― Creo que voy a vomitar un pulmón ― jadeó Silvia, sujetándose el pecho como si así fuera a evitar que eso pasara, lo que sin duda no era probable, aunque...cosas más raras había visto y vería.
― Creo que ya somos dos ― me quejé en voz baja, estaba mareada, sudada, y con ganas de mancharme de sangre de algún cadáver, tirarme al suelo y fingir estar muerta ¿acaso funcionaría...? Me dolía tanto las piernas y el tobillo que con gusto me quedaba tumbada completamente inmóvil el tiempo que hiciera falta.
― Si lo vais a hacer, va a tener que ser rápido ― comentó Reed en un murmullo tras dar un tirón de mi brazo para que cambiáramos de rumbo, Silvia nos seguía de cerca, medio arrastrando los pies y con la cara de un intenso rojo, llevaba menos tiempo corriendo que nosotros y se la veía mucho más agotada, quedó claro que antes de esto no había sido muy dada al ejercicio continuo.
― ¿Cómo no pareces a punto de desmayarte como nosotras? ― preguntó Silvia con verdadera incredulidad mirando a Reed, quien, aunque parecía cansado y su respiración también estaba acelerada, no había punto de comparación, ni siquiera se había quejado una sola vez.
― Estoy más en forma que vosotras ― respondió haciendo gestos rápidos para las manos para que nos agacháramos a su lado, detrás de un auto, un grupo de unos diez rabiosos pasó por delante unos dos minutos después sin notarnos, eso era bueno, éramos tres y no nos habían notado.
― Sí eso ha quedado más que claro ― susurré cuando no hubo señal de peligro, en cuclillas a su lado, con una mano en su hombro para ayudarme a no caer de culo al suelo, normalmente el equilibrio no era mi punto débil, al contrario, pero me temblaban tanto las piernas que necesitaba su apoyo.
― Tenemos que encontrar cualquier refugio, está claro que no vais a aguantar así mucho mas tiempo ― dijo Reed en voz baja, revisando por encima del capó del auto que no hubiera nadie cerca.
― Pero había quedado con mi hermana... ― respondió insegura Silvia, quien se había sentado directamente en el suelo, su pecho subía y bajaba con rapidez, parecía necesitar un descanso urgente.
― No creo que podamos encontrarla con el caos que hay Silvia, y estás agotada, solo te pondrás en riesgo ― argumenté con tono suave, sabía que lo último que quería ella era dejar tirada a su hermana Kassandra, pero no ya sabíamos dónde podía estar, y el descontrol que había en esa repetición era algo sin precedentes y con una sola pistola y dos cuchillos de cocina no podíamos hacer nada mejor que escondernos, sin duda las cosas estaban empeorando, y seguirían haciéndolo.
― Tienes razón ― asintió con una mueca, mirando el asfalto bajo ella, en un intento de esconder sus ojos cristalizados, me quedó claro que no quería que la viera así, y tampoco la conocía lo suficiente como para saber cómo consolarla adecuadamente, así que lo dejé pasar de momento ― busquemos uno con escaleras de incendio por favor.
Reed nos indicó que podíamos salir ya, probablemente hubiéramos podido hacerlo un rato atrás, y solo había decidido darnos unos segundos para descansar antes volver a la acción, esta vez en lugar correr, avanzamos escondiéndonos entre los coches abandonados hasta el primer edificio que vimos que tenia unas escaleras de metal en un lateral. La puerta del portal estaba abierta por suerte, entramos con prisa y Reed la cerró a nuestra espalda.
― Subamos al menos a la primera planta ― el susurro de Reed debió alertarlos, o quizás fue nuestra sola presencia la que los atrajo, pero múltiples pasos sonaron desde la escalera, me saqué un cuchillo de cada bota y le di uno de ellos a Silvia quien me miró agradecida, con el miedo agrandando sus ojos grises.
― No uses la pistola si no es completamente necesario ― Reed asintió sabiendo que usarla era atraer a todos los rabiosos de la zona, quedó claro que íbamos a luchar en lugar de huir, llevábamos toda la repetición haciéndolo y ya no era una opción.
ESTÁS LEYENDO
Rabia
FantastikNadie se esperaba que algo como aquello llegara a la ciudad. En cuestión de segundos la Rabia se apoderó de las personas y la sed de muerte los consumió hasta la locura, desatando el caos y tiñendo las calles de rojo. Hella y Reed, dos completos des...