INICIO
El día que todo comenzó fue uno como cualquier otro, no hubo ninguna señal que nos alertara de lo que estaba llegando a la ciudad, aquello que la convertiría en un campo de batalla, en un infierno en la Tierra, no creo que hubiera importado, que aunque hubiéramos estados advertidos de lo que se nos venía encima, no hubiéramos podido hacer nada al respecto, lo que pasó estaba muy encima de todos nosotros.
Yo estaba sentada tranquilamente en el autobús volviendo a casa de la universidad cuando la Rabia comenzó. El primer indicio que tuve fue el chirrido de unos frenos, un sonido tan fuerte y agudo que se hizo audible por encima de la música que sonaba en mis auriculares. Luego vino el impacto, metal contra metal, cristales haciéndose añicos, seguido de una explosión que iluminó nuestros rostros de anaranjado, acompañado de un coro de gritos que resonaron en el reducido espacio.
Me levanté de mi sitio de un salto, el teléfono quedando olvidado en el asiento donde estaba segundos atrás, me acerqué a la parte delantera, viendo el amasijo de hierros frente a nosotros a través de la luna delantera, dos coche habían chocado de frente, la parte delantera de ambos se había replegado hacia atrás, formado un macabro acordeón metálico, había una persona ardiendo de pie junto a los autos destrozados, permanecía tan quieta que era casi como si no se hubiera dado cuenta de que estaba en llamas y solo fuera un espectador más del caos que había enfrente, desde donde estaba, podía ver su piel quemarse y consumirse, volverse negra como el carbón.
La gente a mi alrededor gritaba frenética mientras yo estaba demasiado conmocionada como para emitir sonido alguno, volví a mi lugar para llamar a emergencia, por si todos estaban demasiado conmocionados para hacerlo por su cuenta, justo en ese momento el suelo bajo mi pies se movió bruscamente, el conductor había acelerado de repente, llevándose por delante los coches siniestrados y a varios de los presentes que habían acudido para ayudar o curiosear, tuve el tiempo justo para agárrame al respaldar del asiento y frenar un poco la caída, aun así, mi cabeza rebotó contra el suelo con tanta fuerza que todo sonido quedó amortiguado por unos minutos, siendo sustituido por un pitido que perforaba mis oídos, mis sentidos se aletargaron y me sumergí en una confusa bruma de la que no parecía posible poder escapar.
Me quedé allí tumbada durante unos minutos, aturdida, no descarto que realmente pasara más tiempo que eso, o incluso menos, para cuando mi magullado cuerpo me permitió levantarme, el resto de los pasajeros ya había enloquecido, ahogados por la Rabia.
Unos asientos atrás había un hombre salpicado de sangre y con los puños hecho trizas golpeando a otro sin parar, había tanta sangre en el rostro inflamado de este, que apenas podía adivinar sus facciones, probablemente ya estaba muerto o lo estaría en segundos si su atacante seguía así. Miré de un lado a otro sin registrar del todo lo que estaba viendo, más adelante una mujer estrangulaba a un niño al que hace rato había visto como le acariciaba la cabellera con cariño, este ya tenía la cara morada mientras trataba de arañar y morder con desesperación a la que creía que era su progenitora, más allá había una chica mordiendo en el cuello al chico al que antes había estado besando, la vi escupir lo que parecía un trozo de carne sanguinolento antes de que apartara la mirada con horror de la grotesca escena.
Allá donde pusiera mis ojos, había sangre, caos y muerte.
Me levanté despacio, haciendo movimiento suaves, evitando hacer cualquier mínimo ruido, suplicando internamente que ningún pasajero me notara, que nadie pusiera sus ojos y su Rabia en mí. Caminé hacia la salida delantera, mis botas chapotearon en un charco de sangre, y mi intento de huida desesperada se vio frustrada por una puerta cerrada que no tenía ni idea de cómo desbloquear ya que el impacto parece haber estropeado el mecanismo de emergencia, así que tuve que dar media vuelta e ir hacia la trasera, esquivando por el camino a gente ocupada en matar a otras o directamente cuerpos maltratados con ojos vidriosos y miradas perdidas, sabía que esta tenía otro botón de emergencia para abrirse y esa era mi mejor oportunidad para salir de ahí, pero antes de que pudiera alcanzarla y salir, alguien me empujó con fuerza contra la pared opuesta.
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Rabia
FantasyNadie se esperaba que algo como aquello llegara a la ciudad. En cuestión de segundos la Rabia se apoderó de las personas y la sed de muerte los consumió hasta la locura, desatando el caos y tiñendo las calles de rojo. Hella y Reed, dos completos des...