23- Vigésima Repetición

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― ¿Hell?

― ¿Sí? ― le respondí a Reed en un susurro, íbamos de camino hacía el "terreno de búsqueda" que tocaba en esa repetición, estábamos completamente desarmados hasta que nos encontráramos con Anabel y Cameron, así que no era muy conveniente hacer ruido, no cuando acabábamos de dejar atrás un montón de cadáveres masacrados, algunos habían sido arrollados por un coche múltiples veces sin duda, había tantos que aun íbamos dejando huellas de sangre a nuestro paso.

― Ya que vamos a pasar por allí, ¿podríamos...recoger a Cerbero? ― pude notar la inseguridad en su voz, así que le dirigí una sonrisa tranquilizadora.

― Claro, pero...sabes que no debes cogerle mucho cariño ¿cierto? ― no podíamos ir una y otra a ver a por él, igual que no podíamos hacerlo con Lyla, no era nada seguro, y también requería de mucho tiempo, si queríamos acabar todo cuanto antes no podríamos hacerlo muchas veces más ― Ahora hay pocas cosas que podemos conservar.

― Lo sé, pero no sé cuánto tiempo tengo, si una repetición más o un montón de ellas antes de...

― ¿Morir? ― añadí con el ceño fruncido y un repentino nudo en la garganta ante la sola idea de Reed siendo asesinado, no sabía si podría soportarlo de nuevo, me aterrorizaba volver a ser una extraña para Reed, esa que tenía que contarle cómo y por quién había muerto y tenía que ganarse su confianza otra vez.

― Eso o quién sabe qué, todo esto es una completa locura, así que quiero aprovechar el tiempo, y Cerbero me gusta ― explicó con un suave encogimiento de hombros ― ­ nunca había tenido un perro.

― Entonces iremos a por él tantas veces como podamos ― aseguré, porque no había otra respuesta válida.

Él había pasado por mucho, mucho más de lo que yo sabía en aquel entonces, pensé que quizás aunque hubiera olvidado parte de todo lo malo que había sufrido, algún miedo permanecía en su subconsciente, o quizás solo había sido causado por el hecho de saber que había sido asesinado, pese a eso no me arrepentía de haberle contado la verdad, dicen que a veces es mejor vivir en la ignorancia, pero durante la Rabia no saber nada era lo peor que podía pasarte, todos éramos consciente de que era muy poco lo que sabíamos sobre lo que estaba pasando, pero no comprendí la magnitud de todo lo que desconocía, todas las verdades, las que realmente importaban, que se me escapaban hasta el final, y aunque ciertamente la ignorancia hubiera dolido menos que la verdad, jamás aceptaría vivir en ella si estaba en mis manos poder elegir.

― Gracias ― había verdadero alivio en su voz, me dolió un poco que temiera una negativa de mi parte, ¿tenía una idea tan mala de mí?

― Reed me has salvado el culo innumerables veces, y cuando más te necesité estuviste ahí, hasta me llevaste a casa con Lyla cuando peor estaba, lo menos que puedo hacer es ir a por el perro que si le dejaras me comería ­­― ¿y quién era yo para entrometerme entre un chico y su perro?

― No te comería ­― defendió a Cerbero.

― Pero me mordería ― y ya había visto el daño que podían hacer esas fauces, así que las quería lo más lejos posible de mí.

― Probablemente ― dijo conteniendo una sonrisa, porque era cierto, ese perro odiaba a la humanidad.

― Esta vez no está el cristal roto, ni hay sangre en el suelo ― señalé, deteniendo a Reed en la entrada del edificio donde estaba Cerbero encerrado en uno de los apartamentos.

­― Y... ¿eso es bueno o malo? ― preguntó analizando el portal, como si fuera a encontrar la respuesta ahí en alguna parte.

― Mejor esperar lo primero y prepararse para lo segundo ― por que vamos, en la Rabia casi siempre era lo segundo, pero había que tratar de ser positiva y todo eso...

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