― Deberías agarrarte ― le aconsejé.
Ya habíamos dejado a Lyla a salvo en casa, pese a la renuencia de esta a separarse de nosotros, y en ese momento ambos estábamos montados en mi moto, el problema es que Reed había dejado las manos apoyadas en sus piernas y sabía que no era una buena idea para el viaje probablemente muy movidito que nos esperaba― ¿Dónde exactamente? ― preguntó él con verdadera confusión.
― A los lados de tu asiento ― Reed pareció dudar de lo efectivo que sería agarrarse ahí, pero igualmente lo hizo.
Me bajé la visera del casco, me giré hacia delante, y abrí la puerta del garaje con el mando que tenía colgado junto a la llave, cuando subió por completo, arranqué y salí despacio, cerrando la puerta detrás de nosotros.
Al principio el trayecto fue fácil mientras nos mantuvimos por las calles residenciales, no había demasiada actividad, ni obstáculos en la carretera, pero conforme más nos acercábamos al centro de la ciudad más se fue complicando todo. Las amplias calles estaban llenas de coches y autobuses abandonados desordenadamente, dejados al azar por sus conductores sedientos de sangre o de unos pocos desafortunados huyendo de los primeros, y además los cadáveres poblaban el suelo dificultando nuestro paso, así que no me quedó de otra que bajar la velocidad e ir zigzagueando por el camino, subiendo y bajando múltiples veces a la acera cuando no me quedaba otra opción, tuve la impresión de que Reed se tensaba cada vez que nos movíamos mas "bruscamente".
― Hella ― me llamó por encima del ruido de motor y el viento, lo que sea que fuera a decir murió con la horda de rabiosos armados que apareció al final de la calle, a apenas unos metros de distancia.
― Agárrate fuerte ― grité, notando ya la adrenalina correr por mis venas.
No hizo falta que le dijera nada más, Reed se inclinó hacia adelante y me rodeo la cintura con sus brazos, aferrándose a mí con fuerza, tal y como había indicado, solo que no había esperado que aquello que agarrará fuera a mí, igualmente no me quejé, me limité a acelerar rápidamente haciendo un ángulo de novena grados, girando hacia una calle adyacente a la vez que los rabiosos que llevaban armas de fuego comenzaron a disparar contra nosotros.
Pude notar cada musculo en tensión de Reed, que se mantenía apretado contra mi espalda y mi corazón golpeando con fuerza contra mis costillas a un ritmo errático, mientras las balas silbaban a nuestro alrededor, me agaché tanto como me fue posible para evitar ser alcanzada, aunque Reed cubría mi cuerpo con el suyo, protegiéndome involuntariamente, ser consciente de lo que expuesto que estaba me aterró de sobremanera, así que aceleré tanto como me atreví y avancé en zigzag hasta que los disparos y gritos dejaron de oírse, hasta que hubo una gigantesca distancia entre nosotros y el grupo de rabiosos, aun así sabía que por mucho que corriera, ellos eran muchos mas y estaban por todas partes y nosotros estábamos atrapados ahí dentro con ellos.
― ¿Estás bien? ― pregunté una vez hube bajado la velocidad considerablemente, para que el viento no ahogara mis palabras por completo, aun así, Reed continuó apretado contra mí, completamente tenso.
― Sí ― dijo con voz ahogada.
― ¿Seguro? ― volví a inquirir, preocupada, deseando poder girarme para comprobarlo por mi misma.
― Sí, solo que acabo de descubrir que no me gusta demasiado la velocidad ― solté una carcajada, algo histérica, que se llevó el viento y continué avanzando por las calles sumergidas en la Rabia.
Mas de una vez un pequeño grupo trataba de acercase a nosotros, incluso nos lazaban armas improvisadas, y no tan improvisabas, así que debía acelerar de nuevo, para horror de Reed hasta perderlos de vista. Por suerte Reed había dejado de estar tan tenso, para alivio de mis costillas que habían sido apretujadas por demasiado tiempo y con demasiada fuerza, aun así, no parecía tener intención de retirar sus brazos de mi cintura, lo que me hacía estar demasiado pendiente de esa parte de mi cuerpo.
Una media hora más tarde nos detuvimos frente al edificio de ladrillo gris y cristal, apagué el motor y me bajé de la moto, quitándome el casco, Reed me siguió, le examiné de arriba abajo ahogando un grito de horror cuando vi la sangre que descendía por su brazo.
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Rabia
FantasyNadie se esperaba que algo como aquello llegara a la ciudad. En cuestión de segundos la Rabia se apoderó de las personas y la sed de muerte los consumió hasta la locura, desatando el caos y tiñendo las calles de rojo. Hella y Reed, dos completos des...