32

718 158 50
                                    

Cierra la puerta, camina hacia la cama y las luces se apagan. Una vez más está llorando.

Me esfuerzo porque no duela, pero es tarde ya. Verle destrozada me destroza también a mí.

Su teléfono vibra, limpia sus lágrimas y toma una profunda respiración antes de contestar.

Es su madre, habla con ella, sonríe y le hace saber que está bien para no preocuparla. Pero cuando cuelga, se quiebra una vez más.

¿Por qué hace eso?

No me gusta verla así.

Tonto, James. —susurra.— Quiero verte, te extraño.

Y yo te extraño a ti. —susurro llevando mi mano a tu brazo.— Te extraño demasiado, mi amor.

Se remueve, me da la espalda y te estiras tomando mi perfume. Aún lo tiene a pesar del tiempo que ha pasado.

Rocía el perfume en la que era mi almohada antes de ponerse de pie, se deshace de su ropa y busca una de mis camisas, no tarda en ponérsela.

Vuelve a la cama, se acuesta y la escucho sollozar mientras abraza mi almohada.

Que no haga eso...

Jamás me ha gustado verla así, llorando y lamentándote por el pasado. Sí, duele demasiado, pero no es justo sufrir por esto.

Mi hermana había actuado mal, y ahora nada me agobiaba más que verla tan mal a ella.

Dos, tres, cuatro horas y finalmente su respiración se vuelve tranquila. Se quedó dormida.

Velo sus sueños como lo ha pedido en cada carta que escribe y guarda en el cajón. Le prometo que todo va a estar bien.

Pronto va a olvidar esto, y va a recordarnos como una bonita etapa de su vida que desgraciadamente tuvo que acabar.

Me hubiese gustado ahorrarle esto y hacer que por lo menos los niños se quedaran con ella. Pero no fue posible.

No pude hacer nada para mantenerlos a salvo.

Cuando el reloj marca las diez de la mañana su teléfono suena y se niega a despertar.

Me acerco un poco. Ruggero vuelve a llamarla.

Pero no contesta. Cuelgas sus llamadas. Y al tercer tono, lo toma sin ánimos de nada.

—¿Qué quieres, Ruggero? —la escucho preguntar.— No, no quiero salir, no quiero verte. No te quiero cerca de mí.

Escucharla decir eso me molesta, ella y yo sabemos cuán importante es él para su vida.

Que no lo aleje...

Mi familia y mis amigos son suficientes, por favor olvídalo todo y vuelve a Nueva Zelanda, ya tienes una vida allá, no la abandones por mí. —le dice. Por su gesto sé que no se siente bien.— No, Ruggero. Sabes que te lo agradezco, pero no eres mi terapeuta, no estás en la obligación de quedarte. Ya el caso de Mila se cerró, ya James y mis hijos están descansando en paz. Solo dejemos esto así.

Escucha atenta todo lo que él te dice. Sonríe.

Es apenas un pequeño reflejo pero sonríe y eso me hace feliz.

Bueno, pero si alguien usa esa mirada de piedad conmigo no dudaré en volver a casa. —advierte poniéndose de pie.— Puedes venir por mi, pero, Ruggero. Hago esto por ti y en agradecimiento a todo el esfuerzo que pusiste a la búsqueda de James. Sabes que no estoy bien y que no pretendo ir a bailar luego de haber perdido a mi esposo y a mis hijos. Iré, pero iré solamente a despedirme de ti.

Antes De Mi; Daños Colaterales. Donde viven las historias. Descúbrelo ahora