2º EXTRA

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POV KRIEG 17º Repetición

Salir del teatro mientras mis supuestos compañeros y amigos se matan entre ellos es fácil, en realidad, caminar hasta donde debo encontrarme con Hella no supone mucho problema, me he dado cuenta de que los rabiosos apenas me prestan atención cuando voy solo, aunque la cosa cambia un poco cuando no es así, aunque aun no sé hasta qué punto, supongo que será cuestión de tiempo averiguarlo.

Espero inquieto a Hella durante varios minutos, medio oculto en una esquina, pero no hay señales de ella y eso me está poniendo nervioso, ¿y si ha muerto? No puede morir, eso implica quedarme solo y que mis hermanos me puedan encontrar más fácilmente, extrañamente eso no es lo único que me preocupa, también ella, no merece sufrir más por mi culpa. Así que comienzo a correr por el camino por el que se supone que debe de aparecer, tratando de localizarla.

Mi corazón se acelera al verla a la distancia, tirada en el suelo con el cabello rubio esparcido a su alrededor como un halo, un rabioso sobre ella, estrangulándola, Hella sujeta sus manos, tratando de que la suelte, luchando contra él, hasta que es ella misma la que deshace su agarre, dejando caer inertes sus brazos.

No, no, no.

Corro desesperado hacia a ella, esperando que no sea demasiado tarde, derribo al rabioso de un empujón y me sorprendo a mí mismo al no dudar en partirle el cuello en un rápido movimiento, al girarme hacia Hella me doy cuenta de que no perdió la consciencia, de que simplemente dejó de luchar por su vida, la ira me invade ante eso, empeorado por el hecho de que ni si quiera sé porque estoy tan molesto con ella, es su vida, es su decisión lo que quiera hacer con ella, si vivirla o dejarse matar, y no sería mi problema si mi propia vida no estuviera atada a la suya de alguna forma, pero no es solo eso, lo que me confunde aun más.

― ¿¡En que mierda estabas pensando?! ― grito con fuerza, ella abre sus ojos celeste de golpe, y comienza a coger grandes bocanadas de aire mientras tose de forma violenta.

― No sé de qué hablas ― masculla con voz ronca y ojos llorosos, aun luchando por conseguir suficiente oxígeno en sus pulmones.

― ¿Crees que no te he visto ahí quieta sin tratar de defenderte? ¿Eso es lo que ahora quieres? ¿¡morir?! ― vuelvo a gritarle, sorprendido por mi propia rabia, Hella mira hacia abajo, sacudiendo su ropa y evitando mi mirada.

― Deberíamos irnos ― se limita a decir, alzando la mirada al fin, noto que sus ojos están rojizos, contrastando con el azul claro de sus iris.

― Ahora si quieres ponerte a salvo ― digo con oscura ironía, girando los ojos con molestia.

― Quiero que tu estés a salvo ― sus palabras lograr calmar mi enfado por un breve instante, porque por un segundo creo que es la primera persona que se preocupa de verdad por mí, solo que ella no está preocupada por mí, si no por Reed. Le tiendo la mano para ayudarla a levantarse, Hella la acepta, aun rehuyendo mi mirada mientras se reincorpora.

No puedo negar que me preocupa lo que acaba de pasar, si Hella está decida a morir hay poco que pueda hacer para mantenerla con vida, lo más fácil para mí sería dejarla, buscar a cualquier otra persona que no tenga la Rabia, como ellos lo llaman, pero me doy cuenta de que no quiero eso, que no lo haré si puedo evitarlo, Hella me cae bien, al menos mejor que el resto de humanos que he conocido, es divertida, amable, siempre preocupa por los demás y parece ser compresible, mucho más que mis hermanos. Esperaba que estar al su alrededor siempre fingiendo ser otra persona sería una tortura que tendría que soportar por mi propio bien, pero no ha sido así, me he divertido a ratos, y he podido estar simplemente en paz en otros, así que no quiero tener que dejarla y cambiarla por otra persona.

RabiaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora