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—Buenos días.
         —Señorita Madinaveitia, qué sorpresa.
         —Estaba de misión, una baja me hizo volver antes.
         —Lamento escucharlo, si hay algo que pudiéramos hacer por usted.
         —Cancele los botes de nieve, quiero un platillo fuerte, el que sea, trataré de dormir un poco, bajaré más tarde, mientras deseo que localicen este panteón— dijo entregando un trozo de papel.
           —¿Para su colega?
           —Era más que eso y no, ahí descansan mis abuelos y necesito hablar con alguien a falta de mis padres.
          —Lo lamento.
          —Descuide, ¿en cuánto bajo?
          —Cuando usted lo disponga.
          Se despidió del recepcionista con un asentimiento de cabeza. Caminó de vuelta a su habitación. Se dio un baño y vio que, efectivamente, su rostro perdió brillo, las ojeras se veían poco pronunciadas. Puso un poco de maquillaje para ocultarlas. Se dejó caer en la cama, se llevó las manos al rostro y trató de retener las lágrimas. Lloró, se permitió hacerlo, esto no era como el susto de Tony, vio su cuerpo y se disculpó por algo loable: vengar la muerte de la reina Frigga. No pudo dormir, dio vueltas en la cama durante horas, cansada de no lograr nada, llamó a recepción y pidió un taxi. Se puso su chaqueta verde y bajó, ya la esperaban, pasó al restaurante para engullir el platillo, avisar al mesero que lo cargaran a su habitación.
           Una vez afuera, esperó a que le abrieran la puerta, subió y se puso el cinturón. Iban en completo silencio. No quería hablar ni tenía ánimos, procesaba lo que acababa de pasar: la muerte de la reina, la muerte de la reina, darle consuelo a un hijo dolido, dejar las vacaciones para aceptar la misión la misión de Fury, dejar la misión por la pérdida de alguien que comenzaba a abrirse paso dentro de sí. Aparcaron afuera, se acercó a las oficinas y le informaron que ya había reservado a alguien del personal para guiarla a unas tumbas.
—Hola, sé que no nos conocimos, bueno, ustedes a mí sí pero yo tenía dos años aproximadamente, así que no cuenta. Soy Malenalie, o Lady Malie, como deseen llamarme cuando me visiten. No estoy acostumbrada a hablar con ustedes, casi no sé nada, en realidad. Ustedes apoyaron a mamá en todo, menos cuando se unió al ejército, pero sí apoyaban a tía Peggy, eso es doble moral, ¿sabían? Como sea, necesito un consejo y no sé cómo pedírselos, era usual que Valdemar fuera la voz de la razón y Arthur me alentara a avanzar sin pensar en las consecuencias, aunque ambos previeran lo que pudiera ocurrir o no con mis poderes. ¿Ustedes se conocieron por ello? Sé que tú, Andelin tuviste la invisibilidad y empatía, en cambio tú, Andrew, eras muy fuerte y veloz. Quisiera saber si chocaron o se entendieron con facilidad. Conocí a alguien, buscaba respuestas, yo le atribuí el choque al suero del súper soldado, cuyo caso, papá tiene la culpa, ¿y si no? Digo, es un dios, el del engaño y las travesuras, tal vez jugó con el campo de fuerza antes de entrar. No lo sé— hizo una pausa y alternó la vista entre ambas lápidas—. Eran muy viejos cuando tuvieron a mi madre y eso le ocurrió a Valdemar cuando nací, seguro ni tuvieron tiempo a apostar qué poderes tendría yo— rió para sí—. ¡Heimdall! Tú que todo lo ves, espero que oigas también, dile a Sif que necesito una amiga, por favor. Aunque es probable que tenga asuntos más importantes que yo.
​—No estés tan segura— murmuró luego de que la pelinegra escuchara el sonido distintivo del Bifrost, se giró y la abrazó con fuerza.
​—Eso fue rápido.
​—Justo acababa de preguntarle dónde estabas.
​—Aquí.
​—Supe lo que pasó.
​—Sí— dijo con voz queda.
​—En verdad te afectó— dijo al tomarla del mentón y ver las ojeras.
​—Creí que las había ocultado.
​—No hiciste un buen trabajo.
​—¿En verdad lo amabas?
​—No creo que esa sea una forma de definir lo que ocurría entre nosotros, te conté la historia cuando me devolviste a Midgard; lo de anoche solo fue un beso, no por eso puedo afirmar qué sentimiento predominaba entre nosotros. Incluso puedo besarte en este momento y no por ello te amo.
​—Sí, pero.
​—Allá, cuando me preguntaste si traicionaría a mi amigo por él, en el castillo lo dudé, no me podía responder aquello, pero al tomar su cuerpo, en mi mente estaba claro. Quizá sea capaz de revelarme para ir tras él, quizá yo...
​—Lady Malie.
​—Cierto, estoy divagando. Perdón.
​—¿Por qué?
​—Dejé la ropa que me diste en casa de Darsey, en cuanto vaya por ella pediré el Bifrost para devolvértela.
​—Guárdala, como recuerdo de tu estancia, aunque corta, fue gratificante verte ahí. Que quede como recuerdo de las aventuras que pudimos tener.
​—Puedes llamarme cualquier día y volveré con gusto.
​—Ya lo creo.
​—¿Cómo lo tomó el padre de todo?
​—Ha actuado muy extraño.
​—¿Y Thor? ¿Ya volvió?
​—Pasó a despedirse, creo que fue con la mortal.
​—Asgard es su hogar, seguro que volverá.
​—¿Y tú?
​—Fuimos a dejar el Éter en un lugar seguro.
​—No creo que haya un lugar seguro para esa cosa.
​—Por lo menos está contenida, lejos de mi hogar, y del tuyo.
​—Me alegra oír eso.
​—De verdad, podrán no estar Loki o Frigga, pero puedes volver cuando lo desees, yo te recibiré en mi casa.
​—Y tú, cuando te des una vuelta por aquí, te puedo llevar a conocer muchos lugares y pondré mi casa a tu disposición.
​—Buen viaje, nos veremos pronto— dijo Sif al abrazarla.
El Bifrost se activó y la guerrera fue absorbida por él, la pelinegra alzó la vista tratando de ver la nación dorada de dónde provenía aquel hermoso arco iris. Se puso los lentes de sol y volvió a la entrada, el coche seguía ahí, esta forzó una sonrisa y subió. Pidió parar en una cafetería para pedir un capuchino extra espumoso. Bajó del taxi y pagó el transporte, aseguraban que el hotel se encargaría del gasto y ella negó, ese adeudo no estaba en sus planes, por ello no quería cargarlo al servicio. Se despidió amablemente del chofer y entró, el recepcionista la llamó y ella se acercó a paso lento.
—Llegó paquete para usted.
—No pedí nada.
—Dijeron que Madinaveitia lo quería.
​—Correcto, muchas gracias.
​—Para servirle.
​Tomó la caja y subió por las escaleras de servicio hasta su habitación, solo quería perder el tiempo y usar ese acceso hasta la suite era una buena idea. Una vez dentro, se desnudó y entró de nuevo en la ducha, no sabía por qué esa imperiosa necesidad de darse un baño, pero ahí estaba. Salió y se enredó el cabello con la toalla, con desgana comenzó a ponerse la ropa. Se dejó caer sobre la alfombra, ni siquiera tenía fuerzas para llegar a la cama, abrió el paquete perfectamente envuelto en periódico de hacía dos días. No lo rompió, despegó uno por uno los pedazos de cinta, al abrirlo vio una copia del periódico y sonrió con pesar, lo dejó de lado y vio que dentro estaba la armadura que le prestó Sif y el propio vestido que la doctora usó:
​"Puede que hayamos iniciado con el pie izquierdo, pero contra este dolor no podemos enemistarnos. Te mando algo que seguro atesoras mucho más que yo, abajo viene mi número, por si deseas pasar por un poco de nieve, Thor dijo que es tu favorita. Mi más sentido pésame, Jane."

Hero's Sacrifice #PGP2022Donde viven las historias. Descúbrelo ahora