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Con la velocidad de un auto de carrera se despidió de Chan y buscó su chaqueta bajo la barra, si se apresuraba tal vez lograba alcanzar a Minho en el camino y acompañarlo hasta el departamento directamente, pero al salir del abarrotado lugar y buscarlo con la vista, no lo encontró por desgracia y supuso que había estacionado cerca subiéndose enseguida al vehículo, es decir, le tocaba caminar solo o rogar para que un taxi hiciese acto de presencia.

Trotó hasta la parada de buses más cercana cruzando los dedos, si no le fallaba la memoria justo a esa hora los choferes se paraban a esperar pasajeros, y grande fue su alivio al ver las brillantes luces de un auto acercándose con aparente intención de llevarlo.

No esperó ni cinco segundos y ya estaba a bordo.

Los árboles de hojas oscuras decoraban el paisaje borroso de su ventana, eran casi las una de la mañana y las calles desiertas le daban plena vista de la flora existente, pero se le complicó mantener su concentración en el exterior ya que a la vez sus dedos temblorosos y ansiosos tecleaban un apresurado mensaje para Changbin, diciéndole dónde estaría y que probablemente lo vería al día siguiente.

Diez minutos más y ya estaba frente al edificio.

Con pasos un tanto inseguros cruzó el umbral de la puerta, topándose de lleno con el olor a café que provenía de la taza humeante sobre el mostrador y la cual esperaba ser bebida por el conserje en cuestión, el mismo que ya lo conocía de memoria y que cuando no frecuentaba el hogar de su amigo notaba de inmediato su ausencia.

-Buenas noches, vengo al...

-Joven Han -saludó sonriente- tiempo sin verlo por aquí, adelante pase usted, el señor Lee estará feliz de verlo.

"Eso espero" susurró avergonzado y reverenciando, para luego subir las escaleras.

La puerta del departamento era inofensiva, no tenía garras, colmillos ni poderes sobrenaturales, sin embargo le aterraba golpearla o hacer sonar el timbre, su estómago dolía de nervios e incertidumbre, y la adrenalina de haber tomado la decisión de ir en último momento le tenían respirando con dificultad, peor que si hubiese corrido los cien metros planos.

-¿Qué haces aquí?

-Tú me invitaste -jadeó sin aliento, las copas de más en su organismo rápidamente esfumándose. Si de algo estaba ebrio era de Minho.

-No creí que vinieras -admitió abriendo la puerta por completo y dejándole entrar- Gala y Nova duermen en la sala así que puedes sentarte en mi habitación, ¿quieres un café?

Llevaba una camiseta blanca con el logo de algún hogar para animales abandonados en el centro del pecho, sus piernas trabajadas llenaban sin dificultad el pantalón de ejercicio que traía y a juzgar por su cabello mojado, Jisung dedujo que hasta había tomado una ducha rápida al llegar.

-¿Por qué no creíste que vendría? -avanzó despacio llenándose los pulmones del aroma a vainilla que inundaba toda la estancia y el cual adoraba.

-Te estabas divirtiendo bastante en la fiesta.

Quiso contestar de manera coherente pero las maletas y bolsos apilados en la esquina lo distrajeron en sobremanera, pues el bailarín ya contaba con todo su equipaje para viajar y aquel hecho le dolía poquito en el pecho, deseaba ir con él y disfrutar lo que sentía cuando ambos estaban en la misma habitación, quería progresar en la relación sin ataduras, sin límites y sin temores.

-Deja que te acompañe -susurró sentándose en la orilla de la cama, jugando con sus manos e ignorando el comentario anterior sobre la fiesta- quiero ir contigo, buscar oportunidades lejos de aquí.

GLASS | minsungDonde viven las historias. Descúbrelo ahora