Corría por las calles con el corazón acelerado, el sudor deslizándose por mi frente y la respiración tan descontrolada que comenzaba a sentirme mareada, pero no podía parar, en mi mente había una voz que no para de repetir que algo había salido mal, que Reed debería haber aparecido en ese callejón como la primera vez, pero no había sido así, algo había tenido que cambiar, pero no tenía ni idea de que.
Reed me contó al principio que cuando todo comenzó estaba practicando con su grupo en el gran teatro para el concierto que nunca se llegó a celebrar, sus repeticiones iniciaban allí, así que es ahí donde me dirigía a toda prisa, le había prometido encontrarlo, no podía fallar en eso.
Llegué al edificio tras varios minutos, las puertas frontales estaban cerradas, así que lo rodeé hasta la parte trasera, por suerte una de las puertas se habían quedado abierta, entré con cuidado de no hacer ruido, pendiente de cualquier señal de peligro o de Reed, recorrí los pasillos oscuros llenos de cables hasta ver luz al final de este, me asomé con cuidado, era una sala de tamaño medio con sillas e instrumentos, solo que las sillas estaban volcadas, y los instrumentos hechos pedazos desperdigados por la habitación, sin olvidar los tres cuerpos en el suelo y toda esa sangre manchando el parqué, incluso las paredes, había alguien más en la sala, de pie, de espaldas a mí, mirando la escena, muy quieto.
― ¡Estás bien! ― exclamé aliviada, corriendo hasta Reed, él se giró hacia mí, sorpresa sustituyendo el horror en su cara, no le di tiempo a decir o hacer nada más antes de arrojarme a sus brazos ― te he estado buscando.
Reed se quedó inmóvil, pero tras unos segundos envolvió sus brazos alrededor de mí, con fuerza, y la idea que seguía siendo el Reed que conocía, que no me había olvidado, incluso de que de alguna forma había sobrevivido, brilló con fuerza mi mente.
― ¿Qué has dicho? ― entre el latido rápido de mi corazón y el suyo, no había llegado a oír su murmullo, despegué la cabeza de su pecho, y me separé levemente de él, sin querer dejarlo ir, temía que se desvaneciera entras mis dedos.
― ¿Quién eres tú? ― tres palabras que sentaron como un jarro de agua fría, como un nuevo apretón a mí ya maltrecho corazón.
― No me recuerdas...― confirmé en un murmullo, sabía que no debía hacerme ilusiones al respecto, y aun así me las había hecho.
― ¿Debería?
― Sí y...no ― él me miró con escepticismo, esperando a que añadiera algo más― yo...puedo explicártelo, pero vayamos antes a casa, a tu casa ― debía de pensar que estaba loca, yo misma pensaría lo mismo de mí. Necesitaba con urgencia que confiara en mí una vez más, necesitaba ponerlo a salvo, porque no me perdonaría perderlo una vez más.
― De acuerdo ― dijo sin más, aunque no parecía del todo convencido.
― ¿De acuerdo? ― medio chillé de la emoción y el alivio, él asintió entrecerrando los ojos, genial debía de pensar que estaba aún más loca de lo que ya me debía de considerar ― entonces vamos.
Le tendí una mano por inercia, él se quedó mirándome de nuevo con esa expresión confusa, así que agaché de nuevo la mano, decepcionada y dolida de alguna forma, me recordé de que él no me conocía, de que acababa de ver a sus amigos matarse entre ellos, de que no tenía ni idea de que estaba pasando, que yo solo era una extraña, una posible amenaza, y dolía. Así que solo me di la vuelta y comencé a deshacer el camino que había hecho hasta aquí con Reed siguiéndome.
― Sígueme y haz lo que yo haga, mantente oculto todo el rato, allá afuera habrá grupos de rabiosos enormes, estaríamos muertos en segundos si nos descubren.
― ¿Rabiosos?
― Sí, es como los llamamos, son, bueno, como tus amigos, tratarán de matarnos a toda costa.
ESTÁS LEYENDO
Rabia
FantasyNadie se esperaba que algo como aquello llegara a la ciudad. En cuestión de segundos la Rabia se apoderó de las personas y la sed de muerte los consumió hasta la locura, desatando el caos y tiñendo las calles de rojo. Hella y Reed, dos completos des...