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—Mamá, me ajusta. —me quejo y ella sonríe.

—Solo respira profundo, ya cerró.

Aliviada me miro en el espejo. Me veo malditamente hermosa.

Mi cabello estaba semi recogido, completamente alisado y un precioso peine bañado en oro rosado adorna mi muy bien elaborado peinado.

Pero sin duda, lo que mejor se veía era mi vestido.

Me llegaba a la altura de las rodillas, tenía los hombros descubiertos y mangas de encaje preciosas. Es el vestido de novia que siempre soñé tener.

Tras terminar de admirarme en el espejo me acerco a mamá. Ella sonríe besando mi mejilla.

—Eres preciosa, amor.

—Gracias, mami. —sonrío.— Dios, siento que quiero llorar.

—No, ni se te ocurra. Se te va a correr el maquillaje.

Me río, ella besa mis manos y acomoda el anillo de compromiso.

Dios, me tiemblan las manos, estoy extremadamente nerviosa y ansiosa. Ya quiero que la hora que falta pase de inmediato.

Es que, ¡estoy ansiosa por caminar hacia el altar!

—¿Se puede?

—¡No, papi! Nadie puede ver a la novia hasta que esté en el altar. Es de mala suerte. —musita Alina poniéndose detrás de la puerta.— Vete, vete.

—Ali, preciosa. Yo voy a llevarla al altar. —musita papá.— ¿Puedo entrar?

Ali hace un mohín como si lo estuviera pensando, al final asiente y se hace un lado para que pueda pasar.

Papá se acerca a mí y sonrío mientras me estrecha en sus brazos.

Vaya, este es el día más importante de mi vida a pesar de todo. Mierda, estoy demasiado ansiosa.

—Mi niña, qué preciosa estás. —susurra acariciando mi mejilla.— ¿Ansiosa?

—Demasiado, papá. —mis ojos comienzan a arder.— Ya estoy ansiosa, ya quiero ver a James.

—Pero cálmate un poco, mi amor. Tu emoción está saliendo a flote. —se ríe mamá.— No había visto tus ojos brillar tanto desde que estabas enamorada de...

—Dilo, mamá. No hay problema alguno. —aseguro divertida.— Desde que estaba enamorada de Ruggero.

Ella asiente, sonrío.

La razón por la cual estoy así es él. No puedo negar que nuestra despedida me puso de muy buen humor.

Me reconforta saber que él a pesar de todo quiere mi felicidad tanto como yo quiero la suya.

Y eso me basta para olvidar, soltar el pasado y seguir adelante.

Ya perdoné a Ruggero de verdad, sin hipocresías de por medio, sin nada.

Pero, aún queda esa parte de mí que de niega a perdonar a Valentina.

Y me he puesto a pensar y estoy haciendo lo mismo que ella, preferir al chico en lugar de la amiga.

Salgo de mi ensoñación cuando papá besa mi mejilla, le sonrío.

Si hay alguien más feliz que yo sin duda son mis padres. Ellos no saben la verdad de las cosas, y bueno, tampoco tienen que saberla si yo soy y seré muy feliz.

James es un amor, me encanta vivir con él y aunque no haya amor pasional de por medio, nos amamos. ¿Qué más podría pedir?

—Te vamos a dar unos minutos a solas antes de irnos, ¿de acuerdo?

Antes De Mi; Daños Colaterales. Donde viven las historias. Descúbrelo ahora