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La calidez del sol lo despertó antes de que sonara la alarma, las cortinas de la habitación estaban abiertas desde la noche anterior y debido a eso los rayos brillantes entraban con autoridad aterrizando justo en sus ojos. Se removió desenredándose y apartando las sábanas hacia atrás, pero a pesar de haberse destapado por completo, no pudo levantarse debido a que primero necesitaba quitarse de encima a la persona que tenía al lado, los brazos de Jisung le abrazaban por la cintura y sus piernas parecían verdaderas lianas alrededor de sus muslos. Minho se restregó la cara con fuerza, quizás el menor jamás había dormido en su cama y eso no era nada más que un sueño, pero sus ideas se esfumaron al escucharlo quejarse y sentir claramente como acomodaba la cabeza encima de su pecho, buscando cercanía para seguir descansando, y la sensación que aquello le produjo en el estómago fue demasiado fidedigna como para dudar de la naturaleza de esa situación.

Jisung estaba, en efecto, enganchado a él y esa imagen sería imposible de borrar de su mente. El cabello desordenado bailaba sobre su frente y se esparcía encima de la camiseta que el pelioscuro llevaba, su piel canela levemente bronceada resaltaba magnífica bajo la luz del sol dándole un aspecto natural y único. Maldición, Minho estaba hipnotizado observándolo, el tiempo se le pasó demasiado rápido entre caricias y suaves toques que con sus dedos le proporcionaba siempre con cuidado de no despertarlo, pero tanta fue la distracción que ni siquiera pudo advertir la alarma sonando, dando como resultado que Jisung se asustara y por poco cayera al suelo. En menos de cinco segundos sus cuerpos ya no seguían unidos y el mayor quiso gritar al percatarse de las ganas que tenía de seguir en esa posición con su amigo.

-Jodido ruido le tienes, parece la alarma de un camión de bomberos -gruñó cubriéndose la cara con las manos mientras se estiraba sobre el colchón- apágala antes de que me lance encima de ti y arroje tu celular por la ventana.

Minho río ante la advertencia, al parecer Jisung odiaba que lo despertaran con alarmas y era la primera vez que lo comprobaba, ya que si bien se había quedado a dormir un par de veces, nunca habían hecho uso de sus celulares para empezar la mañana haciéndole caso a la primera.

-Apágala tú -desafió alzando una ceja y fingiendo no saber dónde estaba el aparato, escondiéndolo detrás de su espalda.

Lo último que escuchó antes de que Jisung se le tirara encima fue una palabrota muy malsonante salir de sus labios, pero no tuvo tiempo de reaccionar porque ya lo tenía subido a horcajadas forcejeando para quitarle el teléfono y eso era lo más cerca que habían estado hasta ese momento. Abrió los ojos sorprendido y frunció los labios queriendo protestar pero sin resultado, las manos ágiles de su amigo se movían por todos lados buscando con desesperación, la alarma seguía cantando su desagradable melodía y Minho decidió darle fin al sufrimiento de ambos presionando el bendito botón, pero incluso cuando el silencio los rodeó, Jisung no se alejó, al contrario, aprovechó la instancia y siguió haciéndole cosquillas con sus dedos, quemándole la piel por sobre la delgada capa de ropa sin darse cuenta de lo que provocaba, o más bien, sin querer admitir que le gustaba en sobremanera tener a su amigo así.

-¡Ya la apagué! -exclamó agarrándole las muñecas y jalándolo hacia cualquier lado que no fuese encima suyo, la situación se estaba volviendo muy íntima a su parecer y tener esa clase de pensamientos le atormentaba. Debían detenerse.

-Eres malo Minho -dijo acercándose un poco más a su rostro, seguía con las manos inmovilizadas por el agarre que el joven ejercía pero se las arregló para quedar a escasos centímetros del bailarín- lo hiciste aproposito.

Se observaron directo a los ojos durante largos y pesados segundos, la intensidad que cargaban en ese intercambio de miradas era intoxicante, la tensión invisible como el aire era tan evidente como un elefante adulto y ni con el mayor esfuerzo hubiesen logrado ignorarla. Sus respiraciones se volvieron lentas y profundas a la vez que sus cerebros se hacían más y más conscientes de la incómoda postura en la que estaban, de la nada las piernas del menor temblaron y los músculos de Minho se colocaron rígidos como el ladrillo, ¿Cuando se le había levantado la camiseta? ¿En qué momento Han dejó caer todo su peso sobre él encerrándolo con sus piernas descubiertas?

GLASS | minsungDonde viven las historias. Descúbrelo ahora