22- Décimo novena Repetición 2° Parte

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― Entonces ¿quieres continuar? ― me preguntó Reed, analizándome con su mirada, no necesité tiempo para pensarlo, lo tenía bastante claro.

― Sí.

― ¿Estás segura?

Lo estaba, realmente lo estaba, porque por muy duro que fuera salir ahí afuera y probablemente enfrentarme a algo así de nuevo, en ese momento se me hacía aun mas difícil quedarme sin hacer nada, “descansando”, porque eso significaba tiempo libre en el que podía pensar, y eso solo me llevaría de nuevo por esa espiral deprimente donde reviviría todas las muertes de mis amigos, las de Reed y Anabel, una y otra vez, vería a mi madre muerta en aquella sala con la mirada perdida, mataría a esos desconocidos otra vez, y el chico, cuyo cuerpo aun estaba caliente a unos pocos metros de donde estábamos, volvería a desangrarse por mi culpa de nuevo, porque yo le había matado, y había pretendido hacerlo, porque había elegido mi vida sobre la suya y volvería a tomar de nuevo la misma decisión. Salir ahí afuera significaba que no tendría tiempo para pensar en eso, no con asuntos más urgentes que atender, y tomaba esa salida, enfrentar el miedo a las cosas externas y no el que merodeaba en mi mente, a la espera de que le prestara la suficiente atención como para atraparme.

― Sí ― sabía por su expresión que no confiaba en mis palabras, Reed me había visto en mis peores momentos y no le sorprendería que volviera a caer en uno por lo que acababa de pasar, así que añadí ― no puedo echarme atrás cada vez que algo horrible ocurra.

― No es simplemente “algo horrible” Hell ― asentí dándole la razón.

― Lo sé, pero…esto es la Rabia ― dije abriendo los brazos en un gesto teatral, para luego negar y dejarlos caer con cansancio ― hay que ver y hacer cosas horribles para vivir, y mientras antes lo acepte, como lo ha hecho Anabel o tú mismo, mejor.

Solo esperaba hacerlo pronto por mi bien.

― Si eso es lo que quieres busquemos a Anabel y Cameron ― no había ninguna clase de reproche en sus palabras, solo simple y llana aceptación, me apoyaría en cualquiera que fuera mi decisión, esa era una de las cosas que más me gustaban de él.

Así que salimos del baño de aquel instituto, que al final sí que había sido muy peli de terror, y fuimos en búsqueda de nuestros dos amigos.

― ¿Todo bien? ― preguntó Cameron cuando me vio llegar, mirándome a mí y específicamente a la sudadera de Reed que ahora llevaba, asentí sin ser capaz de forzar una sonrisa para tranquilizarlo.

― Quedan esos dos edificios por peinar y podremos volver ― dijo Anabel yendo al grano y señalando dos pequeños bloques de apartamentos al lado del instituto del que acabamos de salir, el que casi nos costaba la vida a las dos ― podéis ir los dos juntos si os parece bien a todos.

Dudaba que Anabel dijera eso por Reed y por mí, por lo que había pasado allí dentro, y no por ella y poder ir con Cameron, aunque no me importaban sus verdaderos motivos, ni ir con uno u otro, así que me encogí de hombros, al fin y al cabo Anabel había resultado ser una buena compañera de “expedición” aunque hubiéramos estando a punto de morir a manos de un grupo de críos armados con herramientas, nada realmente descabellado dada la situación, y aunque sin duda estaba mas familiarizada a estar con Reed, realmente me daba igual.

― Por mi bien ― dijo Reed, Cameron se encogió de hombros tal y como yo había hecho segundos atrás.

― Terminemos entonces rápido y volvamos.

RabiaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora