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Sus manos temblaban inquietas, su corazón repiqueteaba acelerado con más de cien latidos por minuto y su pecho se movía de arriba hacia abajo incapaz de regular sus respiraciones, jamás en la vida pensó estar en una situación como aquella pero no le sorprendía de mala manera, sino que al contrario, el calor llenándolo por dentro y las ansias de seguir tocando con sus dedos la piel del contrario le impulsaban a dejarse llevar y a aventurarse como si no existiera un mañana, como si las consecuencias de sus acciones no fuesen más que una pésima exageración. Estiró su cuello dejando caer su cabeza en la almohada, removiéndose entre las sábanas con evidente placer dibujado en el rostro, la humedad de los besos esparcidos por su abdomen desnudo favor de su camiseta levantada le volvían loco, y más aún proveniendo de esos labios que tantas veces observó con curiosidad e intriga, preguntándose qué sabor tendrían y de qué forma le harían justicia a la suavidad que aparentaban, pero teniéndolo ahí, mordisqueando y lamiendo cada rincón de su cuerpo le quedaba claro que todo lo que alguna vez imaginó era verdad y que además, sobrepasaba sus expectativas con creces. Minho era indiscutiblemente, alguien experimentado en el arte del contacto físico y por sobre todo, alguien que sabía lo que estaba haciendo, dominando a la perfección el método de las caricias y provocaciones, sabiendo en detalle sus puntos débiles y llevándolo hasta el cielo sin siquiera haberle quitado toda la ropa.

-Te lo preguntaré una última vez -jadeó acercándose a su cuello y escondiéndose ahí durante un rato, regulando su frecuencia respiratoria y evitando mirarle a los ojos, pues de hacerlo no habría podido contenerse- ¿Quieres seguir con esto?

Jisung se estremeció ante la calidez de su aliento, cada fibra de su cuerpo respondía instintivamente a lo que el mayor realizaba, y en ese estado de vulnerabilidad y deliberado consentimiento, su cerebro no podía pensar en nada más que no fuese un "Si" rotundo, por supuesto que quería continuar, para él habría sido una traición a sí mismo mentirle descaradamente y pedirle que se detuviera, había esperado tanto por tenerle que no daría marcha atrás.

-Sí quiero -contestó agarrándolo de la camiseta y jalandola para sacársela y tirarla lejos, hace bastante que le estaba estorbando- te quiero a ti, quiero esto, necesito esto -con más desesperación de la que estimaba le tomó la cara y lo guió bruscamente hasta que sus labios se encontraron por novena o décima vez, ya no era capaz de llevar la cuenta.

La agilidad con la cual Minho se desenvolvía en su boca le dejaba con ganas de más, le devoraba el alma con cada chasquido de su lengua y se la devolvía apenas con un toque de sus manos sobre la piel de su cintura, se sentía flotando y a la vez cayendo como en una montaña rusa, pero sus alarmas se agudizaron al perder por un segundo el calor que emanaba del pelinegro, como si ya no estuviese besándole, como si su presencia se esfumara con cada parpadeo.

-Jisung, ¿Sigues ahí? -lo escuchó decir con una voz apagada y lejana- mírame -ordenó oyéndose apenas, el eco dificultaba la comunicación y ahora la imagen del chico también se veía borrosa, poco definida y a pesar de los esfuerzos de Han por alcanzarlo no podía, sus manos no se aferraban.

Repentinamente su corazón dio un vuelco desagradable, había pasado de tenerlo pegado a su piel compartiendo besos y caricias a no percibirlo por completo, le dolía la carne como si una parte de su cuerpo hubiese sido arrancada y eso le preocupaba, Minho no le pertenecía y no era quien para exigirle que se quedase, pero aún así, lo extrañaba.

-No te vayas -susurró con lágrimas en los ojos, no supo en qué momento comenzó a llorar, pero el pecho le ardía de tristeza- quédate por favor.

Cerró los párpados abrazándose a sí mismo y rogando por su regreso, pero no tuvo que esperar demasiado ya que tan sólo un par de segundos después las manos de su amigo le tomaban de los hombros y le obligaban a prestar atención. Dio un salto en su lugar y percibió el frío de la mesa en su mejilla, lápices y hojas de papel decoraban la superficie, abrió los ojos de par en par y se incorporó lentamente volviendo al mundo real, cayendo en cuenta de su situación.

GLASS | minsungDonde viven las historias. Descúbrelo ahora