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—¿Por qué se desmayó, doctora?

—Al parecer no se está alimentando bien. —escucho la voz de la mujer. Abro los ojos.— Hola, Karol. ¿Cómo te sientes?

—Siento que rodé las escaleras más largas del mundo. —mi voz suena rasposa. Me aclaro la garganta.— ¿Qué me pasó?

—Tienes principios de anemia.

—¿Y eso es grave?

—Tienes que cuidarte. —musita la mujer. Me siento en la camilla.— Al parecer no te has estado alimentando bien.

—Para ser sincera no.

—Eso influye bastante en tu estado. Quítate los zapatos y camina a la balanza.

Hago lo que me pide, y al pararme, me pesa, mide y todo eso.

Después me pide que me ponga los zapatos y la acompañe a su escritorio. Eso hago.

Y en cuanto nos sentamos, sonríe.

—Te faltan cinco kilos, niña.

—Y como no si cada vez que se siente asfixiada deja de comer y hace tanto ejercicio como puede. —me acusa James.— ¿Qué hacemos entonces, doctora?

—Según tu expediente médico hace un año y medio te quitaste el DIU. —asiento.— ¿Por qué?

—Porque el 99% me falló y ese uno por ciento me hizo quedar embarazada. —reprocho.— Perdí a mis bebés entonces hice lo más sensato que era quitarme el dispositivo.

—Bueno, ¿sabias que tenias que cuidarte después de eso?

—Claro que si.

—¿Y por qué no lo hiciste? Tu alimentación no es la adecuada, tu rutina de ejercicio tampoco.

Reprimo un quejido. Yo ya sabía que evidentemente no eran las adecuadas pero no había por qué decirlo en voz alta.

Suspiro, la doctora comienza a revisar en el expediente médico.

—¿Estás ya trabajando con un terapeuta?

—El novio de mi amiga. —asiento.— ¿Qué tiene eso que ver?

—Pues tendremos que ponernos en contacto con él.

—¿Ponernos?

—Si, un nutricionista, tu cardiólogo, él y yo comenzaremos a trabajar en conjunto.

—¿Para qué?

—Para que dejes de atentar contra tu vida.

—No estoy haciendo nada.

—Dícelo a tu aspecto.

Indignada miro a James. Él asiente y ruedo los ojos.

Al final la mujer termina saliéndose con la suya, contacta a mi tío, a Pasquale y estúpidamente me recomienda un nutriólogo al que comienzo a ir todos los martes.

Desde ese día mi vida toma una rutina que me desagrada. ¡Incluso vuelvo a la universidad!

Mañana es mi primer día, y sí, ya me aseguro de que Ruggero no esté a la vista. ¡Pero oh sorpresa!

Trabaja en la universidad.

Una completamente nueva en la que me aceptaron sin importar que están muy avanzados.

Según mi plan de estudios, la única manera que me toque ver a Ruggero en clases es que yo elija programas alternativos que afortunadamente no voy a escoger.

Antes De Mi; Daños Colaterales. Donde viven las historias. Descúbrelo ahora