30- Vigésimo sexta Repetición

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Aquella vez también tomé prestada la vespa y fui en busca de Reed, no quería arriesgarme de más, aunque el camino a recorrer fuera más corto, conduje lo más rápido que pude, esquivando vehículos y personas, vivas o muertas, por igual y solo reduciendo la velocidad cuando entré en la calle donde le encontraría esperándome, esa vez no llevaba armas robadas en un muy arriesgado intento de estar más seguros, ya que con algo de suerte no las necesitaríamos, al fin y al cabo, íbamos a encerrarnos de nuevo en casa.

Estaba de vuelta al principio, escondida, y sin tener idea de nada, y eso tras tantas repeticiones, esfuerzos y sacrificios, era casi tan aterrador como lo que pasaba en sí.

Reed se subió detrás de mí y rodeó mi cintura con sus brazos, como era ya habitual, parecía superar su miedo poco a poco, ya no estaba al menos tan tenso en los viajes, se inclinó hacia delante y dejó un rápido beso en mi mejilla, apreté los labios para contener una sonrisa y arranqué, al menos le seguía teniendo a él.

Nos echamos sobre el sofá, como si estuviéramos agotado, en cuanto cerramos la puerta de su apartamento con algunas medidas extras, muebles precisamente, solo por si acaso, me quité las botas para poder poner los pies sobre los cojines, y apoyé la cabeza en su hombro, recostándome contra él, Reed paso un brazo sobre los míos, en un medio abrazo, que relajó mi cuerpo y mis pensamientos un poco, tenía claro que Reed era como un oasis en el desierto para mí, quizás yo también para él, y nunca podría agradecérselo lo suficiente.

― No puedo decir que me guste la...situación que nos ha traído aquí de nuevo, pero me gusta tener tiempo para estar contigo ― giré la cabeza para mirarlo con una sonrisa, me incliné un poco hacia delante, juntando sus labios con los míos solo unos segundos y me separé para volver a mirar sus ojos verdes ― te echaba de menos.

― Reed solo estado separados como veinte minutos ― respondí con una sonrisa, ¿volviendo al dramatismo?

― No es eso ― negó, sabiendo en lo que estaba pensando ― echo de menos poder ser nosotros mismos, quienes podemos ser cuando estamos relativamente a salvo, tranquilos, juntos, y no aquellos que tenemos que ser para sobrevivir allí afuera.

― Yo también ― asentí, y puse una mano en su mejilla, en una suave caricia, por mucho que me doliera "volver al inicio", también agradecía tener un respiro tras tanto caos, prisas, y lucha, estar perdidos no era tan malo si era junto a la persona correcta.

― ¿Qué es lo primero que harás cuando acabe esto? A parte de ver a tu familia ― preguntó suavemente, cambiando de tema, me retiré solo un poco para verlo mejor y estar ambos mas cómodos.

― Pareces muy convencido de que esto acabará ― respondí con un suspiro, desviando la mirada, de alguna forma no quería ser terriblemente fatalista mirándole a los ojos.

― Lo hará, estoy seguro, ahora responde la pregunta ― parecía genuinamente convencido de ello, y la verdad es que últimamente yo no lo estaba tanto, así que me aferre a su esperanza, a su convicción, era de las pocas cosas que me quedaban a las que agarrarme para no caer.

― Creo que... ponerme un vestido bonito e ir a bailar por ahí, un concierto quizás, uno tuyo a ser posible ― Reed sonrió y apretó su agarre sobre mí un segundo ― ¿y tú?

― Iría simplemente a pasear, estoy harto de correr de un sitio a otro, siento que es lo único que hago desde que estoy aquí, simplemente quiero caminar despacio, sin prisas, admirar el paisaje, y con suerte llevar una chica guapa de la mano.

― ¿Alguna en mente? ― pregunté alzando una ceja, y estaba segura de que con una sonrisa boba en la cara.

― Sí, ¿crees que deba preguntarle ya? Para asegurarme que deje ese día libre para mí ― respondió con una sonrisa, inclinándose un poco más cerca y deslizando su mano hacia abajo, hasta agarrar mi cintura por debajo de la camiseta.

RabiaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora