20- Décimo octava Repetición

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Estaba en casa, sentada aun en el suelo de la cocina, escuchando la risa de Reed a mi lado, sintiendo el roce de su brazo contra el mío y el leve mareo provocado por todo el alcohol que corría por mis venas, y en menos de lo que dura un parpadeo, todo se desvaneció, y volvía a estar en ese autobús, al inicio de una nueva repetición.

Parpadeé un par de veces, sacudiéndome el estupor que me provocaba siempre el extraño salto espacio-temporal por muchas, muchas, veces que lo hubiera vivido. Intenté permanecer alerta, a la espera del impacto, para luego huir ilesa, quizás porque en mi cabeza aun resonaban las carcajadas de Reed, provocadas por el incontrolable ataque de hipo que me había entrado solo unos minutos atrás, pero que como todo, ya había desaparecido, lo único bueno es que el alcohol no seguía en mi sistema, o quizás simplemente me daba demasiado miedo olvidar y descubrirlo todo de nuevo, fuera el motivo que fuese, esa vez, luché contra el dolor y me preparé.

Reed no se limitó a esperarme donde siempre si no que me lo encontré a mitad de camino, no es que me sorprendiera demasiado, no con lo que pasó en la anterior repetición, con lo que casi me pasa, pero si lo hizo verle sosteniendo un rifle y un bate con manchas rojas, recordé al chico que habíamos visto más de una vez cerca de nuestro punto de encuentro, podía ser perfectamente de él. Reed me tendió el bate y pese a la sangre que lo cubría en distintas partes, lo acepté sin reticencia alguna, en la Rabia no se podía ser muy remilgada, menos con algo que podía salvarte la vida, por mucho que fuera asqueroso, forcé una sonrisa hacía él, agradecida de tener algo a lo que aferrarme, con lo que no sentirme completamente indefensa y expuesta, pero sin ser capaz de sonreír de verdad.

― ¿De dónde los has sacado? ― pregunté, al fin y al cabo, era la primera vez que conseguía armas por el camino, tampoco es que hubiera rifles tirados por ahí.

― Se los quité a unos rabiosos ― añadió como si nada, como si enfrentarse a unos rabiosos fuera algo sencillo, sabía lo que decía, casi siempre salía bastante herida tras algún enfrentamiento ― he visto una motocicleta de camino aquí, ¿podrás conducirla?

― Supongo ― respondí, dudosa, a ver, sí sabría conducirla, pero si no tenía la llave poco podía hacer al respecto, a no ser que entre las extrañas habilidades de Reed estuviera hacer puentes, tampoco me sorprendería demasiado, además ¿él quería montar en moto? y ¿por qué? ― creí que no te gustaba.

― Ya bueno, pero el fin justifica los medios o algo así ― dijo mientras me agarraba del codo y empezaba a tirar de mi hacia delante, supuse que, en dirección a la misteriosa moto, tampoco es como si me importara mucho hacia donde fuéramos ― tenemos que encontrarnos con Cameron y el resto, y es más seguro ir así.

― ¿Quieres reunirte con ellos? ― pregunté sorprendida, por, no sé, tercera vez en los escasos minutos que llevábamos juntos.

― Ya es hora de dejar de esconderse ― fue su respuesta algo evasiva, fruncí el ceño, mirándolo intensamente, porque estaba segura de que había algo más detrás, y debió darse cuenta de mi escrutinio porque añadió ― y he pensado que te vendría bien.

― No tenemos que hacerlo si realmente no quieres, y mucho menos solo por mi ― aseguré, así era Reed, preocupándose constantemente por mí, por lo que creía que necesitaba o me convenía, aunque se contrajera a lo que él había manifestado querer en un principio, y temí que en algún momento se cansara por eso mismo de mí, y no podía perder a nadie más, aunque lo que yo quisiera o necesitara no importaba lo más mínimo en la Rabia.

― Te quiero viva, el cómo lo logre no importa demasiado ― sus palabras alteraron por completo mi sistema, haciendo que mi maltrecho corazón trabajara el doble de rápido, y sin duda lo notó ― además estoy ya cansado de todo esto, si ir con ellos me ayuda, entonces lo haré.

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