalla y por ello no hubiese vuelto...

— ¿Vuelto?

—Vivimos juntos durante un año...

—Solo me dijo que tuvieron una niña.

—Quería que él volviera, no solo para la fiesta de Velma, quería que volviera a mi lado, tomar a nuestros hijos e irnos lejos para vivir una vida en familia...

—¿Hijos?

—¡Velma! — exclamó al caer en cuenta, salió corriendo de la habitación del dios y corrió en busca de la rusa—. ¡Nat! Tenemos que ir a casa de Clint.

—Tiene arresto domiciliario, si nos acercamos...

—Velma está con él— se giró al dios que la seguía—. Ya has ido, necesito que nos lleves, ¡ahora!

Al ver la desesperación de Malie, ninguno objetó. Corrieron hacia el jardín, ya se aproximaban el resto cuando el Bifrost los absorbió. Aterrizaron entre los árboles. Vieron todo acomodado, la mesa del jardín con el pastel, mantel y globos, una manta en el suelo, la pelinegra reconoció que se trataba de la roja que le regaló su hermano. Corrieron por los alrededores en busca de la familia, al no hallarla, fueron adentro. Nat se aproximó a donde sabría que podría estar Lora, Thor buscó en las otras habitaciones, Malie fue directo a la de su hija.

Removió la cama, el ropero, buscó en el baño, debajo de la cama, ¡nada! No estaba por ningún lado, comenzó a dar vueltas sobre sí misma en busca de algún escondite que ella no conociera. Poco a poco se dejó caer en el suelo y el llanto comenzó a ahogarla. Se sostenía del suelo y la cama, apretaba los puños con fuerza para no gritar, pero fue inevitable. Gritó tan fuerte que su garganta se desgarró, lloró tanto como su delicado cuerpo le permitió, una onda azul se desprendió de ella y sus acompañantes trataron de resistir el avance del poder, ya que los paralizó un momento. Sus mejores amigos, al escucharla, corrieron escaleras arriba y Thor fue quien se aproximó a abrazarla, ella se aferraba a su brazo, no se atrevía a ver a nadie, yacía cegada por su dolor.

—Mi niña, mi niña, mi princesa— lloriqueaba, al dios se le inundaron los ojos y Nat se sostuvo del marco de la puerta.

—Tu dolor es el mío— le susurró.

—Me duele, duele mucho. Mi corazón se rompió, mue duele el pecho.

—Eres mi hermana, comparto tu dolor, pero...

— ¡Ah, ah! — gritó Malie al sentir un dolor que calaba por dentro, se llevó una mano a la vagina para hacer presión y sintió algo espeso, la retirarla y verla, apreció la sangre. Seguía gritando por el dolor que la envolvía.

—Tenemos que llevarla con un médico— dijo Nat al acercarse.

—No, por favor— suplicó Malie al cielo.

—¿A dónde? — dudó Thor al cargar a la pelinegra.

—Mi mansión— susurró antes de perder el conocimiento.

Corrieron hacia afuera. Nat llamó al resto del equipo. Todos estaban en el recibidor, dando vueltas de un lado para el otro: Nat, Flynn, Thor, Rhodey, Bruce, Pepper, Steve. No se escuchaba nada dentro. La preocupación se sentía en el aire, nadie era capaz de pronunciar palabra alguna. Steve codeó a Thor para llamar su atención, el dios vio en la dirección que señalaba y se apresuró a quitar las tres fotos enmarcadas donde aparecía Loki. Rogers se aseguró que nadie notara la acción.

Llevaban horas yendo y viniendo. Pepper escuchaba las indicaciones del médico y Flynn no paraba de inquirir por la salud de su cuñada. No podían pasar a verla, luego de la cirugía que la había sedado, mas los poderes la defendían, no surtía el efecto necesario. Claramente la reina tenía pesadillas o visiones, sus ojos se movían con rapidez, poco faltaba para que los abriera. El médico tenía el expediente de la mujer y esperaba cualquier reacción, incluso la peor. Thor se desplomó en el sillón, con sus manos apretaba el rostro, trataba de retener las lágrimas, temía haber cometido otro error, esta vez al confesarle la verdad. Steve le apretó el hombro en señal de apoyo. Nat y Rhodey a parte, esperando cualquier noticia, no podían dejar sola a su amiga en un momento como ese.

—Señorita Madinaveitia— saludó el médico cuando la pelinegra abrió los ojos.

—Llame a Nat y a Thor, por favor— suplicó. Entornó los ojos y los vio entrar, el dolor aún era persistente—. No me quiero morir sin antes ver a Sharon, Pepper, Jane y Sif, por favor— pues ella así se sentía: la muerte la abrazaba ahora que lo había perdido todo, flaquear tras la caída de S.H.I.E.L.D. no era nada comparado con el dolor que la consumía en ese momento.

—Pepper y Flynn están afuera— dijo Nat. Thor no se movió de su lugar, no sabía el paradero de lady Sif, no fue a buscar a Jane porque no finiquitaron en buenos términos.

—¿Sharon está...?

—Sí— susurró Flynn desde atrás, la pelinegra retornó al llanto—. Nos casamos la semana pasada, luego del nacimiento de la niña.

—Mi niña— dijo Pepper la adelantarse, ponerse de rodillas a lado de la cama y tomar la mano de la pelinegra, quería mucho a Madinaveitia y le dolía verla en ese estado, no podía confesarle lo ocurrido con su hermano, sería devastador y de consecuencias improbables. Malie la apretaba con desmesurada fuerza, inconscientemente se aferraba a la realidad

—Díganme, ¿hembra o varón? — inquirió al ver que el médico salía con una sábana en volviendo al feto.

—Malie, no es momento, mi amor— susurró Pepper tratando de llamar su atención

—Por favor— suplicó al borde del llanto.

—Varón— dijo antes de salir.

—No, perdí a Jehtro— exclamó al tratar de girarse.

— ¿Quién es...?— empezó Banner.

—Era el nombre de su abuelo paterno, peleó en la Gran Guerra— dijo Steve con pesar.

— ¿Por qué no lo dijiste?— inquirió Nat.

—Era una misión como cualquier otra, no soy un ama de casa, por ello Velma no vivía conmigo, porque no era un estilo de vida para una bebé: huir de un lado al otro— dijo Malie—. No lo iba a decir hasta que no viera al padre primero. Ahora los perdí todo: murió el rey, la princesa se fue y el niño jamás llegará.

Hero's Sacrifice #PGP2022Donde viven las historias. Descúbrelo ahora