23

847 146 110
                                    

—Amor, no tienen fresa. Pero hay de durazno.

—No, quiero fresa. —insisto tomando las galletas.— Hay que conseguir mermelada de fresa.

James asiente, no tiene oportunidad de llevarme la contraria.

Últimamente mis antojos son muy específicos.

Y los mareos matutinos demasiado traumantes. La última semana he vomitado todas las mañanas.

Mi tío dice que es mi cuerpo adaptándose a la dosis de medicina que ha disminuido. Y le creo, incluso los dolores de cabeza han aumentado.

Por el momento dejé de hacer ejercicio, no me sienta bien. Pero también controlo mi alimentación.

La dieta de la nutricionista sigue vigente.

—¿Soy yo o finalmente subiste de peso? —musita James a mi lado.— Te veo más llenita, nena.

—¿Es tu manera de llamarme gorda?

—No, es solo que en serio subiste de peso. —explica metiendo embutidos al carrito.— Y eso es muy bueno, podrás lucir un lindo vestido para la boda de Ruggero.

—Ya sé qué rumbo toma esta conversación.

Él me evita yendo por las verduras, empujo el carrito hacia él.

Últimamente no quiere que hablemos de Ruggero y yo no pienso permitir que nuestra relación sea así.

Nunca nos hemos ocultado nada, la confianza es lo vital y así será siempre.

—Amor. —me río.— Claro que iremos los dos juntos a la boda de Ruggero y lo disfrutaremos porque así ha sido siempre.

—Es que..., no, olvídalo.

—Nada de olvídalo, sabes perfectamente que no me gusta que nos guardemos secretos.

—Es que..., me es difícil de asimilarlo porque sé perfectamente que amas a Ruggero.

—No, sabes que eso no es cierto.

—Si es cierto.

Me detengo, él también.

—Puede que sí sea cierto, pero te soy sincera cuando te digo que no sentí nada cuando me dijo que me amaba. Al contrario solo pude agradecerle porque gracias a eso supe que te amo a ti y solo a ti. Yo solo me estaba aferrando a los recuerdos de Ruggero. Pero ahora que ya me deshice de ellos, estoy lista para darle mi cien por ciento a mi matrimonio.

—Eso lo sé, pero sabes que antes que nada somos mejores amigos, ¿verdad? —asiento.— Pues resulta que detesto verte llorar y lo único que quiero es que tú estés bien, si te afecta que Ruggero vaya a casarse solamente no vayamos.

Niego, sé que busca mi bienestar pero quiero que vayamos. Me compré un lindo vestido que espero lucir en la ceremonia.

Salimos del supermercado luego de haber hecho las compras necesarias. Le escribo a Gio para avisar que no estaré en casa gran parte de la mañana porque queremos comprar algunas otras cosas que nos faltan.

Extrañamente ella también fue invitada a la boda de Ruggero. Y bueno, ambas planeamos lucirnos allí.

Además no quiero estar sola.

Desde que Ruggero dijo que me amaba todo es incómodo para mí.

Es mejor que conserve distancia por el momento. No soporto su mirada de dolor.

Pasamos toda la mañana comprando algunas cosas que Jed necesita para el campamento. Y mientras vamos a dejárselas, me como mi mermelada de fresa que por fin logramos conseguir.

Antes De Mi; Daños Colaterales. Donde viven las historias. Descúbrelo ahora