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—Si dejas de tocarme me parece una mejor idea. —le hago saber apartando su mano.— ¿Qué quieres?

Del bolsillo de su chaqueta lo veo sacar una caja. La pone en mis manos y confundida la abro.

Noto un bonito colgante de girasol. Un suspiro se escapa de mis labios.

¿Por qué me hace esto?

—¿De qué se trata esto?

—Falta tan poco. —susurra.

—¿Para qué?

No obtengo una respuesta de su parte, se aleja y yo solo miro el colgante dentro de la caja. Maldita sea, realmente no entiendo nada.

Reacciono cuando él está fuera de la habitación. Sujeto la cajita con fuerza y camino hacia mi habitación.

Me aseguro de dejarla en un lugar alejado de la vista de todo el que entre a la habitación. Y cuando bajo solamente me siento junto a James.

Ceci reparte los regalos, exige que los abramos al momento y así todos vemos qué recibió el otro.

Alina recibe una caja registradora y salta emocionada por toda la casa.

Incluso llena de besos a James. Y eso me indigna porque la de la propuesta de comprar la bendita caja fui yo.

Cuando llega mi turno de abrir los regalos, leo primero la tarjetita que James dejó. Es un tonto pero sus palabras me encantan.

Papá me regaló un collar con mi nombre, mamá una cajita musical de cristal preciosa.

Y Alina sigue demostrando su arte y me regala un dibujo suyo. Yo quería un regalo de verdad.

Ceci en cambio me regala una taza que dice; La mejor nuera del mundo. Y una caja de chocolates.

Pero el regalo que de verdad me encanta es el de James. Es una pulsera bañada en oro con el árbol de la vida. Y en cada rama están grabados los nombres de todas las personas que él sabe que perdí pero que deseo volver a tener en mi vida.

Eso por supuesto me pone muy sentimental.

Y cuando termino llorando, él se encarga de abrazarme para que no se note.

Repito; todos necesitamos un James en nuestras vidas.

Para las tres de la mañana todos se van a dormir, me quedo en la cocina preparando un té.

Poco a poco las luces se apagan y solo la de la cocina le da un poco de vida a esto.

Mientras agrego un poco de azúcar a mi té escucho pasos. Espero que sea James.

Y si es Mila, no tengo ganas de pelear por ahora.

Le doy un sorbo a mi té, apago las luces y camino fuera del lugar.

A oscuras camino hacia las escaleras, odio que esta casa sea tan grande.

¿Cómo puede vivir Ceci sola en esta casa?

Hay como diez cuartos y ella ocupa solamente uno. Es raro.

Yo no podría estar aquí sola un solo segundo.

¿No tiene miedo acaso?

Ahogo un grito cuando soy arrastrada dentro de una habitación. Maldito James.

—Te he dicho que no hagas eso. —me quejo golpeándolo.— Eres un estúpido, James.

—Vaya, él no puede salir de tus pensamientos al parecer.

Mierda.

De inmediato busco la manija de la puerta, él me detiene tirando de mi mano hacia atrás. Mi té se riega gracias al brusco movimiento.

Antes De Mi; Daños Colaterales. Donde viven las historias. Descúbrelo ahora