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Estaba jodido, en serio, Minho ya no encontraba palabras para describirse a sí mismo, y es que desde que sus manos habían tocado la piel suave de Jisung no podía dejar de pensar en ello, repetía el momento en su cabeza día y noche sin poder borrarlo y le ponía histérico, en el pasado lo había arruinado todo por sentimientos similares y no imaginaba una vida en donde Jisung saliera lastimado, prefería tragarse sus anhelos y olvidarlo a destruir la calma que su amigo se merecía.

Los días en su trabajo eran un calvario, no porque estuviese estresado o no le gustara trabajar en ese lugar, sino que cada vez que veía a Han las ganas de querer abrazarlo se incrementaban en un doscientos por ciento dejándole con un sabor agrio en la boca durante el resto de la jornada, le desagradaba aparentar que no le atraía como imán, debido a que si lo hacía, para Minho, Jisung era ese imán gigante que con su mera presencia a veinte metros lograba hechizarlo y captar toda su atención sin la necesidad de buscarlo, el chico no tenía idea de lo mal que la pasaba, y por ese mismo motivo Lee decidió distraerse y dejarse llevar por lo que saliera en su camino, si lo invitaban a salir aceptaba, si le ofrecían beber en casa de algún colega también, ya que requería de cualquier cosa que le ayudara a apaciguar las ansias de tener a Jisung.

Y fue exactamente en uno de esos improvisados intentos por enmascarar su enamoramiento que la ola de mentiras se estrelló contra las rocas, quebrándose y ocasionando un efecto dominó gigantesco.

-Te ves diferente -dijo alzando una ceja mientras miraba a su acompañante, la chica llevaba un flequillo que enmarcaba considerablemente sus ojos miel.

-Yo... -se detuvo, colocándose nerviosa, incapaz de secar el vaso y responder al mismo tiempo- fui a la peluquería y me corté un poco el cabello, ¿Te gusta?

Minho frunció los labios arrugando el ceño, ¿Le gustaba?

-Luce bien.

Dos miserables palabras que para alguien en su sano juicio no significarían gran cosa, pero que para una persona encantada y por desgracia encaprichada, definitivamente sobresalían y de la peor forma, para Soojin aquello representaba la luz verde y la ilusión de un comienzo, otra vez, una nueva oportunidad para salir con el chico.

-Oye, prometiste ayudarme -gruñó Jisung, apareciendo en la puerta con un gracioso puchero adornando su boca- me cansé de esperar, ¿Vienes o no?

No solía ser impertinente ni actuar como un maldito, pero estando Minho en medio la situación cambiaba del cielo a la tierra, era casi absurda la manera que ese factor influía en la actitud que el menor adoptaba, y es que le molestaba a un nivel poco saludable que estuviese junto a Soojin en lugar de acompañarlo, transformándolo en un grosero.

Luego de un vago adiós por parte de Minho ambos chicos salieron de la cocina, el bar estaba a punto de cerrar y lo único que quedaba pendiente era la limpieza.

-Me extrañas muy rápido -se burló tomando la escoba para comenzar a limpiar la zona más alejada, aquella que según Jisung necesitaba de dos personas para quedar lista- tu lado maleducado sale a la luz cuando te enfadas.

-Oye, no te pases -advirtió agarrándolo de la muñeca y fingiendo seguir enojado- deberíamos tomar un café, tienes las manos frías -sus dedos torpes sintieron la suavidad de la piel contraria y le pareció maravilloso.

Quería tocar más.

-Tráeme uno entonces -ordenó con una carcajada atorada en la garganta, le encantaba fastidiarlo y verlo refunfuñar como cuando se conocieron, aunque la diferencia era abismal entre ese inicio y el presente, pues Lee sabía con certeza que no existía ni una pizca de maldad en el cuerpo de su amigo y que la imagen de chico rudo no era más que una máscara bien puesta.

GLASS | minsungDonde viven las historias. Descúbrelo ahora