De nuevo, no me sentía nada preparada para lo que venía a continuación.
En la anterior repetición, la séptima según habíamos empezado a contar para ser conscientes del tiempo que pasaba, la habíamos dedicado a practicar con las armas, tarea mucho más fácil sin estar herida, ya que conseguido llegar sin demasiados percances. Aprendí a controlar la pistola, más o menos, al menos conseguía acertar la mayoría de los disparos, y el fusil, bueno, eso era otra cosa, así que quedamos en que era mejor que no lo usara, al menos de momento, de todas formas, lo llevaba colgado en la espalda y la pistola en una funda en la cadera.
Estábamos frente a la puerta de salida del centro de práctica de tiro, lo único que nos separaba de la locura, del caos, de la Rabia, era esa puerta e íbamos a cruzarla, quizás nosotros también estábamos locos para arriesgarnos de esa forma, un tipo diferente de locura, pero ¿Qué opciones teníamos? ¿No hacer nada?, no es como si las repeticiones o la Rabia tuvieran pinta de que fueran a parar en algún momento.
Nuestro plan era ir a una parte del casco antiguo de la ciudad por dos razones, primero porque allí apenas vivía gente, en su mayoría personas mayores, además esa zona no tenía atractivo turístico ninguno a diferencia de otras partes de la ciudad, así que suponíamos que no habría un gran caos, segundo, más personas como nosotros podrían haberse dado cuenta de esto y haber acudido allí en busca de refugio, además no estaba muy lejos de aquí, así que era otra ventaja.
Reed se asomó por la pequeña ventana con rejilla que había en la puerta, tras unos minutos de tenso silencio, deslizo la mano hasta el picaporte y abrió. Me hizo un gesto con la mano para que lo siguiera. Cerró la puerta tras de sí con un nuevo candado, según él, era mejor no dejar más armas a merced de nadie con predisposición a matar, cosa con lo que estuve de acuerdo.
Caminamos por calles teniendo que volver atrás más de una vez y trazar nuevas rutas, llevábamos armas sí, pero eso no significaba que quisiéramos disparar a la gente, si podíamos evitar usarlas; mejor, además el gran estruendo solo lograría atraer a más personas, y aunque ya había ruido, gritos, cosas rompiéndose, algún que otro disparo, alarmas... llamaríamos la atención de los rabiosos de la zona.
Estábamos a una calle de distancia del centro del casco antiguo cuando vimos a cinco rabiosos luchando entre ellos, algunos con las manos desnudas, otros con cuchillos, retrocedimos lentamente girando en el callejón lateral, noté como mi pie chocó contra algo y de inmediato sonó un timbre, no duró más de unos segundo y se detuvo, era una trampa, una alarma, había un sedal de pescar cruzando la entrada de la calle que se activó cuando yo lo golpeé, los rabiosos no tardaron en aparecer en el callejón, cuatro de ellos, el quinto probablemente había muerto a manos de uno de ellos, pero ahora estaban unidos en busca de un objetivo común, nosotros.
Reed me agarró del brazo y empezamos a correr calle arriba, nos pisaban los talones, sabíamos que tendríamos que disparar para intentar salvarnos, no habría de otra, eran demasiados para enfrentarnos de otra forma a ellos, así que cuando sonó el primer disparo creí que había sido Reed quién había apretado el gatillo, pero él seguía corriendo junto a mí, con el arma colgando a un lado y su mano aun en mi muñeca. Hubo tres disparos consecutivos más, junto al sonido de cuerpos impactar contra el suelo, giré la cabeza a tiempo de ver a uno de nuestros perseguidores caer al suelo de baldosas de piedra, aguanté la respiración esperando el próximo disparo, uno dirigido a mi cabeza o la de Reed, no llegó.
Nos detuvimos en medio de la calle, mi corazón bombardeando con fuerza y la respiración agitada, analicé los edificios antiguos de ambos lados, y logré verla por unos segundos, una figura con un arma de fuego, antes de que desapareciera dentro del edificio.
― Había alguien, en la ventana, nos ha salvado ― Reed asintió con el ceño fruncido, mirando en mí misma dirección.
― Deberíamos...― antes de que pudiera decir lo que pensaba, una puerta se abrió, un señor mayor salió portando un rifle y una expresión seria, no parecía a punto de matarnos, aunque no habría apostado nada a eso en ese momento.
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Rabia
FantasyNadie se esperaba que algo como aquello llegara a la ciudad. En cuestión de segundos la Rabia se apoderó de las personas y la sed de muerte los consumió hasta la locura, desatando el caos y tiñendo las calles de rojo. Hella y Reed, dos completos des...