13º Repetición
Me sentía rígida, petrificada, allí con una mejilla apoyada en el asfalto, con lágrimas cayendo en un constante goteo en el suelo, contemplaba con la mirada perdiada el desfile de pies que nos rodeaba, escuchando atenta, rezando para ninguno cayera al suelo en medio de la lucha y nos viera escondidos debajo de ese coche perdido en la marea de autos y rabiosos.
Era irónico que por fuera estuviera tan en calma cuando por dentro sentía un torbellino de rabia, dolor y miedo, cuando quería gritar hasta que me ardiera la garganta y me faltara el aire, y llorar hasta que me quedara sin lágrimas, cuando una parte de mi quería salir ahí afuera y reclamar venganza, que estúpido, como si aquello fuera a servir de algo, no ayudaría ni a Reed, ni a mí, ni a nadie.
Todo había pasado tan rápido, las ultimas horas eran un caos borroso y sangriento en mi mente que prefería olvidar, para siempre, pero olvidar no siempre era la mejor opción.
La repetición había comenzado bien, al menos todo lo bien que se puede estar en un bucle temporal donde hay una especie de psicosis colectiva. Reed y yo habíamos esperado a Anabel, Cameron y Charles, en un restaurante pequeño cerca del punto de encuentro, lo habíamos inspeccionado en busca de armas y personas, por suerte estaba vacío.
Esa vez me guarde un pequeño cuchillo en la bota y me quede con el más grande que había encontrado, aferrándolo en una mano, habíamos cerrado las persianas de metal, sin fijarlas, pues no teníamos las llaves y cerrado la puerta y colocado un par de mesas contra está a modo de barricada y nos habíamos quedado escondidos fuera de la vista, pensando que los rabiosos no tendrían por qué querer entrar aquí si no veían a nadie.
Tras unos largos minutos de espera dos silbidos cortos nos avisó de la presencia de nuestros amigos, salimos de detrás de la barra y retiramos la barricada para que pudieran entrar, la primera señal de que las cosas iban aun peor de lo habitual que debí advertir es que parecían llevar horas fuera y el "día" acaba de empezar, Charles llevaba un machete con restos de sangre y una venda improvisada en el brazo, Cameron llevaba un palanca igualmente con restos de sangre aunque no parecía estar herido, Anabel tampoco aunque tenía varias manchas de sangre en la piel y ropa, fue ella quien tendió un rifle a Reed y una pistola a mí.
― ¿Todo bien? ― pregunté preocupada, en busca de más heridas.
― Solo es un rasguñó ― aseguró Charles con si característico tono seco, apreté los labios asintiendo, no sabiendo que tan sincero estaba siendo.
― No tenemos apenas balas así que tratad de ahorrarlas ― advirtió Anabel, ambos asentimos ― ¿listos?
― Entonces...un momento ― pidió Reed.
Fue hasta una de las silla de madera y la arrojo con fuerza contra el suelo, pegué un pequeño sobresalto, la pateo hasta que separo dos trozos largos del respaldar, me tendió uno, lo agarré, sonriéndole agradecida, era una muy buena idea. Reticente solté el cuchillo, comprobé que el arma tuviera el seguro y la metí en la cinturilla de mi pantalón, y me quede con el bate improvisado.
― Ahora sí.
― Bien hay mucho que hacer, y está siendo una repetición especialmente...complicada.
― Creo que se está quedando corta ― me susurro Cameron mientras salimos del restaurante ― la cosa sin duda está yendo a peor.
― ¿Alguna teoría? ― susurré de vuelta, mi corazón revoloteó de preocupación, aunque ya me había acostumbrado a esa constante ansiedad que siempre me acompañaba, como acechando siempre detrás de mi hombro, a que la boca se me quedara seca y pastosa, a que el corazón se me acelera continuamente, a sentir que me quedaba sin aire aunque no hiciera esfuerzo alguno, había olvidado como era estar completamente relajada, sin pensar en que habría tras la esquina, en quien nos atacaría, en quien podría morir en cuestión de minutos.
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Rabia
FantasyNadie se esperaba que algo como aquello llegara a la ciudad. En cuestión de segundos la Rabia se apoderó de las personas y la sed de muerte los consumió hasta la locura, desatando el caos y tiñendo las calles de rojo. Hella y Reed, dos completos des...