8- Octava Repetición 2º Parte

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En algún momento de la conversación me distraje mirando las paredes blancas de la sala las cuales estaban llenas de fotografías de distintos tamaños y marcos de madera, había desde fotos de bebés a adolescentes y adultos, algunas se notaban que eran muy antiguas por la tonalidad de las imágenes y otras recientes, me recordó a la casa de mis abuelos maternos, parecía ser un museo en honor a sus hijos, nietos y bisnietos, que estaban repartidos por todo el mundo, hacía unos seis meses que no los veía dado que vivían en otro país, a un océano de distancia, tuve claro que si salía de esta compraría un billete de avión para ir a verlos de inmediato.

Sentí el codo de Reed calvarse en mis costillas, parpadeé y le miré molesta, él tenía el ceño fruncido, desvié mi vista, todos en el salón parecían estar mirándome con atención, probablemente esperando a que respondiera una pregunta que ni siquiera había oído, sin duda debía de mejorar mi concentración.

― Uhm, creo que me he perdido algo ― dije a todos, sintiendo el calor expandirse por mi rostro de inmediato.

― Os preguntábamos si os gustaría uniros a nosotros ― contestó Anabel, esperé unos segundos, incitándola a que me contara más ― nos vendría bien más ayuda, estamos intentado recorrer toda la ciudad.

Le dio la vuelta a la pizarra blanca, había un mapa urbano de la ciudad pegado, al menos un tercio estaba pintarrajeado, no pude sacar nada en claro de él.

― Esta es la zona que ya hemos mirado tan bien como hemos podido ― señaló la parte pintada, ambos asentimos ― como veis aún nos queda bastante terreno que cubrir y no somos suficientes.

― No vais mal de momento ― comentó Reed analizando el mapa, ella se encogió de hombros.

― Es una zona amplia, pero aun así... esperamos no habernos pasado nada importante por alto.

― No es fácil registrar una ciudad llena de gente intentado matarte ― afirmé, había sido todo un reto buscar el mapa en el ayuntamiento, así que ni me imaginaba una ciudad entera, no es que fuera muy grande, éramos solo unos veinte mil habitantes, pero si la gran mayoría de ellos tenían la rabia...

― Podéis contar conmigo ― no sabía que tan buena idea era, ¿recorrerse una ciudad llena de gente sedienta de sangre, por suerte no literalmente, en busca de algo que ni siquiera sabía que era? Sonaba bastante a locura, no de esas en la que acabas en el hospital, si no a dos metros bajo tierra, y aun así me apunté, no podía quedarme más tiempo sin hacer nada y algo así era justo lo que estaba buscando.

― También conmigo ― añadió Reed.

Pasamos al menos una hora planeando como lo íbamos a hacer, indicándoles donde estábamos al principio de cada repetición, de donde y como habíamos obtenidos las armas, calculando distancias entre distintos puntos clave, para cuando terminamos y cada uno ya sabía al pie de la letra lo que debía de hacer "al día siguiente", tenía la boca seca de tanto hablar, sin contar con haberme recorrido la ciudad.

― Los otros deben de estar a punto de llegar, voy a traer algo para beber ― dijo Anabel y desapareció por un pasillo, John que había permanecido la mayoría del tiempo callado salvo para añadir detalles sobre ciertos puntos de la ciudad, se levantó para ayudarla.

― Aun tenemos que hablar de vuestras habilidades ― habló Frank señalando con un gesto nuestras armas ― no queremos poneros, ni ponernos más en riesgo de lo necesario.

― No tengo mucha practica con la pistola, aunque me las apaño, he tenido que aprender deprisa ― él asintió como si fuera lo que se esperaba, al fin y al cabo, no era lo más común que la gente supiera manejar armas, no donde vivía al menos.

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