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—Ya te dije que puedes volver a casa y viajar con tus amigos si no te sientes bien.

—¿Estás loco? Jed es mi hijo también, y tú eres mi esposo.

—Karol, solo mira tus ojos.

James me quita las gafas, muerdo mi labio inferior. Claro que no estoy bien.

Llevo horas llorando, estoy estúpidamente sensible y soy consciente de las razones.

Una de ellas es la llegada de mi periodo, estoy tan bipolar que ni siquiera comprendo por qué me duele tanto.

También he llorado por Jed, me preocupa lo que vaya a pasar. ¿Qué vamos a hacer si esa mujer gana la custodia?

Frustrada vuelvo a ponerme las gafas, él suspira besando mi frente.

Claro que ha notado que no me siento bien. Todo el mundo lo notó ayer.

Y lo que iba a ser un viaje de amigos increíble termina siendo un martirio total.

Muerdo mis labios, juego nerviosa con mi blusa y él solo besa mi frente. Esto va a pasar. Quiero creer que sí.

Me dedico a moverme de un lado a otro, ansiosa juego con mis manos y James solo me mira con un gesto de preocupación.

Esto es extenuante.

Anuncian que podemos entrar ya a la sala, James me toma de la mano. Intento sonreír pero no puedo, me obligan a quitarme las gafas, maldigo.

En cuanto entramos me siento junto a James y el amigo abogado de mi padre que nos está ayudando. No suelto la mano de mi esposo en ningún momento.

No quiero estar así.

—Se abre la audiencia por la disputa de custodia del menor de edad Jed Larsson Sevilla. —musita el juez.— La madre biológica del menor apela por su custodia y el cambio de apellido materno. La parte demandante tiene tiempo para defender su posición.

La mujer que defiende a Erika se pone de pie.

Comienza a hablar mientras camina por todo el lugar, estoy demasiado nerviosa y eso se nota en cada uno de mis gestos.

Me aferro a la mano de mi esposo, él solo me susurra que todo está bien.

Pero yo no creo que lo esté en este preciso momento.

—Es por eso, señor juez, que apelamos por la custodia del menor que está obligado a vivir en una mentira que tarde o temprano va a lastimarlo. Ellos no son ni serán una familia normal.

—Asumimos que tienes pruebas para ello. —musito malhumorada.— Me indigna que hagan esto.

—Tenemos pruebas suficientes. Así como también solicitamos que el señor Santiago Schmidt sea interrogado.

¿Santiago?

¡Mierda! Ellas realmente pueden probarlo.

James aprieta su agarre alrededor de mi mano. Le sonrío.

Esto va a estar bien, tenemos que confiar en eso.

Genial, odio que los papeles se inviertan, la nerviosa debería ser yo, no él.

Cuando el tiempo de la abogada de Erika termina, comienza el del amigo de mi padre. La facilidad con la que se maneja es increíble.

Apela para que Santiago no sea interrogado y exige que la posición económica y social de Erika sea investigado más a fondo.

Dice también que queremos quitarle todo derecho de maternidad a esa mujer. Pero yo no creo que sea necesario.

Una cosa no tiene que ver con la otra.

Antes De Mi; Daños Colaterales. Donde viven las historias. Descúbrelo ahora