PRÓLOGO

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-¡Han Jisung! -exclamó acomodándose las gafas sobre el puente de su pequeña nariz- si vas a estar utilizando el celular prefiero que lo hagas fuera del salón -dejó el libro sobre el escritorio y se cruzó de brazos esperando la respuesta del aludido.

-Vale -rodó los ojos completamente indiferente y se levantó- si insistes.

La maestra arrugó el ceño enfadada, era el colmo que además de no prestar atención a la clase la tratara omitiendo los honoríficos y sin una gota de respeto.

-Pásate por la oficina del director, creo que ya te extrañan -dijo con desdén volviendo a agarrar el libro para proseguir, el resto de los estudiantes parecían acostumbrados a esa clase de discusiones entre Jisung y los profesores así que ni siquiera se inmutaron.

Jisung se aflojó el nudo de la corbata incluso más, en realidad ya era una rutina que lo regañaran por lo menos dos veces al día, no tenía caso intentar comportarse o poner un mínimo de esfuerzo ya que siempre parecía insuficiente para sus maestros. Había asumido su desgracia desde hace bastante tiempo y le tenía sin cuidado lo que pensaran de él.

Caminó en dirección a la escalera de emergencias, la profesora Kim estaba loca si creía que se metería en la oficina del director, en lugar de eso prefería con creces fumarse un cigarrillo y así relajar un poco su cuerpo y mente que bastante estresado lo tenían. Sin mucha cautela llegó arriba y abrió la puerta, el aire fresco lo golpeó justo en el rostro provocando que su cabello castaño se alborotara, nadie solía subirse a la azotea durante períodos de clase, pero luego estaba él, el estudiante más "rebelde" de la escuela y el cual con diecinueve años seguía atascado en el último curso sin poder mandar a la mierda lo que en su opinión era una cárcel de adolescentes.

-Jodido aparato inútil -maldijo en voz alta intentando encender la mecha sin éxito, hace dos noches Changbin le había quitado su encendedor favorito y ahora tenía que conformarse con uno viejo que encontró abandonado al fondo de su mochila.

Cuando por fin la llama brilló frente a sus ojos, el celular comenzó a vibrar en su bolsillo trasero, con pesadez y calma aspiró el humo del cigarrillo recién prendido y utilizando su mano libre cogió el móvil para posteriormente contestar, no se había molestado en mirar el nombre de contacto, nadie lo llamaba además de su mejor y único amigo, así que era una perdida de tiempo fijarse en detalles sin sentido como ese.

-Me estaba acordando de ti, puto ladrón -saludó sonriendo con el cilindro blanco entre los dientes, seguía de pie en la puerta.

-Buenos días para ti también bombón -rió a través de la línea- tu encendedor está a salvo conmigo, no te preocupes te lo devuelvo apenas nos veamos, supongo que vas esta noche a lo de Hyunjin.

-No lo sé -resopló inhalando otra vez el humo de su cigarrillo- me entregaron otro examen y lo reprobé, la maestra es una solterona obsesionada con mi padre y te puedo asegurar que lo llamará para preguntarle sobre eso -negó con la cabeza recordando el basurero del segundo piso y lo mucho que se había tambaleado cuando lo pateó después de arrojar las hojas de papel arrugadas en él, Jisung odiaba mantener los exámenes reprobados en su casillero y casi siempre los desechaba- entrometida de mierda.

Changbin hizo un puchero, el padre de Jisung era bastante estricto con él y aunque el chico reprobara casi todo, no dejaba de castigarlo o de gritarle cada que llevaba una mala calificación a casa con la esperanza de que eso hiciera alguna diferencia, poco le interesaba que el castaño fuera prácticamente un adulto, en su casa y bajo su techo, siempre procuraría hacer respetar las reglas y la más importante era obtener buenas notas, el hombre no lograba entender qué había pasado con su hijo, ya que no siempre fue así de despreocupado, al contrario, solía destacar y los trofeos y medallas adornando el corredor principal eran prueba de ello.

GLASS | minsungDonde viven las historias. Descúbrelo ahora