Suspiró mirando al cielo y festejando un poco, la había dejado pasar y eso era algo realmente importante. Venía dispuesta a que le cerrara la puerta en la cara, pero estaba más que convencida que, llamaría a ella las veces que fuera necesario hasta que le dejase entrar, era el primer paso firme desde que se habían visto por última vez y, no estaba dispuesta a dar uno en falso, no luego de un viaje desde Miami y meses de búsqueda para hallar a la cubana
Entró caminando lentamente detrás de la morena, sintiendo el cambio de temperatura en el interior, el sol inclemente de la tarde, se convertía en una fresca sombra en el interior de la casa de los Cabello, se sentía realmente acogedor el lugar, pese haber dado solo un par de pasos en su interior
- Bebé, ¿quieres jugo? - Preguntó tono un tanto alto desde la cocina
- Uff... Si, muero de sed - Respondió la ojiverde, callándose de inmediato al ver la expresión seria y de ceja levantada en la menor, le estaba preguntando a su sobrino - Oh, claro. Mejor me callo - Levantó las manos como quien se rinde ante la policía y permitió que sus ojos vagaran con total curiosidad por el lugar una vez que llegó a la sala. Las fotos, la decoración, los muebles y la arquitectura de la casa, todo era un vivo recuerdo su infancia y la casa de sus abuelos durante los primeros recuerdos de su niñez - Si... Una casa muy cubana... - Murmuró mientras sonreía inconscientemente - Tal como la imaginé - Se sobresaltó levemente, Camila le había extendido un vaso de jugo
- Dijiste que tenías sed - Aclaró mucho más seria que hace unos minutos, la más alta asintió
- Muchas gracias - Lo tomó en sus manos, teniendo la esperanza de rozar los dedos de la manera más mínima con los de la morena, pero esta los apartó de inmediato, ni eso merecía la pelinegra justo ahora - Dios... - Murmuró casi jadeando cuando sus papilas gustativas probaron la bebida - ¿Esto es...?
- Solo es jugo de mora, Jauregui
- Ese es el punto... Tengo 21 años y por primera vez estoy bebiendo jugo natural directo del árbol, sin preservantes o empacado al vacío en procesos de exportación - Sonrió dando un sorbo más grande esta vez - Está demasiado rico. No saben lo afortunados que son de beber esta delicia cada vez que quieran - Bebió todo de golpe - ¿Puedes... Amm... Darme un poco más? - Preguntó con cuidado, notando una leve expresión de risa en la morena, quien la reprimió de inmediato
- Llevaré a Gabriel a su cuarto - Suspiró tratando de ordenar las ideas en su mente, la idea de ver a la ojiverde de nuevo y tenerla frente a ella, la desconectaba un poco de la realidad - Hay jugo en la nevera, sírvete si quieres - Tomó al pequeño que sostenía su vaso de dinosaurios en la mano - Hablaremos al volver - La mayor asintió y caminó a la cocina, sorprendida, observó lo bien distribuido que estaba el espacio allí y la cantidad de instrumentos culinarios que la adornaban, no era una cocina tradicional de un hogar común, esto, era un deleite visual ante los ojos de una chef profesional
- Woow... - Dejó salir, mientras servía el jugo y continuaba viendo lo realmente equipado que estaba la cocina - Ni yo tengo una cocina así en mi apartamento de Miami
- ¿Decías? - La sorprendió por segunda ocasión - Aunque no, no quiero saberlo, ya sabes donde la está la sala, vayamos allí - Hizo la señal con el brazo, inhalando inconscientemente la fragancia de Lauren, suspirando audiblemente y recordando cada momento a través del aroma - No... - Se dijo a sí misma, negando con la cabeza, no lograba comprender el efecto que tenía en ella. No, no se lo iba a dejar nada fácil, no esta vez. Caminó con la mirada en el suelo, esperando el momento en que la levantara y se llenara de valor - Bien... - Suspiró, sentándose en el sofá - Toma asiento - La chica de Miami dejó el vaso en la mesa de centro y se sentó justo allí, frente a ella - Te escucho. Los cinco minutos empezaron a correr a treinta segundos.
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Our Home (Camren)
أدب الهواةCamila es una mujer de 20 años, que básicamente, se parte el lomo trabajando para enviar dinero y así sostener a su familia en Cuba. La esperanza de los Cabello estaba depositada en ella, Estados Unidos y un empleo con un salario decente. Hoy, tres...