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Ese no era Loki, se repetía una y otra vez. Sus padres tenían 24 años muertos, jamás conocieron Asgard, ni a Loki o la amenaza que representaba para la Tierra. Loki tenía un año muerto. Deseaba verlo de nuevo, pero no así, no como hacía un momento, cuando trató de asesinarla, ¿o lo hizo? Todo se volvió negro a su alrededor y esta vez no estaban las máquinas para hacerla volver a la realidad, estaba en medio de una misión y su mente viajaba a otro lado, como siempre en ese último tiempo, a otro mundo, a otra vida.

Quería verlo y que le preguntara sobre sus poderes, cómo los obtuvo, si le gustaban, si ya los había desarrollado más, si tenía otros que él no conocía, que le pidiera explicarle en qué consistía cada uno de ellos. Deseaba verlo y escuchar la historia de cómo Frigga lo instruyó en las artes mágicas, volver a fusionar sus poderes con la magia de él. Tantas cosas que deseaba hacer y esos planes se habían ido al retrete. Loki murió en sus brazos, no quedaba nada por hacer. Si los planes seguían en pie, debía continuar el camino sola.

No se acostumbraba a perder a sus seres queridos: primero sus padres, los de su mejor amigo, luego Coulson, por un momento Tony, después Loki. Deseaba hablar con los caídos y preguntarles si dolía morir, así no le tendría miedo a reencontrarse con ellos en aquel futuro lejano. Debía aprovechar a los vivos y amarlos tanto. Miraba al cielo en busca de sus miradas, de respuestas; quería reconfortarse con el calor que sus padres le podrían proporcionar. A veces cerraba los ojos y los veía delante de ella, por ello no quería abrir los ojos en ese momento, podía dejar a sus amigos atrás y avanzar por la senda que se presentaba ante ella, porque, a pesar del miedo que significaba morir, estaba lista para ser abrazada de nuevo.

Sus padres estaban orgullosos. Valdemar y Arthur no lo decían a diario, pero notaba la forma en que la miraban, las sonrisas y abrazos que le dedicaban cada día, el amor que le brindaban incondicionalmente. No podía derrumbarse por el hubiera, no podía rendirse, tarde o temprano se reuniría con ellos y le dirían cuánto la amaban, a pesar de no estar con ella, de dejarla indefensa ante el mundo. Ahora ella debía pelear por seguir adelante y que su recuerdo no la hiciera flaquear. El matrimonio Madinaveitia Marlow estaba orgulloso del legado que dejaban atrás: su muy amada hija.

Aquellos días, lejanos, bastante lejanos, donde podía sentarse en el jardín a tener días de campos, donde su padre disfrutaba de recostarse en el pasto, a su lado y beber té invisible, donde respiraban tranquilidad. Su madre le cocinaba ricos platillos, en los cuales le reiteraba el amor que sentía por ella. Siempre le dijo que tener un hijo era redescubrir el amor, por eso jamás lo puso en duda, por esa pequeña confesión. Con ellos sus planes no quedaron en nada, al contrario, luchó por ellos,por enorgullecerlos, sin importar en dónde estuvieran. Ella salió adelante.

Hero's Sacrifice #PGP2022Donde viven las historias. Descúbrelo ahora