3- Segunda Repetición

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2º Repetición

Esa vez estaba preparada para lo que se avecinaba guardando mis cosas en la mochila y contándomela, las dos anteriores veces la había olvidado con las prisas y no quería que pasara otra vez. No me sorprendió el chirrido del accidente ni el coro de grito, solo me puse el cinturón y me coloqué en aquella posición que te aseguraba mayores posibilidades de sobrevivir a un accidente que vi una vez en un documental, rodillas al pecho, cabeza protegida por los brazos, y esperé al acelerón.

Gracias a eso estaba huyendo por tercera vez de ese condenado autobús antes de que al resto le hubiera dado tiempo de procesar lo que estaba pasando, y además sin un solo rasguño, el problema de todo aquello era que, aunque el día fuera una especie de repetición, no podías dar las cosas por hecho, cualquier cambio podía provocar una reacción en cadena, como; el salir unos minutos antes del autobús, hizo que una chica más o menos de mi edad comenzara a correr hacia mí, cosa que no había pasado antes.

Hui de ella, con el corazón a mil por hora, esquivando personas y obstáculos por igual, tropezando múltiples veces y a punto de caerme más de una, dejé de fijarme en qué dirección iba, solo corrí, hasta ese momento no me había enfrentado a una persecución sola, sabía que estaba más o menos en igualdad de condiciones físicas con aquella chica, pero su Rabia, sus ganas de matar, le daban ventaja sobre mí, así que mi única oportunidad era ser más rápida que ella, y no lo estaba logrando muy bien, me estaba ganando terreno rápidamente, y minutos más tarde, sus dedos se aferraron a mi cazadora con tanta fuerza que mi hizo caer al suelo de espaldas, antes si quiera de procesar del todo que había pasado, rodé con rapidez hacia a un lado antes de que un hacha cayera justo donde estaba un segundo atrás ¿¡de donde mierda había sacado un hacha?!

Tuve que volver a girar cuando volvió a intentar partirme por la mitad, hui a gatas unos metros raspándome la piel de las manos hasta que conseguí reincorporarme, la chica me sonrió como si haberme atrapado, estar a punto de matarme, la hiciera feliz, puedes ver sus dientes ensangrentados y una mirada desquiciada que ni siquiera parecía enfocarse del todo en mí.

Aparté a correr antes de que volviera a atacar, enfrentarme a ella ya no era una opción sino un suicidio ahora que tenía el hacha, el problema es que ella era rápida y yo no estaba habituada al deporte, lo único que me mantenía en movimiento, lo que me impulsaba hacía delante, era la adrenalina corriendo por mis venas, las ganas de vivir. Casi podía oír mis propios latidos, sin dudas los notaba golpeando fuertemente contra pecho, temía que llegara el momento en que la adrenalina se agotara, y ella me acabara atrapando y destripando.

Las calles estaban inundadas de gritos, alaridos, cosas rompiéndose, explotando, y luego, demasiado cerca, disparos, uno, otro, y otros más, algunos gritos, los más cercanos, se apagaron tras estos, giré en un callejón hacia la derecha evitando la columna de humo que había en la dirección contraria, un error, había un anciano con un rifle de caza en las manos en medio de una plaza, en cuanto me vio apuntó hacia mí, intenté frenar y retroceder, pero mis pies patinaron en un charco de sangre y caí justo cuando el estruendo sonó.

Un cuerpo frenó mi caída, era el de un hombre con un disparo en la zona del tórax, caí justo sobre su herida y noté como la sangre comenzaba a empapar mi ropa, no me atreví a moverme, no cuando vi a la chica del hacha aparecer a los pocos segundos y caer hacia atrás con un disparo que le voló la cabeza.

Me quedé muy quieta, casi aguantando la respiración y las náuseas por estar tumbada sobre un cadáver todavía caliente, una persona que hasta hace poco respiraba y cuyos ojos marrones se habían quedado mirando el cielo azul.

No sé cuánto tiempo me quedé ahí tumbada fingiendo estar muerta, puede que una media hora hasta que escuché unos pasos alejarse, me arriesgué a girar la cabeza y comprobé que el tirador ya no estaba, probablemente se había ido en busca de nuevas presas a las que abatir. Me levanté con cuidado mirando hacia todos lados, intentando averiguar dónde estaba para poder ir a algún lugar seguro, como la casa de Reed, me pregunté que debía de haber pensado al no verme aparecer, probablemente me hubiera dado por muerta, al menos de forma temporal.

RabiaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora